domingo, 20 de abril de 2025

Wonka

Visto el tema de los precios de las entradas y accesorios, solo voy al cine en ocasiones especiales o para ver películas que me apetece mucho ver en pantalla grande. El tema de las salas de cine daría para una entrada en sí misma, porque da mucha pena ir un día de fiesta, o a un estreno, y ver a cuatro gatos mal contados ocupando unas butacas que, por otra parte, son ahora muchísimo más cómodas que hace diez o quince años.

Wonka es una de esas películas que he visto en pantalla grande en los últimos meses. Su estreno coincidía más o menos con las vacaciones de Navidad de 2023 y el trailer no tenía mala pinta, así que me decidía a gastarme algo así como treinta euros y llevarme a la pequeña.

El inicio no fue prometedor (para mí), con el joven Wonka subido al mástil de un barco mientras se ponía a cantar a voz en cuello. Me había metido en un musical o n algo parecido a una película de Disney, con gente que se pone a cantar a la menor excusa.




Al poco, mis temores se disiparon y disfruté de una película simpática, divertida, colorida y optimissta, que semanas más tarde volvimos a ver, esta vez en casa, para disfrute de toda la familia.

La historia de un joven Willy Wonka que llega a la gran ciudad (¿Paris?), armado con un pequeño laboratorio portátil con el que elabora sus delicias de chocolate. Un Wonka intrínsecamente bueno e inocente que no tarda en ser timado por una pareja de despreciables caseros para hacerle trabajar, casi como en un esclavo, en su negocio de lavandería.

Nada, absolutamente nada, podrá quebrar el optimismo innato de Willy, que no tardará en elaborar un plan de fuga con la ayuda de sus nuevos amigos, irse a una galería comercial y empezar a vender sus bombones como si no hubiera mañana.



Este éxito fulgurante no tardará en llamar la atención del cártel del chocolate de la ciudad, los infames Slugworth, Prodnose y Fickelgruber, que han estado controlando cuidadosamente los precios y el suministro para enriquecerse.

Una retahíla de personajes secundarios que ganan su cuota de mercado a base de humor y carisma, como el jefe de policía, la señorita Bon-Bon, o el grandísimo Rowan Atkinson el papel de un sacerdote adicto al chocolate que custodia la gran cámara secreta de los antedichos, en la que cierran los negocios más truculentos a base de dulces sobornos.

Además de la estrella emergente Timothée Chalamet, la jovencita Carah Lane como su amiga Noodle y el citado Atkinson, podemos disfrutar de Olivia Colman en el odioso papel de Mrs. Scrubitt, que jugará una parte importante de la desgracia de Wonka y su pequeño amigo, y de Hugh Grant como el pequeño Oompa Loompa vengativo que persigue a Willy Wonka por todo el mundo para redimir su honor.


Es un musical


Wonka es una película disfrutable de principio a fin, con peripecias disparatadas, risas y carcajadas. Una película de esas que se alejan del drama, que para eso ya hay mucho en nuestras vidas cotidianas, y optan por disfrutar y, sobre todo, hacer disfrutar al espectador durante un par de horitas.

Recalco lo de disfrutar la película hasta el final, porque nuestro Oompa Loompa tiene reservado un número especial durante los títulos de crédito.

Veo con estupor que Wonka solo cotiza a un 7,0 en imdb que, aunque digno, me parece que está muy por debajo de lo que merece.






jueves, 17 de abril de 2025

Beau Geste

Tengo un recuerdo de juventud en el que estoy en la playa leyendo un libro. Tendría trece o catorce años, quizá menos, y el libro era uno de esas ediciones juveniles de clásicos de la literatura, sobre todo de aventuras, que se hacían allá por los años ochenta del siglo pasado. Lo había pedido prestado en la biblioteca, pero no en el edificio central, sino en una especie de sucursal que tenian montada en un quiosco del Paseo de Begoña, en Gijón, y que estaba orientado al público más joven.

