Mi
contacto con el fenómeno de Brandon Sanderson se limitaba a la
culminación de La rueda del tiempo de Robert Jordan y a la
novela Elantris. Ambas fueron satisfactorias y más o menos
podía entender todo lo que se había montado detrás con las sagas
de Nacidos de la bruma y El archivo de las tormentas.
Así
que, un poco a lo loco y de acuerdo con mi hija mayor, me hice con la
trilogía original de Nacidos de la bruma y nos pusimos a la
tarea de darle salida en nuestra pila de lectura. Más yo que la
chica, claro, que está en una fase en la que el tiempo libre se mide
con cuentagotas, así que me cansé de esperar después de leer el
primero y he acabado la trilogía en este primer trimestre de 2025.
El
resultado, he de decir, ha sido un tanto decepcionante en cuanto a la
calidad literaria del autor, no tanto en cuanto a la originalidad.
Vamos por partes.
No se
puede negar que Nacidos de la bruma es original en su planteamiento.
Nos presenta un mundo envuelto en la bruma y la ceniza en la que un
Lord Legislador es quien gobierna, más parecido a un dios que a un
mortal. Un remedo de Señor Oscuro de El señor de los anillos, el
Oscuro de La rueda del tiempo, o como queramos llamarlo (es
posible que lo mismo que hay un Campeón Eterno haya también un
Villano Eterno, habría que desarrollar esta idea y puede que
tengamos algo interesante entre manos.
Este
Lord Legislador gobierna con mano de hierro el Imperio Final
desde su capital, Luthadel, con una población noble que le debe
obediencia y un pueblo llano, los skaa, que sufren su dominio en un
estado de cuasi esclavitud. Para ello se basa en funcionarios como
los Obligadores y en los malvados Inquisidores, con ojos atravesados
por clavos, que buscan entre la bruma a aquellos que tienen poderes
(pero de esto hablaré un poco más adelante).
A
este Lord Legislador se opone una banda de revolucionarios entre los
que encontramos a nuestros protagonistas: Kelsier, Brisa, Vin,
Fantasma, Ham, Sazed y unos cuantos más a los que se unirá Elend
durante el primer libro, en el que se narra el enfrentamiento y
derrocamiento del Lord Legislador.
El
segundo libro, El pozo de la ascensión, muestra lo que ocurre
una vez que una revolución triunfa, amplía el mundo conocido con
nuevas razas como los kandra y los koloss, cada uno con sus
particularidades, y presenta una duda amarga: ¿y si el Lord
Legislador lo que estaba haciendo es contener un poder destructivo
superior que acecha desde el refugio al que fue desterrado hace ya
más de mil años?. Las consecuencias de ello pueden ser de tal
calibre que la propia supervivencia del mundo se encuentre amenazada.
En el
tercer libro, El héroe de las eras, se profundiza en lo
anterior y se centra en los intentos de nuestros amigos por intentar
frenar a esta entidad malévola, una vez descubierta ella y sus
intenciones.
La
trilogía es consistente, cerrando las tramas de forma apropiada a
pesar de haber tenido una cierta sensación de deus ex machina
en algunas partes del último libro, lo que en alguna ocasión estuvo
a punto de arruinar la experiencia. Sobreviví a ello, pero lo que sí
estuvo a punto de echarme del todo es un tono excesivamente juvenil,
empeorado por el tratamiento del romance entre Elend y Vin de una
forma demasiado timorata y cercana a la novela de romance, demasiados
soliloquios y diálogos con su yo interior y el comerse la cabeza con
gestos y situaciones como si fuera una pareja de adolescentes.
Quiero
creer que gran parte de esto se debe a que estamos ante los primeros
libros del autor y veré cuando le eche mano a novelas posteriores
tanto de estas serie como de El Archivo de las Tormentas, pero
mucho me temo que si la cosa sigue así, le daré prioridad a otras
obras y autores.
No
obstante, hay que resaltar la originalidad del sistema de magia
de Nacidos de la bruma. Ya en Elantris se trataba de
una forma original y lejos de los estereotipos de la fantasía, pero
aquí se lleva a un nivel más allá.
En
Nacidos de la bruma no hay magos, sino brumosos y los propios
nacidos de la bruma. La capacidad de ambos es la de quemar metales y
se diferencian en que los brumosos sólo son capaces de quemar un
metal mientras que los nacidos de la bruma pueden quemar todos. Los
metales (latón, cobre, cinc, estaño, acero, hierro, peltre, bronce,
etc.) se ingieren en pequeños viales y el cuerpo los reconoce y los
va quemando (sea eso lo que sea) para obtener sus beneficios y
características sobrehumanas. Así, mientras que un brumoso que
queme peltre será mucho más fuerte que una persona normal, un
nacido de la bruma es capaz de aniquilar ejércitos enteros.
Pero
el metal más valioso es al atium, que permite ver el futuro y las
lineas de acción de un adversario, salvo que el mismo también esté
utilizando este metal, con lo que los efectos de ambos se
contrarrestan.
Esta
forma de magia se denomina alomancia y sus practicantes son
alománticos, la gran mayoría de familia noble o bastardos de
nobles, que fueron criados como si fuesen perros por el Lord
Legislador.
La
alomancia convive con la ferruquimia, practicada en Terris. Esta
forma de magia consiste en almacenar atributos físicos (fuerza,
velocidad, salud) o psíquicos (memoria) en reservorios metálicos en
forma de brazaletes, pendientes o anilllos de los metales
alománticos. Una vez hecho, el ferruquimista puede recuperar la
reserva de estos materiales, haciéndose más fuertes, rápidos o
capaces de recordar todo lo que han visto o leído hace años o
décadas. Pero todo tiene un precio: para ser más fuerte hay que ser
más débil durante un tiempo; para ser más rápido, hay que
sacrificar velocidad; para tener más memoria, hay que olvidar. Se
trata de un equilibrio, con la salvedad de que en general se consume
todo mucho más rápido que el tiempo que costó almacenarlo.
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Brandon Sanderson, el autor |
Por
último tenemos la hemalurgia, una mezcla de alomancia con magia de
sangre en la que entran en juego los clavos que tienen en el cuerpo
los inquisidores y otros personajes que nos iremos encontrando. Crear
un hemalúrgico viene a necesitar matar un alomántico de tal forma
que el clavo que acaba con su vida se empapa de su sangre y
proporciona otro tipo de poderes. Es una forma de magia que el Lord
Legislador utilizó en bastantes ocasiones para crear a la mayoría
de sus seguidores más fanáticos, pero que en el tercer libro
veremos que lleva casi a la derrota final.
Por
todo esto tengo sentimientos encontrados con esta trilogía de
Nacidos de la bruma. Notable en cuanto a originalidad, la
calidad de literaria me parece normal, tirando a deficiente. Por eso,
de momento, me parece que Brandon Sanderson ses encuentra no ya uno,
sino varios escalones por debajo de autores como George Martin o Joe
Abercrombie.
Dicho
lo cual, Nacidos de la Bruma es una obra imprescindible para entender
la literatura fantásitca del siglo XXI. Eso sí es necesario tener
espíritu crítico y ser conscientes de lo que vamos a leer.