domingo, 26 de marzo de 2023

La cultura (#1 a #4)

Estuve esperando la ocasión de leer las novelas de La Cultura desde hace mucho tiempo. Con toda seguridad, desde el siglo pasado cuando leí la sinopsis de Pensad en Flebas en la revista Solaris. Aquello se me quedó en la cabeza y se fue retroalimentando cuando leía alguna noticia sobre la serie, con muy buenas críticas, o sobre el autor. 

El año pasado organicé mis lecturas por géneros y en el apartado de Ciencia Ficción decidí llegado el momento de comenzar la tarea. 

Tremenda decepción. 

Pensad en Flebas me desconcertó. Esperaba una space opera al uso y, aunque está lejos de ser un libro de ciencia ficción dura, el entorno es lo suficientemente extraño como para que me resultara incómodo y no me ubicara en ningún momento. Me pasó también con La estación de la calle Perdido y la sensación fue tan fuerte como para que no haya vuelto a leer nada de China Miéville desde entonces.

 

 

La historia del cambiaformas que utiliza sus facultades biológicas para inflitrarse en La Cultura y conseguir los objetivos de su misión no deja de ser interesante, pero la sensación de desconcierto me impidió disfrutar. 

Sin embargo el segundo libro, El jugador, me encantó. La historia de un jugador profesional reclutado por La Cultura para competir en un juego que está a medio camino del rito religioso en un planeta alienígena me enganchó desde el principio 

Iain Banks consiguió que, a pesar de que el juego no se parezca a nada conocido, me resultara en cierto modo familiar con una mezcla de juego de rol y wargame ciertamente atractiva. 

 

 

El libro además cierra bien o, por lo menos, de forma satisfactoria como para dejar un buen sabor de boca y con ganas de leer el tercer volumen. 

El uso de las armas mantiene más o menos el nivel. Aunque El jugador me resultó más entretenido, la historia del tercer libro está solo un pasito por detrás. El personaje principal, ese agente de La Cultura especialista en desestabilizar regímenes de sistemas enteros y su experiencia en el combate personal, atrapa desde el principio. 

La historia personal también es muy interesante, así como el modo de narrar con dos líneas temporales que llegan a un punto de encuentro con giro final que, al menos para mí, fue totalmente inesperado y me dejó con cara de WTF de libro. 

 


 

La tendencia ya no se mantienen en el siguiente libro, un volumen de relatos en el que hay algunos ambientados en La Cultura. Cómo será la cosa que Última generación no me ha dejado ni siquiera un recuerdo. Ha pasado por mi cabeza sin pena ni gloria. 

No obstante, optimista yo, pensé que podía tratarse de un accidente y decidí abrir el cuarto libro de la serie. 

 

 

Tanto optimismo se demostró un error. Excesión, una historia de inteligencias artificiales que se encuentran con un objeto extraño en la galaxia, me resultó en exceso aburrido, si se me permite el juego de palabras. 

Me costó leerlo un mundo, muchas horas pasando las páginas como un autómata, y supuso la decisión de pasar a mejores historias, a poder ser. 

 


El balance se podría considerar aceptable: dos libros bastante buenos, uno regular y dos malos. Ni para ti ni para mí. Pero cuando hay tantas cosas por leer y tan poco tiempo por delante, hay que priorizar. 

Lo bueno es que los libros son de lectura independiente, así que podéis pasar directamente a los buenos y no tocar los malos ni con un palo.

martes, 14 de marzo de 2023

Tres años del fin del mundo

Durante los últimos tres años he evitado cualquier referencia explícita a la covid-19, el coronavirus, el confinamiento y todo lo demás asociado a estos temas. Fue una decisión consciente, sobre todo por salud mental. 

Hoy rompo esa norma autoimpuesta, cuando se cumplen tres años del confinamiento que nos tuvo más de dos meses encerrados en casa (a la mayoría). 

Recuerdo como si fuera ayer los días previos. Primero, las noticias que venían de China, cada vez más importantes y ocupando más hueco en los periódicos y en los telediarios. Empezamos a ver rostros que luego serían demasiado familiares, empezando con Fernando Simón. 

Luego, el goteo de casos fuera de China, en Europa y luego en España. A pesar de todo, la cosa parecía controlable o no muy diferente de la pandemia de gripe A, que en sus inicio siguió el mismo patrón informativo. 

 

Me empecé a preocupar de verdad cuando vi el caos en Italia y los primeros confinamientos locales y regionales. Aquí era Carnaval y aproveché el festivo para hacer la compra: pasta, legumbres, alimentos no perecederos, etc... Un poco de todo, excepto papel higiénico. No dije nada a nadie fuera de casa para que no me tomaran por un flipado. 