Ahora mismo no sé si la edición que estaba leyendo era una completa o más bien una adaptación que recortaba el texto original y lo simplificaba, pero lo que sí recuerdo es una escena en la que un legionario de la Legión Extranjera francesa se encontraba solo en un fortín del desierto, rodeado por el enemigo y recorría con sigilo el adarve para ir disparando las armas de sus compañeros muertos.

Esa escena y el título se quedaron grabados a fuego en la memoria.

Así que hace poco releí Beau Geste. O casi se podría decir que lo leí, porque no recordaba nada más. Con un poco de aprensión, he de decir, porque no sería la primera vez que los recuerdos juegan una mala pasada y repetir la experiencia no es la mejor de las ideas. 

No es este el caso de Beau Geste. Descubri una deliciosa novela de aventuras, de lectura ágil y al mismo tiempo atrapadora, dividida en dos partes muy diferentes.

En la primera parte asistimos a la vida despreocupada de un grupo de jóvenes, los hermanos Geste, y sus amigos. La típica vida de la clase acomodada de la era victoriana, en la que la amistad y el honor personal y familiar son algunos de los pilares sobre los que Gran Bretaña construyó un imperio. 

 

El dorado de la portada se acababa yendo

Esos pilares serán fundamentales cuando una noche desaparece una piedra preciosa de la familia. Como suele ser habitual en estas historias, la familia da la oportunidad de reponerla al ladrón (o ladrona) sin más consecuencias, pero éste no termina de dar el esperado paso al frente. La amenaza de deshonra, materializada en la presencia de las autoridades en el sagrado hogar, será suficiente para que uno de los hermanos, Michael, apodado Beau, se autoinculpe en una carta que dejará atrás una vez abandone la vivienda. 

La autoinculpación de Michael no solo servirá para evitar la vergüenza del robo, sino otro secreto más escondido alrededor de la piedra. 

Sus hermanos no creen en su culpabilidad y todos juntos se embarcan en la búsqueda, que les llevará a alistarse en la Legión Extranjera francesa siguiendo los pasos de Beau, un cuerpo militar en el que el pasado no existe y solo el presente marca el devenir de los reclutas.

La novela cambia totalmente, convirtiéndose en una novela de aventuras en la exótica África, mientras los hermanos van maniobrando para intentar reunirse en la misma unidad de la Legíón, lo que no consiguen, al tiempo que los rumores sobre la joya de Beau llegan incluso a su regimiento, lo que tendrá efectos desastrosos. 

 

No circulan muchas fotos del autor

Y el autor nos sorprende de nuevo con una inesperada vuelta de tuerca, presentándonos la misma historia desde el punto de vista de dos hermanos, uno dentro y otro fuera del fortín, hasta que ambas se unen en un final que deja al lector a la vez satisfecho y entristecido.

Beau Geste es una maravilla de novela, escrita en 1924 por Percival Christopher Wren, que todos deberíamos leer al menos una vez. Tanto es así, que su potencial no pasó desapercibido a la incipiente industria cinematográfica y ha tenido varias adaptaciones, la primera en una fecha tan temprana como 1926.

La segunda adaptación, de 1939, probablemente sea la más conocida de todas. Con Gary Cooper en el papel de Beau, tiene a Ray Milland (Crimen perfecto) como su hermano John. Es la típica película que todos habremos visto en aquella mítica Sesión de tarde de TVE.

La segunda adaptación, de 1966, tiene la curiosidad de contar con Leslie Nielsen y Telly Savalas en el reparto, pero los dos portagonistas (Guy Stockwell y Doug McLure) están lejos del carisma de Gary Cooper.

En 1982 se adaptó al formato miniserie e incluso tuvo una parodia protagonizada por Marty Feldman en los años setenta.

Ideal para estos días de descanso de Semana Santa, no defraudará si le podéis echar el guante.


sábado, 12 de abril de 2025

The last kingdom

 The last kingdom es una serie de televisión basada en los libros de Bernard Cornwell, Sajones, vikingos y normandos, que se compone de trece libros de los que ya he leído unos cuantos. De hecho, había leído los seis primeros y, aunque no me desagradaban, estaban lejos de provocarme la necesidad de continuar leyendo hasta el final. Un poco lo que me pasa con la saga de Cato y Macro de Simon Scarrow.

