domingo, 31 de diciembre de 2023

Los anillos de poder (T1)

Hay que ver lo que le gusta a la gente una buena polémica y el odio y más en estos tiempos en el que se puede hacer casi de todo desde el anonimato de una cuenta en redes sociales. 

La primera temporada de Los anillos de poder es un ejemplo perfecto, desde que se publicaron las primeras fotos hasta la misma emisión de los capítulos por parte de Amazon: odio, odio y más odio, enfocados principalmente en Morfydd Clark (Galadriel), Ismael Cruz Cordova (Arondir) y Sophia Nomvete (Disa). 

A pesar de intentar aislarme de las noticias, no podía dejar de recibir ecos más o menos intensos. Que si Galadriel no es una guerrera, que si dónde se habla de elfos negros en la obra de Tolkien, que si dónde se ha visto una mujer enana y además negra.... Todo ello con una ausencia de análisis y en busca de un supuesto purismo que raya en el fanatismo. Porque lo que he visto desde mis tiempos en la página de elfenomeno.com, es difícil encontrar un grupo de aficionados más fanático e intolerante a las críticas. 

 


Soy el primero al que le producen rechazo muchas de las modas actuales en cuanto a selección de personajes para películas o series, pero no es menos cierto que en este caso particular, la mayor parte de las críticas creo que se han realizado por pura inercia.

Tanto es así que las críticas que me llegaban de la serie eran todo menos buenas. Es curioso cómo las expectativas que uno tiene llegan a influir en el grado de satisfacción con un producto. Tanto había oído, y no precisamente bueno, que iba con unas expectativas tan bajas que el resultado ha sido bastante satisfactorio. Los anillos de poder no es tan mala como esperaba, sino una digna adaptación de la obra de Tolkien. 

De una pequeña parte de la obra, habría que decir, porque por lo que se ve, Amazon solo tiene los derechos de adaptación de los apéndices del Silmarillion. O sea, que prácticamente no pueden meter mano a ningún nombre ni situación narrada en las partes principales de la obra. Poco mimbre me parece para hacer un cesto grande. 

 

De los mejores personajes de la serie

Aún así, la serie tiene momentos de interés, porque no vamos a negar a estas alturas de la película que ver las minas de Moria en todo su esplendor (y no las ruinas que pudimos ver en El señor de los anillos), o la gran ciudad de Númenor antes de la Caída, son imágenes que ponen los pelos de punta a cualquier aficionado de bien. Si añadimos que seremos testigos de la formación de la tierra negra de Mordor y el asentamiento de Sauron en ella, tenemos un paquete bastante interesante.

La historia de Halbrand y Galadriel anduvo durante varios capítulos en el filo de una peligrosa navaja, con una cierta tensión sexual no resuelta que pudiera haber sido problemática, visto el desarrollo de la serie, pero al final se resolvió más o menos bien. 

Menos interés tiene la historia de los protohobbits, aunque en este arco argumental salen algunos personajes sobre los que más tinta se ha vertido, para bien o para mal, en redes sociales: el hombre desconocido y las tres brujas que le buscan. Este arco acaba en un punto alto y, aunque en ocasiones lo he visto como un relleno y un alivio cómico, tengo ganas de ver qué pasa al final con este desconocido capaz de las cosas más buenas como de las más malas y la joven Nori. 

 

La armadura le sienta bien

Otra cosa que me ha gustado es la permanencia del mal en las tribus de hombres que en su día apoyaron a Melkor y que luego serán un gran apoyo en los planes de Sauron, además de sus fieles orcos. 

Un aspecto negativo es la aparente facilidad con las que se forjan los anillos de poder y el papel bastante desapercibido que Sauron tiene en ello, cuando suponemos que es realmente el cerebro detrás de la obra de Celebrimbor. 

Por último, también negativo, es la falta de carisma de una gran parte de los personajes. Salvo Galadriel (a pesar de las críticas a la actriz), Durin y su esposa, hay solo un puñado más de personajes interesantes mientras que el resto se diluye en la historia o resulta directamente fallido. Y uno de estos pocos interesantes, el elfo caído Adar, parece que no aparecerá en la segunda temporada.

 

En el ojo del huracán desde antes del estreno

Acabo con ganas razonables de ver una segunda temporada y hacia dónde tiran las diferentes historias. A pesar de todo lo mal que se ha hablado de la serie, cotiza hoy a un más que digno 7,0 en imdb. 