Un par de semanas después... fui a Cartagena por viaje de trabajo. Hice noche previa en Madrid y cuando llegué al hotel hice lo que nunca había hecho antes: puse toallas encima de las mesillas de noche, para colocar las cosas encima, no encendí la tele ni bajé a cenar a la cafetería. Los grupos de WhatsApp de amigos y familia hervían.

Cuando llegué a Cartagena me llevé un golpe psicológico: control de temperatura y prohibición de acceder al punto que iba a visitar de la instalación. Vuelta a casa de vacío. Era jueves y decidimos que las niñas irían al colegio el viernes y ya no volverían hasta las vacaciones de Semana Santa. Nos ahorraron el mal trago cerrando los colegios. 

 


 

Y el sábado, inocente de mí, salí de casa con mi hija mayor para ir al McDonald´s a comprar la comida como cada fin de semana. Calles vacías, salvo algún despistado como yo y, por supuesto, todo cerrado. 

Nunca olvidaré la sensación, mezcla de miedo y alivio por estar encerrado en casa, teóricamente a salvo. Digo teóricamente porque mi mujer trabaja en el hospital y cada día salía de casa a su puesto de trabajo mientras nos quedábamos las niñas y yo en casa.

La situación no era buena, la verdad. Mientras intentábamos que las niñas sufrieran lo mínimo emocionalmente, mi cabeza no paraba de dar vueltas. Angustia por familiares, sobre todo nuestros padres ya mayores. Miedo cuando iba a comprar, con guantes, pero sin mascarilla. Las miradas de los demás clientes, la distancia, las prisas por salir cuanto antes del supermercado.

Lo peor era ver las noticias. Cada vez más contagiados. Cada vez más muertos, con picos de más de mil fallecidos al día cuando ya llevábamos casi un mes encerrados. Imágenes del ejército con trajes encapsulados limpiando residencias geriátricas. Aquello parecía otro planeta, un universo distópico que nos había alcanzado sin comerlo ni beberlo. 

 

 

La familia y la rutina me salvaron de una espiral de desánimo y desazón: trabajo, ejercicio físico, lectura y televisión me ayudaron a pensar en otras cosas; jugar con las niñas me hacía olvidar lo malo. Hasta que llegaba la noche y volvíamos a estar solos en nuestro dormitorio. 

Vuelvo la cabeza hacia atrás y me parece mentira haber vivido aquello. Al tiempo resulta estremecedor y parece lejano. Todavía hoy impactan imágenes de programas grabados en los que aparece la gente con mascarilla. Pero yo la sigo llevando cada vez que subo o bajo en ascensor, por ejemplo. 

Nunca pensé vivir algo semejante. Supongo que dentro de treinta o cuarenta años se seguirá recordando aquello, siempre que no haya sucedido algo todavía más gordo que nos borre de la faz de la tierra. 

Mientras tanto, pensamos en la suerte que tuvimos. Nuestra familia directa salió más o menos indemne. No hay mucha gente que pueda decir lo mismo. 

Hace ya tres años que el mundo se paró.

domingo, 12 de marzo de 2023

No mires arriba

No mires arriba tuvo mucho hype allá por 2021 cuando apareció en Netflix. Todo el mundo hablaba de la película que de una forma ácida criticaba la sociedad actual, la superficialidad y las carencias para tratar los temas serios con una mirada adulta. 

Las vergüenzas se muestran cuando el mundo se debe enfrentar al descubrimiento de un asteroide en rumbo de colisión con nuestro planeta, del tamaño suficiente para que el sistema Tierra sufra un reinicio en caliente.

Un cartel de diseño minimalista

 

El Dr. Randall Mindy (Leo di Caprio) es el responsable del descubrimiento realizado por su alumna Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence). Deciden comunicar el hecho a las autoridades. Para su sorpresa, estas pasan bastante del tema, así que deciden darlo a conocer al gran público apareciendo en programas de televisión que, sinceramente, tampoco están demasiado interesados en el asunto. 

La sorpresa de ambos protagonistas da paso a la forma en la que ambos enfrentan la realidad de una muerte segura en apenas unos meses y al mismo tiempo intentan superar sus fantasmas interiores, cada uno a su manera, y la frustración que les produce la ceguera de la sociedad ante un desafío de tal magnitud. Incluso superan unos momentos de euforia, sobre todo el doctor Mindy, cuando el descubrimiento del asteroide letal les convierten de la noche a la mañana en celebridades a escala global. 

 

¿Qué es esa luz?