Con ese precedente, tuve la serie de televisión en cuarentena hasta que decidí darle una oportunidad a su primera temporada. El resultado fue tan bueno que he seguido leyendo los libros (solo me queda un par para terminarlos y espero hacerlo en los próximos meses) e incluso los veo ahora con otros ojos, disfrutándolos mucho más. 

Toda historia tiene un inicio...

Ha sido tanto así que incluso vimos la serie al completo en familia, las cinco temporadas de las que consta y la película final que cierra la historia de Uthred de Bebbanburg en la pequeña pantalla.

Decían de The last kingdom que era la nueva Vikingos. No es exactamente así, porque cuenta la historia desde el otro lado, desde los sajones cristianos que combaten a los normandos asentados en lo que luego sería Inglaterra (dejando Gales y Escocia aparte), pero puedo comprar la forma de vender la idea a los espectadores, porque la serie de Ragnar y sus hijos fue un hito en la televisión de los últimos años.

The last kingdom me parece incluso superior en aspectos como la ambientación en la Inglaterra del siglo IX y principios del siglo X. No soy un experto en el marco histórico, pero tanto las localizaciones como el vestuario, la panoplia o las batallas, me parecen bastante adecuados a lo que estamos viendo y ayuda a sumergirse en la historia.

Una historia que no es otra que la de un joven Uthred, heredero del señorío de Bebbanburg que es criado por vikingos cuando su padre es derrotado en batalla y que crecerá con un objetivo en la vida: recuperar ese señorío que ha sido usurpado por su tío.

El camino de Uthred no será fácil y se verá entorpecido en muchas ocasiones. Como él no se cansa de repetir, el destino es inexorable y empuja a los hombres a su antojo, como a los barcos en una tormenta. Por supuesto no ayudará su actitud soberbia y su obcecación en adorar a los dioses nórdicos en lugar de al dios crucificado, cuya incipiente Iglesia dirige ya los designios tanto espirituales como materiales de los reinos sajones del sur. 

 

...y un final


Como en los libros, la historia comienza durante el reinado de Alfredo de Wessex en un momento de dificultad en el que es realmente el último reino cristiano de Inglaterra, llegando casi a punto de desaparecer.

Alfredo es retratado como un hombre inteligente, obsesionado con la cultura y su futuro lugar en la historia, devoto de Dios, pero al mismo tiempo un hombre práctico que no duda en aprovechar las cualidades guerreras de Uthred a pesar de su paganismo. Una relación de amor y odio entre ambos personajes, en tanto en cuanto ambos se admiran y respetan al tiempo que tratan de mantener sus respectivas cuotas de poder e influencia sobre el otro.

Por culpa del rey y su juramento de fidelidad, Uthred deberá posponer sine die su proyecto de recuperar Bebbanburg. Pero, a pesar de la amargura que esto le provoca, el episodio en el que ambos, rey y vasallo, se reúnen y en cierto modo se reconcilian, es uno de los mejores de toda la serie.

Lejos de aprender, Uthred tropezará en la misma piedra con Eduardo, hijo y sucesor de Alfredo, y Ethelfleda, hermana de aquél y reina de Mercia, de la que se convertirá en amante y paladín. Al final ya de al serie, la fidelidad de Uthred se traspasará a Athelstan, primogénito de Eduardo, heredero y unificador de la tierra de los anglos. 

 

Vivir o morir en el muro de escudos

Por la vida de Uthred pasarán también un buen puñado de personajes. Muchos de ellos serán amigos fieles como el padre Beocca, la abadesa Hild, sus fieles Finan, Sithric y Osferth (bastardo de Alfredo que tiene un final muy distinto en la serie que en los libros), Ragnar, el padre Pyrlig o Aldelmo. No muchos menos que sus amigos serán sus enemigos, algunos normandos y otros sajones, porque Uthred pisará muchos callos con su concepto de la fidelidad y del honor.