Llevo un tiempo aficionado a la escucha de podcasts que me acompañan en los largos viajes de trabajo. Entre ellos hay dos ejemplos contrapuestos de todo lo que he ido diciendo: mientras que La Órbita de Endor tiene más o menos siete horas de bilis, el podcast de Luces en el Horizonte opta por una visión más inocente de un espectador que no sabe de qué va la obra de Tolkien. 


martes, 19 de diciembre de 2023

Gregor Eisenhorn, inquisidor

La magnitud y complejidad del universo de Warhammer 40K puede echar para atrás a muchos aficionados. De hecho, yo no he realizado mi primera incursión hasta el año pasado en que probé con la trilogía de Dan Abnett sobre el inquisidor Gregor Eisenhorn y que componen Xenos, Malleus y Hereticus, que se pueden encontrar en una edición ómnibus que recopila los tres, algo que parece bastante habitual tanto en este universo como en el de Warhammer. 

No sé si he tenido suerte, porque mira que hay libros de Warhammer 40K y, cuando uno se aventura en leer libros de franquicias, la probabilidad de darte de morros con un peñazo no es nada desdeñable, pero la verdad es que me ha gustado mucho esta trilogía. 

 

Ómnibus

Vale, he elegido para empezar a un autor como Dan Abnett, que por lo que he podido leer es uno de los autores más valorados por los aficionados, si no el que más. Si tuviera que buscar un autor equivalente, no puedo evitar pensar en R.A. Salvatore. Lo cual, siendo sinceros, tampoco tendría que verse como un halago, porque la calidad de Salvatore más allá del atractivo del personaje de Drizzt, es discutible. 

Pero eso es, como se suele decir, otra historia y es hora de centrarse en Warhammer 40K. 

 

 

El 41º milenio está lejos de ser un lugar paradisíaco. La Humanidad, gobernada por el inmortal Dios-Emperador, domina infinidad de sistemas, pero siempre se encuentra amenazada por el enemigo interior de la corrupción y el exterior de las hordas del Caos. 

Son los inquisidores, entre otros, los que velan por la integridad del Imperio de la Humanidad, luchando con todos los medios a su alcance, dando su vida incluso por el Dios-Emperador. A veces, por desgracia, un inquisidor cae en desgracia cuando su infatigable estudio le lleva por tortuosos caminos lindando con la herejía, y el brazo secular se ve obligado a actuar con todo el peso de la ley.

 


Uno de esos inquisidores es Gregor Eisenhorn, que forma un grupo de funcionarios y civiles bajo su mando, trabajando muchas veces en la sombra, con riesgo de su vida y su hacienda, incluso arriesgando las de antiguos amigos y colaboradores. 

El universo de Warhammer 40k tiene una interesante mezcla de magia y tecnología, además de telepatía. Grandes naves que surcan el espacio y que pueden saltar enormes distancias en una especie de hiperespacio, marines espaciales embutidos en poderosas armaduras que convierten a un hombre en todo un ejército, mechas, vehículos acorazados, etc. El nivel tecnológico es tal que es posible alargar casi de forma infinita la vida de un hombre mediante implantes, casi hasta hacer desaparecer al ser original, o implantar su consciencia en un objeto mundano con el que se puede interactuar, como Eisenhorn sufrirá en sus propias carnes. 

 


Todo esto está reflejado en el grupo heterogéneo de personajes que acompañan a Eisenhorn: Uber Aemos es una especie de erudito, físicamente disminuido, cuya labor es recopilar toda la información posible de un tema que permita a Eisenhorn trazar sus planes; Godwyn Fisching es el guerrero, el tanque del grupo; Midas Betancore es el piloto personal del inquisidor, sustituido en un punto de la historia por su hija Medea... Pero a mí quien me encantaba es Alizebeth Bequin, que se une al grupo de forma un tanto accidentada, pero resulta ser una de las colaboradoras más valiosas porque posee la rara cualidad de anular los poderes telepáticos a su alrededor, a costa de sufrir el rechazo de la mayoría de las personas con las que se cruza (una especie de repugnancia psíquica, se podría decir). 

La trama, que transcurre en un lapso de décadas, es variada también. Desde amenazas de razas alienígenas hasta la omnipresente presencia del Caos y sus agentes, socavando la jerarquía y el orden en las remotas provincias del Imperio. Eisenhorn saboreará el dulce premio del éxito y el amargo sabor de la derrota más absoluta, solo para levantarse y hacer frente a los enemigos del sagrado Dios-Emperador de la Humanidad, bendito sea por siempre.