 

Después, a medida que el momento definitivo se acerca, pasan por otro período de aceptación, el de la propia mortalidad, la certeza de que después de la fecha y horas señaladas, no quedará nada de este mundo ni de las personas que lo habitan. Seguramente la Tierra seguirá su periplo, pero todo habrá cambiado en apenas unos segundos y lo que se desarrolle de las cenizas del incendio no tendrá nada que ver con lo que se deja atrás. 

La película entretiene. La verdad que hay momentos bastante hilarantes, Leo y Jennifer están descomunales y además están rodeados de personajes de lo más variopinto, como la presidenta de Estados Unidos y su hijo (Meryl Streep y Jonah Hill) o el personaje de Timothée Chalament, un joven bastante peculiar con el que Kate Dibiasky mantendrá una relación. 

Además hay una pléyade de rostros conocidos: Cate Blanchett, Ron Perlman, Mark Rylance, Ariana Grande, Melanie Lynskey, Michael Chiklis o Paul Guilfoyle. A lo mejor algunos nombres no suenan, pero seguro que sus caras son bien conocidas. 

 

Reinicio de sistema

 

El caso es que, a pesar de tenerlo todo en apariencia, No mires arriba se me queda un poco corto como crítica social y se queda en una película interesante, entretenida y poco más. A veces pasa: te venden el producto con una idea, en ocasiones buscada y en otras sobrevenida, y cuando lo consumes se queda un poco WTF, quizá porque en tu cabeza tienes una idea preconcebida que no se ajusta a la realidad. 

No obstante, es una película que recomiendo para pasar un buen rato. Este 7,2 que muestra hoy en imdb está bastante ajustado. 

Uno de los pelotazos de Netflix a lo largo de estos últimos años.

domingo, 5 de marzo de 2023

The Witcher (T2)

La primera temporada de The Witcher estuvo bastante bien, pero fue un poco confusa incluso para los seguidores de los videojuegos o de los libros. Esta segunda temporada viene a corregir un tanto ese problema, con unos capítulos bastante más centrados y un objetivo que en apariencia es mucho más claro que la primera entrega. 

En consecuencia, me pareció bastante mejor dentro del tono general de la serie, que me gusta mucho. 

Pero es que además de la mayor claridad de la historia, los personajes han crecido una barbaridad. Sobre todo la joven Ciri, la leoncilla de Cintra, a la que por fin vemos en compañía de Geralt. Es ella el personaje central de la temporada, hasta tal punto que podríamos decir que todos los demás giran a su alrededor, incluido nuestro brujo favorito, como si fueran sus satélites. 

 

La verdadera protagonista
 

Veremos el inicio de su entrenamiento como bruja en Kaer Morhen y aprovechamos para aprender más cosas sobre los brujos, además de ver a unos cuantos viejos amigos, como Vesemir, el anciano brujo que es ahora el líder de la escuela del lobo. 

Ya tendremos además las primeras menciones a la Cacería Salvaje y la búsqueda que emprenden de la joven Cirilla, al tiempo que iremos comprendiendo las motivaciones de los elfos, el racismo latente o no que hay en muchos reinos del norte y cómo Nilfgaard se intenta aprovechar de la situación. 

Mientras tanto, nuestro brujo favorito se las verá canutas para proteger a su niña de la sorpresa de todos los peligros que la acechan, de los que los temores de los hechiceros a lo que podría llegar a hacer Cirilla si controlara todo su poder. Algunos pretenderán acabar con ella antes de que se convierta en una amenaza tangible mientras que unos pocos intentarán protegerla, aunque bajo sus condiciones y teniendo en mente una idea preconcebida de lo que la chica tiene que hacer. 

Ciri en Kaer Morhen
 

Solo Geralt apoyará a Cirilla de forma incondicional, dispuesto a aceptar sus decisiones aunque no le gusten y a protegerla de todo y de todos, aún a costa de su vida. La lealtad de Geralt a esta niña es inquebrantable y para mí es uno de los puntos fuertes de esta temporada, su esencia, al igual que ocurre en los videojuegos y en los libros. 

Puede que la serie se separe poco a poco del canon de los libros, pero no por eso es menos interesante y los personajes mantienen gran parte de su esencia. 

The Witcher sigue siendo una serie muy recomendable. No en vano cotiza con un soberbio 8,1 en imdb a fecha de hoy. 

 

Sardinilla con Geralt
 

No obstante, los negros nubarrones que se aprecian en el horizonte me preocupan. La salida de Henry Cavill después de la T3 y su sustitución por Liam Hemsworth me provocan cierto vértigo. De acuerdo que ninguno de los dos me parece un actor del método, pero por lo menos Cavill llena las botas de Geralt con decencia. Está por ver qué va a poder hacer el hermano de Thor. 

Pero mientras llega ese momento, disfrutemos de lo que tenemos y de lo que va a llegar en breve.