Habrá muchos altibajos en la historia, momentos en los que casi todo parece perdido y Uthred estará al borde de la muerte, prisionero, traicionado, derrotado o vendido como esclavo, pero como no se cansa de repetir, el destino es inexorable.

La serie consta de 46 capítulos en cinco temporadas. Las dos primeras tiene ocho capítulos cada una y las tres siguientes ya constan de diez capítulos. Aún así, la historia de Uthred tuvo que esperar a una película que se estrenó un año después de la serie. Siete reyes deben morir dura casi dos horas y, aunque está bastante peor valorada que la serie, permite un cierre adecuado que de otro modo hubiera sido injusto. Hay que agradecer esto a Netflix, a pesar de que el final de Uthred es un poco de aquella manera. 

 

El señor de la guerra

A pesar de ser una serie relativamente corta, adapta bastante bien muchos de los libros del material original. Hay algunos cambios menores, sobre todo respecto al destino de Brida, Osferth o Stiorra, la hija de Uthred, pero a grandes rasgos es muy fiable y, como he dicho al principio, me hizo reconsiderar mi valoracion de la saga de libros.

Para el papel protagonista tenemos a un desconocido Alexander Dreymon, que curiosamente no tiene demasiados créditos fuera de la serie (de hecho, en su ficha de imdb no figura nada más después de la película de cierre de la serie en 2023). No deja de ser sorprendente, la verdad, pero parece que su carrera se ha centrado mucho en el personaje y acabó siendo productor tanto de la serie como de la película he incluso dirigió un capítulo.

La valoración del público es también más que notable. En imdb cotiza a un sólido 8,5, que baja a un digno 6,9 para el caso de la película.

Recomendable, en tanto que tampoco hipoteca muchas horas de tiempo al ser relativamente corta.

sábado, 5 de abril de 2025

Green book

Estuve esperando bastante tiempo a poder ver esta película, hasta que así, sin avisar, la pusieron en televisión un viernes por la noche. La espera mereció la pena.

Green book está basada en la historia real de Donald Shirley, un virtuoso del piano, negro y homosexual, que se sumerge en una gira de varias semanas por el profundo sur de los Estados Unidos de América, a bordo de un vehículo que conduce Tony Lip, italoamericano, macho, machista y racista.

Ambos, jefe y empleado, realizarán dos viajes simultáneos: el geográfico, mientras devoran millas de carretera desplazándose de una ciudad a otra, y el personal, en el que algo de cada uno de ellos va haciendo poso en el otro mientras el respeto mutuo se abre camino entre los prejuicios iniciales.


Cartel sencillo, como la propuesta de la película


Es el año 1962 y muchas situaciones nos chocarán, pero eran lamentablemente cotidianas en los estados sureños. Por ejemplo, aunque esperado, chófer y músico tenían que dormir en hoteles separados por aquello de la segregación racial, pero lo que más me llamó la atención fueron dos situaciones específicas: la casa en la que Shirley tenía que dar un concierto privado y en la que no le permitieron utilizar el acceso principal y el resort en el que no le servían la cena pese a que iba a amenizar la sobremesa de los invitados a la fiesta (no recuerdo, creo que de Acción de Gracias).

De hecho, el título viene de una especie de guía de viajes que se publicaba para indicar a los viajeros negros los sitios en los que podían parar de forma segura: pueblos, hoteles, restaurantes, etc. Se trata de "The negro motorist green book" que, según Copilot, se publicó entre 1936 y 1966. Algo así se trató también en la serie Territorio Lovecraft, que ya comenté por aquí hace tiempo.

En líneas generales no puedo decir que el argumento sea original. No se trata de la primera ni de la última película basada en hechos reales que explota las diferencias entre los protagonistas para enseñar una moraleja al espectador, con no pocas dosis de moralina de esa que tanto gusta a los estadounidenses y que es un ingrediente esencial en muchas de sus salsas.


Protagonistas absolutos


Si fuera por eso, es evidente que Green book merecería poco más que un visionado con un cierto interés y poco más, si el espectador quiere aprender algo sobre una época ominosa en el país más poderoso del mundo.