 

El autor
 

Hace poco se ha publicado una nueva novela, Inquisición, que no he tenido aún la ocasión de leer, pero que intentaré hacerlo sin duda, esperando que sea al menos tan buena como el resto de la trilogía. La edición ómnibus contiene, además, el atractivo de incluir una serie de relatos cortos basados en el personaje e intercalarlos entre los libros. Abnett es sorprendentemente bueno también en el campo del cuento corto. 

En resumen, trilogía recomendable y una inmejorable puerta de entrada a un vastísimo universo. Seguro que encontraré algún asteroide en el que estrellarme, pero seguramente leeré algo más, casi seguro relacionado con la Herejía de Horus. 

domingo, 3 de diciembre de 2023

Predator: la presa

Depredador era una franquicia en pronunciada caída desde hace mucho tiempo, que vivía del recuerdo que teníamos los aficionados de sus dos primeras entregas, porque a partir de ellas cada una de las siguientes ha pasado más bien sin pena ni gloria, incluido ese intento de reincio que hubo hace unos pocos años y que dio como resultado una película bastante infumable. 

Con estos antecedentes no es de extrañar que las expectativas para nuestra sesión de cine del sábado por la noche no estuvieran muy altas, que digamos. 

Puede que fuera precisamente por eso, porque no esperábamos demasiado, que la película nos gustó a todos. Muy entretenida, con dosis de acción, algún que otro susto y una ambientación nueva, intrigante y atractiva, además de que la protagonista se lo curra de verdad (la actriz y el personaje). 

 


Nos vamos a la América del Norte del siglo XVIII, en pleno territorio comanche, al que ya empezaban a llegar los europeos, en este caso franceses, buscando sobre todo pieles con las que comerciar. Un pequeño grupo tribal sobrevive en un amplio territorio, totalmente ajeno a lo que se les vienen encima, de una forma literal. 

La protagonista es hija del jefe y hermana de uno de los principales guerreros jóvenes. Educada como una especie de mujer-medicina, ella aspira a cualificarse como guerrero, cazando a su primera presa. 

Entonces, como imagen especular, entra en escena una nave que aterriza en el territorio y que lleva como pasajero a un aspirante a lo mismo, pero de un lugar bastante más lejano. 

Y se lía una buena. 

La verdad es que el depredador en sí viene a ser bastante parecido a lo que ya estamos acostumbrados. Aquí, además, la brecha tecnológica es mucho más pronunciada con sus víctimas, lo que en principio disminuye las probabilidades de supervivencia de los antagonistas. Además mantiene costumbres ancestrales, como arrancar la columna vertebral de las víctimas escogidas. 



La historia no es tampoco demasiado original, con el depredador haciendo una escabechina a su gusto, hasta que por fin se enfoca en la víctima que considera adecuada para su rito de iniciación particular. Y, para sorpresa de nadie, la cosa termina como termina. Incluido plan maquiavélico para sacar ventaja del entorno, como hizo Schwarzenegger en la película que lo inició todo (por cierto, hace unos días que se ha publicado una noticia en la que un grupo de científicos da soporte a lo que hizo nuestro Gobernator favorito).

¿Cuál es, entonces, el atractivo de la película? Pues sin duda la nueva ambientación, muy atractiva. Y las sucesivas escenas llamativas en ese marco natural incomparable. Aunque escribo esta entrada más de un año después de haber visto la película, todavía recuerdo un par de ellas, por lo menos: cuando el depredador acaba con un grupo de franceses en un bosque envuelto en la niebla y cuando acaba con el oso que, a su vez, está a punto de acabar con la protagonista. Y en ésta escena, recuerdo que levanta al bicho a pulso mientras la sangre del animal chorrea en primer plano.

 

¡Sal, ratita, quiero verte la colita!

Con Predator: la presa, se puede abrir la veda para una serie de películas históricas en las que los depredadores se enfrenten a algunos de los guerreros más letales de la historia. Yo tengo ya dos propuestas: vikingos y samurais. No sé al resto de la gente, pero a mí me tendría pegado a la pantalla. 

Otro atractivo, nada desdeñable, es su duración contenida de apenas cien minutos incluyendo créditos. Una vez más, se demuestra que no hace falta un metraje interminable para contar una historia con su planteamiento, nudo y desenlace como dios manda. 

En imdb cotiza a 7,1 el día de hoy. No me parece mal.