sábado, 30 de octubre de 2021

El alienista (T1)

Diversos autores nos han mostrado la sordidez de los años finales del siglo XIX y los primeros del siglo XX. Una época de indudables avances económicos, científicos, sociales y culturales, pero también una época de desigualdades en la que los más débiles sufrían de una forma desproporcionada el precio a pagar por tan acelerado progreso. 

Las mujeres y los niños tenían las de perder, pero también inmigrantes, homosexuales y minorías religiosas o étnicas. Puede parecer que ahora está la cosa mal, pero entonces estaba mucho peor. Menos mal, por otra parte, o de lo contrario hubiéramos perdido más de cien años sin movernos del punto de partida. 

 


 

En el escenario del Nueva York de finales del siglo XIX se produce una serie de asesinatos de jóvenes, adolescentes casi niños, que tienen en común ser miembros de esos grupos de riesgo que comentaba más arriba. El asesino, que pondrá en jaque al Departamento de Policía de Nueva York, parece ser un hombre de mediana edad y apariencia de pertenecer a la alta sociedad del momento, que por aquel entonces era como decir ser miembro de la realeza en los republicanos Estados Unidos de América.

A través de los ojos del ilustrador de periódicos John Moore (Luke Evans), veremos los métodos de trabajo del doctor Laszlo Kreizler, alienista (especialista en el comportamiento humano, antecesor de los departamentos policiales que se dedican a entrar en las cabezas de los delincuentes para desarrollar un perfil psicológico que ayude en su captura). 

Ambos contarán con la ayuda de la joven Sarah Howard (Dakota Fanning), una de las primera mujeres en trabajar en la policía que lucha cada día por demostrar que puede hacer algo más que pasar a limpio los documentos. 

Con el trío también se encuentran los hermanos Isaacson, forenses del Departamento de Policía (y judíos, para seguir con el toque marginal) y los sirvientes del doctor Kreizler, de los que luego iremos sabiendo parte de sus historias y su relación con el doctor. 

 

 

También aparecen por aquí y por allá personajes reales, como el banquero J.P. Morgan (el inolvidable Michael Ironside de la serie V original y que luego seguimos viendo en cortos papeles como Desafío Total, Starships troopers o una de las infumables secuelas de Los inmortales) o el futuro presidente de los Estados Unidos y "héroe" de la Guerra de Cuba, Theodore Roosevelt. 

Escenarios fieles a la realidad, muchas escenas nocturnas, sordidez, persecuciones por tejados, sangre, personajes nobles, personajes odiosos... La serie de Netflix hace gala de una inmejorable recreación histórica de la época, que es el soporte sobre el que se construye la historia y el caso policial que la enmarca. 

Está basada en la obra de Caleb Carr, del mismo título. Aún no he tenido el placer de leerla, algo que espero remediar en el corto plazo, así que no puedo decir hasta qué punto la adaptacion es fiel al original. 

La primera temporada me ha gustado. Aún no he podido ver la segunda temporada, así que no puedo decir si la cosa va hacia arriba o hacia abajo, aunque hoy cotice a un esplendoroso 7,7 en imdb. 

Yo la recomiendo.

domingo, 24 de octubre de 2021

Partidas por WhatsApp

La situación de confinamiento que vivimos desde el 14 de marzo del pasado 2020 y todo lo que ha venido detrás, supuso un punto de inflexión en las relaciones sociales que todavía hoy perdura en parte. 

Las aficiones que se basan de manera principal en la interacción social, sufrieron un retroceso que solo ahora, en algunos casos, se está recuperando. Una de ellas son los juegos de rol. 

Soy aficionado a los juegos de rol desde hace treinta años. En los tiempos lejanos de la Edad de Oro, que podríamos datar en los primeros años de la década de los noventa del siglo pasado, nuestro grupo de juego se reunía una vez a la semana, los domingos por la tarde, para tirar dados y recorrer los mundos de D&D (principalmente, en su edición Advanced). Solo parábamos en los períodos de exámenes y en el verano, por aquello de absorber vitamina D en la calle.

Después de las vicisitudes de la vida, llevábamos unos cuantos años en los que nos reuníamos una vez al mes (más o menos), respetando el período estival. 

Horizonte de sucesos
 

El confinamiento llegó como un mazazo. Estábamos hablando de quedar con algo más de frecuencia (no mucha, pero algo más) o de quedar durante más tiempo las veces que lo hacíamos, pasando de un horario vespertino a uno totalmente nocturno. 

Así que hubo que improvisar. 