No. La película se sostiene, sobre todo, por la poderosa interpretación de los dos protagonistas absolutos: Viggo Mortensen (Tony Lip) y Mahershala Ali (Donald Shirley). Ambos están soberbios en sus papeles, de principio a fin y la verdad es que poco importa la apariencia que los personajes reales tuvieran. A partir de Green book, tendrán el rostro de los actores que les han interpretado en la gran pantalla.

No solo ganó el óscar a la mejor película en 2019, sino que Mahershala Ali se llevó el premio al mejor actor de reparto en los BAFTA, globos de oro y óscar. Viggo Mortensen, con una transformación física impactante, fue nominado a todos esos premios como mejor actor, pero no consiguió ningún galardón.

Son poco más de dos horas de metraje, dos horitas si quitamos los títulos de crédito, que se pasan volando delante de la pantalla. Incluso cuando la película hubiera empezado tarde y terminara de madrugada, a pesar del cansancio de la semana. Por si fuera poco, luce orgullosa un 8,2 en imdb. Palabras mayores, para lo que se ve por ahí.



 

domingo, 30 de marzo de 2025

Nacidos de la bruma (Trilogía I)

Mi contacto con el fenómeno de Brandon Sanderson se limitaba a la culminación de La rueda del tiempo de Robert Jordan y a la novela Elantris. Ambas fueron satisfactorias y más o menos podía entender todo lo que se había montado detrás con las sagas de Nacidos de la bruma y El archivo de las tormentas.

Así que, un poco a lo loco y de acuerdo con mi hija mayor, me hice con la trilogía original de Nacidos de la bruma y nos pusimos a la tarea de darle salida en nuestra pila de lectura. Más yo que la chica, claro, que está en una fase en la que el tiempo libre se mide con cuentagotas, así que me cansé de esperar después de leer el primero y he acabado la trilogía en este primer trimestre de 2025.

El resultado, he de decir, ha sido un tanto decepcionante en cuanto a la calidad literaria del autor, no tanto en cuanto a la originalidad. Vamos por partes.



No se puede negar que Nacidos de la bruma es original en su planteamiento. Nos presenta un mundo envuelto en la bruma y la ceniza en la que un Lord Legislador es quien gobierna, más parecido a un dios que a un mortal. Un remedo de Señor Oscuro de El señor de los anillos, el Oscuro de La rueda del tiempo, o como queramos llamarlo (es posible que lo mismo que hay un Campeón Eterno haya también un Villano Eterno, habría que desarrollar esta idea y puede que tengamos algo interesante entre manos.

Este Lord Legislador gobierna con mano de hierro el Imperio Final desde su capital, Luthadel, con una población noble que le debe obediencia y un pueblo llano, los skaa, que sufren su dominio en un estado de cuasi esclavitud. Para ello se basa en funcionarios como los Obligadores y en los malvados Inquisidores, con ojos atravesados por clavos, que buscan entre la bruma a aquellos que tienen poderes (pero de esto hablaré un poco más adelante).

A este Lord Legislador se opone una banda de revolucionarios entre los que encontramos a nuestros protagonistas: Kelsier, Brisa, Vin, Fantasma, Ham, Sazed y unos cuantos más a los que se unirá Elend durante el primer libro, en el que se narra el enfrentamiento y derrocamiento del Lord Legislador.



El segundo libro, El pozo de la ascensión, muestra lo que ocurre una vez que una revolución triunfa, amplía el mundo conocido con nuevas razas como los kandra y los koloss, cada uno con sus particularidades, y presenta una duda amarga: ¿y si el Lord Legislador lo que estaba haciendo es contener un poder destructivo superior que acecha desde el refugio al que fue desterrado hace ya más de mil años?. Las consecuencias de ello pueden ser de tal calibre que la propia supervivencia del mundo se encuentre amenazada.

En el tercer libro, El héroe de las eras, se profundiza en lo anterior y se centra en los intentos de nuestros amigos por intentar frenar a esta entidad malévola, una vez descubierta ella y sus intenciones.

