Señores, ¡en pie!
George R.R. Martin lo ha vuelto a hacer. Sólo he leído de él los libros en castellano de Canción de Hielo y Fuego (magistral, ojalá llegue a terminarla) y Muerte de la luz (su primera novela, flojita). Pero El Sueño del Fevre, de 1982, es un libro muy agradable de leer.
Ya se adivinan en él aquellas virtudes que harán de Canción de Hielo y Fuego una serie imprescindible que ha revolucionado la Fantasía. Prosa ágil, capítulos de una extensión adecuada y que terminan en un miniclímax que hacen que el lector desee seguir leyendo (lo leí en una semana y el pasado jueves me dieron las 2 de la mañana con él a pesar de que al día siguiente tenía que trabajar... un capítulo más, a ver cómo sigue...) y un afán por hacer la puñeta a los protagonistas que a veces hacen odiar al autor. Sí, Martin tiene un poco de mala baba.
El Sueño del Fevre es una novela de vampiros ambientada en la década de los 50 del siglo XIX, cuando los vapores de palas eran los amos del Mississippi. Ciudades como San Luis o Nueva Orleáns están adecuadamente reflejadas; la ambientación de la vida en el río, la esclavitud, el período anterior a la guerra civil americana... todo brilla. Parece que estemos en el mismo puente del vapor, viendo el brillo del sol sobre las aguas mientras se escucha el rítmico sonido de las paletas golpear el agua... Las escenas son tan vívidas que hasta hace calor cuando leemos los pasajes que tienen lugar en las calderas, durante cierta persecución, rememorando las infernales condiciones de vida en estos trabajos.
Su calidad se ve infinitamente magnificada si se compara con otra novela de vampiros de reciente factura, Nocturna, y de la que ya hablé aquí. Todo lo interesante que es la novela de Martin lo tiene aquélla de pésima factura. El maestro de vampiros de Nocturna resulta risible en ocasiones, muy al contrario que el depravado Damien Julian de la novela de Martin. ¡Éste sí que da miedito y repelús! Pero, para mejorar la cosa, parece que los autores de Nocturna no se dan por aludidos y amenazan con perpetrar al menos una segunda parte.
Algún amiguete mío me dijo que El Sueño del Fevre estaba muy bien, pero que es mejor si no se sabe que es una novela de vampiros. Curioso, porque uno se da cuenta desde el capítulo 2. Pero aún así merece mucho la pena.
No es una obra maestra, pero bien se merece un 8, además de mi aplauso y esta recomendación.
¡Que aproveche!