Somos un grupo heterogéneo, en el que no éramos demasiado optimistas de que las herramientas virtuales dieran un buen resultado.  Descartamos también utilizar Zoom, Skype o Teams, por diversos motivos. El que no nos veíamos capaces de respetar los turnos de palabra, o incluso de respetar el valor de una tirada, no fueron los menores de ellos. 

Un día, por sorpresa, lancé una partida por WhatsApp. Como los juegos por correo ordinario que se jugaban cuando yo empecé con esto, se me ocurrió que podría ser una buena forma de matar el gusanillo y esperar un cambio de la coyuntura actual que nos permitiera volvera reunirnos. 

La idea era que el director de juego lanzaba un planteamiento, una escena podríamos decir, y los jugadores interactuarían con ella para ir avanzando la historia. Esta tenía que ser lo más sencilla posible, pero lo suficientemente atractiva para que los jugadores se engancharan y mantuvieran el interés. Sin tiradas, sin reglas ni mecánicas conocidas, los jugadores también tenían que esforzarse y confiar en que el director de juego iba a ser imparcial.

Tras darle unas cuantas vueltas y esbozar un argumento breve en un folio y medio (un inicio de exploración espacial tipo Traveller que luego se complica con Mitos de Cthulhu), comenzamos. Abrí un par de grupos: el primero para la partida en sí, el segundo para los off-topics y consultas diversas para que la narración quedara lo más limpia posible.

El inicio fue prometedor. La sopresa inicial llevó al entusiasmo, lo que a su vez derivó en el primer problema: respetar los turnos. Corríamos el riesgo de que un jugador o dos llevasen el peso de la narración y el resto se conformara con ir a rebufo. No es lo que yo quería: los jugadores tenían que disfrutar. 

Nave arca

 

El segundo error, más grave, fue no saber atar en corto al jugador más problemático. Tras sucesivos tiras y aflojas, cada vez más enconados, hubo un medio suicidio-medio expulsión que de manera automática disipó el mal ambiente y el resto conseguimos acabar la partida a pesar de que a veces las respuestas se demoraban algo más de lo deseable.

El final no fue el más satisfactorio para los jugadores, pero desde el punto de vista narrativo no era para nada inesperado. Pocas veces los insignificantes humanos son capaces de vencer a los dioses ancestrales. 

La experiencia, en términos generales, resultó bastante satisfactoria. Fueron seis meses, desde mayo hasta noviembre, en que interactuábamos hasta llegar al clímax (que luego no lo fue tanto por las decisiones finales de los jugadores). La narrativa fue bastante coherente, la historia quedó chula y merece convertirse en un relato. 

No hemos repetido, más por pereza por mi parte que por otra cosa, mientras esperamos poder volver a reunirnos en sala. Pero sin duda lo recomiendo.

domingo, 17 de octubre de 2021

Mad Max: furia en la carretera

Max Rockatansky es uno de los iconos culturales de los años ochenta del siglo XX, con el rostro de Mel Gibson y personajes como el de la gran Tina Turner en Más allá de la cúpula del trueno. Bastantes años después, el personaje de Max se reinicia con Tom Hardy como estrella protagonista.

Mad Max: furia en la carretera nos ofrece todo lo que los aficionados de la saga estaban esperando. Tenemos un escenario postapocalíptico dominado por el desierto, con apenas un puñado de lugares medianamente habitables por una población que en gran parte sufre de taras fisicas debidas a la radiación. 

 

En un mundo así, el agua, la comida y el combustible se convierten en las materias primas que hacen girar todo, pero también las hembras sanas capaces de procrear son como un tesoro que las diferentes tribus protegen con fiereza. 

Uno de estos asentamientos es controlado por Immortan Joe, un albino de mediana edad que controla el caudal de agua desde un depósito elevado hasta el pueblo que mora anhelante en la ladera del acantilado que aloja los aposentos. Las partidas de guerra de Joe, albinos también que además están concienciados hasta el fanatismo, protegen las posesiones más preciadas del cacique. E Imperatrix Furiosa, su conductora de confianza, maneja el camión blindado con el que intercambia agua por combustible en la refinería cercana. 

Cuando Furiosa se desvía del camino y es obvio que huye, Immortan Joe sabe que algo anda mal. Los aposentos vacíos de sus mujeres de cría, no hacen sino confirmar lo peor y aumentar su ira, que se desata en los grupos de caza que envía en su persecución. En uno de ellos, como "bolsa de sangre" del guerrero Nux. 

Atasco en verano camino de la playa
 

A partir de ahí tenemos persecuciones, combates, explosiones y demás asuntos habituales, con un ritmo frenético, en una cinta de dos horas de duración (bastante apañada para los tiempos que corren), en la que en muchas ocasiones Max parece un secundario de una historia a la mayor gloria de Imperatrix Furiosa. 