La trilogía es consistente, cerrando las tramas de forma apropiada a pesar de haber tenido una cierta sensación de deus ex machina en algunas partes del último libro, lo que en alguna ocasión estuvo a punto de arruinar la experiencia. Sobreviví a ello, pero lo que sí estuvo a punto de echarme del todo es un tono excesivamente juvenil, empeorado por el tratamiento del romance entre Elend y Vin de una forma demasiado timorata y cercana a la novela de romance, demasiados soliloquios y diálogos con su yo interior y el comerse la cabeza con gestos y situaciones como si fuera una pareja de adolescentes.

Quiero creer que gran parte de esto se debe a que estamos ante los primeros libros del autor y veré cuando le eche mano a novelas posteriores tanto de estas serie como de El Archivo de las Tormentas, pero mucho me temo que si la cosa sigue así, le daré prioridad a otras obras y autores.



No obstante, hay que resaltar la originalidad del sistema de magia de Nacidos de la bruma. Ya en Elantris se trataba de una forma original y lejos de los estereotipos de la fantasía, pero aquí se lleva a un nivel más allá.

En Nacidos de la bruma no hay magos, sino brumosos y los propios nacidos de la bruma. La capacidad de ambos es la de quemar metales y se diferencian en que los brumosos sólo son capaces de quemar un metal mientras que los nacidos de la bruma pueden quemar todos. Los metales (latón, cobre, cinc, estaño, acero, hierro, peltre, bronce, etc.) se ingieren en pequeños viales y el cuerpo los reconoce y los va quemando (sea eso lo que sea) para obtener sus beneficios y características sobrehumanas. Así, mientras que un brumoso que queme peltre será mucho más fuerte que una persona normal, un nacido de la bruma es capaz de aniquilar ejércitos enteros.

Pero el metal más valioso es al atium, que permite ver el futuro y las lineas de acción de un adversario, salvo que el mismo también esté utilizando este metal, con lo que los efectos de ambos se contrarrestan.

Esta forma de magia se denomina alomancia y sus practicantes son alománticos, la gran mayoría de familia noble o bastardos de nobles, que fueron criados como si fuesen perros por el Lord Legislador.

La alomancia convive con la ferruquimia, practicada en Terris. Esta forma de magia consiste en almacenar atributos físicos (fuerza, velocidad, salud) o psíquicos (memoria) en reservorios metálicos en forma de brazaletes, pendientes o anilllos de los metales alománticos. Una vez hecho, el ferruquimista puede recuperar la reserva de estos materiales, haciéndose más fuertes, rápidos o capaces de recordar todo lo que han visto o leído hace años o décadas. Pero todo tiene un precio: para ser más fuerte hay que ser más débil durante un tiempo; para ser más rápido, hay que sacrificar velocidad; para tener más memoria, hay que olvidar. Se trata de un equilibrio, con la salvedad de que en general se consume todo mucho más rápido que el tiempo que costó almacenarlo.


Brandon Sanderson, el autor

Por último tenemos la hemalurgia, una mezcla de alomancia con magia de sangre en la que entran en juego los clavos que tienen en el cuerpo los inquisidores y otros personajes que nos iremos encontrando. Crear un hemalúrgico viene a necesitar matar un alomántico de tal forma que el clavo que acaba con su vida se empapa de su sangre y proporciona otro tipo de poderes. Es una forma de magia que el Lord Legislador utilizó en bastantes ocasiones para crear a la mayoría de sus seguidores más fanáticos, pero que en el tercer libro veremos que lleva casi a la derrota final.

Por todo esto tengo sentimientos encontrados con esta trilogía de Nacidos de la bruma. Notable en cuanto a originalidad, la calidad de literaria me parece normal, tirando a deficiente. Por eso, de momento, me parece que Brandon Sanderson ses encuentra no ya uno, sino varios escalones por debajo de autores como George Martin o Joe Abercrombie.

Dicho lo cual, Nacidos de la Bruma es una obra imprescindible para entender la literatura fantásitca del siglo XXI. Eso sí es necesario tener espíritu crítico y ser conscientes de lo que vamos a leer.