Solo al final, cuando llegan al hogar ancestral de Furiosa y vemos de dónde viene en realidad, decae el ritmo y se sacrifica este en aras del mensaje que se quiere transmitir. Bueno, para gustos colores, pero estas películas de acción no casan bien con los sesudos análisis de la sociedad en los que algunos quieren convertir el cine actual. 

El tesoro más preciado de Joe
  

Mad Max: furia en la carretera ha servido para que las nuevas generaciones de espectadores conozcan a un digno Max, pero sobre todo para dar a conocer un nuevo personaje de impacto y confirmar a Charlize Theron como una gran actriz del género de acción.

La película se llevó seis óscar en categorías técnicas y fue nominada a la mejor película y mejor director, y cotiza hoy con un 8,1 en imdb. Las categorías técnicas suelen ser coto de películas de género, así que hasta ahí todo normal. Pero de ahí a estar nominada en esas dos categorías principales, me parece que hay un trecho El 8,1 en imdb me parece también bastante excesivo. 

La película está bien y nos proporciona lo que buscamos, pero tampoco hay que venirse arriba: es una película de consumo rápido a la que se le ha querido dotar de un mensaje para hacernos pensar un poco después de los títulos de crédito, pero su esencia ochentera es más poderosa. Y pensar no forma parte de ella.

sábado, 9 de octubre de 2021

Exhalación

Ted Chiang, el que una vez fuera joven prodigio del género es cada vez menos joven, pero se ha convertido por derecho en uno de los nombres propios de la ciencia ficción contemporánea, uno que merece ocupar un puesto entre los más grandes autores del género de todos los tiempos. 

Que lo sea tras haber escrito un puñado de relatos en más de veinte años de carrera, debería resultar sorprendente, pero si hacemos un repaso a los títulos y los premios que han recibido, quizá no deba sorprendernos tanto. 

Ted Chiang será conocido para los no familiarizados con la literatura de ciencia ficción como el autor de La historia de tu vida, en la que se basa uno de los fenómenos del cine de los últimos años: La llegada (no la he visto todavía). Este relato se publicó en el primer libro recopilatorio de Chiang. 

Lo que nos trae hoy aquí es el segundo recopilatorio, que lleva por título el de uno de los relatos incluidos: Exhalación. Lo vi en una estantería de la FNAC y por uno de esos azares del destino, cayó de pie en mi bolsa de la compra. 

Portada minimalista
 

Son nueve relatos, lo que aumenta la cuenta de Chiang ligeramente por encima de las dos decenas, en más de veinte años de carrera.  Todos tienen algo, pero hay tres o cuatro que sobresalen sobremanera del resto, alcanzando un nivel sobresaliente. 

El comerciante y la puerta del alquimista es un cuento de viajes en el tiempo con la apariencia de un relato de la mil y una noches. El determinismo es el personaje detrás de los personajes, que se ven empujados en la dirección correcta una y otra vez. Delicioso. 

Exhalación, el relato que da título a la colección, está ambientado en un mundo en el que el aire toma el lugar de la energía como motor de la vida y el universo. Así como la entropía en nuestro universo no para de aumentar, en este universo la diferencia de presiones es el motor detrás de todo. Un mundo que agoniza y que busca los medios para aumentar esta diferencia de presión. Muy interesante. 

 

Chiang
  

El ciclo de vida de los elementos del software es la historia de cómo el ser humano es capaz de pervertir todas sus creaciones, si se le da la libertad y el tiempo suficiente para hacerlo. Las inocentes mascotas virtuales que rompen el mercado del entretenimiento electrónico, están cada vez más amenazadas por aquellos que buscan nuevas sensaciones: torturas físicas y emocionales, perversiones sexuales, drogas virtuales... Algunos de ellos toman conciencia de su individualidad, en un remedo del Andrew de Asimov. Mientras, su creadora y un cada vez más reducido grupo de propietarios concienciados de su responsabilidad, tratan de protegerlos en un espacio virtual en permanente reducción. Para recapacitar.

La ansiedad es el vértigo de la libertad es otro ejemplo de perversión de la tecnología por parte del ser humano. En esta ocasión, el mecanismo que permite navegar entre realidades paralelas, aquellas que se van formando cada vez que tomamos una decisión, es utilizado por algunos espabilados para hacer negocio con las desgracias ajenas. Muy interesante.

No lo puedo negar. Ted Chiang me produce una intensa envidia en las pocas ocasiones en las que se ha prodigado en el mercado. Un artista del relato y la novelita corta, que ha dejado unas perlas por las que, insisto, será recordado por los aficionados durante mucho tiempo. 

Imprescindible.


domingo, 3 de octubre de 2021

Tres visiones de la Transición

La Transición Española es un período histórico que marca el paso de la dictadura a la consolidación de una democracia en la forma de una Monarquía Parlamentaria. Este período ha pasado de ser admirado, por la rapidez, limpieza y aparente solidez, a ser denostado por muchos que lo consideran una herencia del sistema anterior.

 Lo que es innegable es que nos ha dado el período más largo de estabilidad y prosperidad en la Historia de España desde... ni se sabe. Aún así, parece que no ha sido suficiente para ciertos sectores de nuevo cuño que buscan derruir lo construido entre todos para construir algo nuevo a su antojo. 

Si una palabra viene a la cabeza cuando uno piensa en la Transición, esa es CONSENSO. Se consiguió amalgamar una especie de pacto entre todos los sectores de la sociedad, dejando atrás las viejas heridas (esas que se están volviendo a descoser por los esfuerzos de unos y la desidia de otros). 

Otra pudiera ser VALENTÍA. La de unos LÍDERES, así, también con mayúsculas, que dejaron de lado objetivos cortoplacistas y partidistas y por una vez pensaron más en el beneficio real que se podía conseguir para una sociedad expectante. 

La Transición es un período histórico que me interesa mucho. Tengo algunos recuerdos, pues aunque era niño, era lo suficientemente mayor para atender a lo que sucedía a mi alrededor. Pero quiero volver a pensar y repensar en todo ello, y volver a admirarme por lo que entre todos, nuestros padres y abuelos fueron capaces de construir. 

Por eso he leído Puedo prometer y prometo, del periodista Fernando Ónega. Sirve para conocer el testimonio de primera mano de uno de los colaboradores más estrechos de esa inmensa figura que es Adolfo Suárez, que está siempre al límite de eclipsar todo lo demás. Y aunque está lejos de constituir un relato hagiográfico, incluyendo también algunos pasajes menos brillantes o incluso grises, se deja traslucir una admiración por la persona a la que toda una generación admiró. 

 


Inocencio Arias, el hombre de la pajarita y tertuliano, diplomático de carrera, hace un repaso por todos los presidentes de la democracia desde Suárez hasta Zapatero en su Los presidentes y la diplomacia. De todos ellos hay anécdotas: la rebeldía de Suárez ante la prepotencia de Valery Giscard D´Estaing; la altura política y personal de otro monstruo como Felipe González; o aquella cuando Aznar puso los pies encima de la mesa de la UE y estiró la cuerda hasta que los líderes de la Unión accedieron a discutir las demandas españolas. Calvo Sotelo fue demasiado breve y Zapatero demasiado risible hasta en los foros internacionales, aislado por su desconocimiento más elemental del inglés. A pesar de la presumible ideología conservadora del autor, este es capaz de extraer esto del texto y deja pasajes de auténtico elogio para el presidente González. 

 

 

Por último, he leído la última parte que conozco de la autobiografía de Alfonso Guerra, otra de las figuras públicas de calibre sin la cuál sería imposible entender este período de la Historia. Una página difícil de arrancar está escrita desde la cercanía, en una forma que parece bastante a una puesta a limpio de notas y reflexiones personales y, aunque está algo alejada del marco histórico (comienza en 1991, cuando el autor abandona o le hacen abandonar el Gobierno), echa con frecuencia la vista atrás a personas o hechos de importancia, así como muestra el progresivo distanciamiento con el presidente González. Si puedo ponerle un pero, no es otro que el excesivo sesgo ideológico que da a su discurso en alguna que otra ocasión


 

Tres visiones, en definitiva, que ayudan a comprender algo de lo que deberíamos estar más orgullosos de lo que estamos, por esa sempiterna tendencia española a menospreciar los logros propios y ensalzar los ajenos. Vivimos en un Estado de pleno derecho, una de las pocas consideradas democracias plenas en el mundo, que intenta solucionar los problemas y desigualdades inherentes a un sistema económico que las fomenta. No vivimos en un país donde no sea posible ejercer los derechos básicos del ser humano, como algunos quieren hacernos creer mientras progresan en la pirámide social a base de pisar las ilusiones de votantes bienintencionados y en algunos casos desesperados. 

Pongamos en valor lo nuestro y conozcamos a figuras de todos los colores políticos, cuya talla personal e intelectual se encuentra a años luz de lo que estamos condenados a sufrir hoy.