domingo, 19 de noviembre de 2017

Vikingos (T4.2)

Resulta que la cuarta temporada de Vikingos se emitió en dos partes de diez episodios cada uno y esto me pilló despistado. Vamos, que vi la segunda parte de la temporada de casualidad. 

La primera parte de la temporada nos había dejado con la vuelta de Ragnar a Kattegat y su enfrentamiento con sus hijos, y la segunda parte comienza exactamente en el mismo punto. Se profundiza en la relación entre los hijos de Ragnar, especialmente la de Ivar y sus hermanos (todos los hijos de la reina Aslaug), más que con su medio hermano Bjorn. 

Ivar Sin Huesos, el nuevo zorro vikingo


La segunda parte de la cuarta temporada es la del relevo (atención, SPOILER): Ragnar deja de ser personaje principal para que la saga se centre en todos sus hijos. La forma de hacerlo es muy buena: Ragnar busca la forma de volver a Wessex, donde el rey Aella acaba con su vida, así que sus hijos buscan venganza tanto del rey Ecbert como del rey Aella. 

De esta forma, con verdaderas batallas campales enlos campos de lo que hoy es el Este de Inglaterra, Vikingos muestra una vez la astucia en batalla de los hombres del norte, en especial del tullido Ivar, que es capaz de compensar su incapacidad física con una inteligencia y astucia fuera de lo normal, volviendo locos a sus rivales con marchas y contramarchas que hacen que el ejército del príncipe Aethelwulf sea incapaz de presentar batalla hasta que Ivar lo considera oportuno. 

La temporada 4.2 es una temporada de contrastes, destacando la estrella descendente de Ragnar (más evidente en cuanto que tiene que sobornar a la pandilla de desharrapados que logra reunir para navegar hacia Wessex, perdido ya el carisma de lider que tuvo durante años) frente al nuevo fulgor de Bjorn e Ivar. Pero al mismo tiempo se va forjando una nueva rivalidad entre los mismos hijos de Ragnar, aunque parece que Bjorn está más interesado en explorar nuevos horizontes antes que en acumular poder. 

De incógnito


Mientras tanto Lagertha, como reina de Kattegat, mantiene un frágil (o no tan frágil al final) equilibrio para mantenerse en el trono, a la espera de lo que puedan hacer los hijos de la reina Aslaug para (atención SPOILER) vengar su muerte. Como también tendremos que prestar especial atención a Halfdan el Negro y qué narices se trae entre manos el que prometió llegar a ser rey de toda Noruega.

Está por ver si la serie puede mantenerse sin un personaje tan carismático como Ragnar el astuto, pero las imágenes que he podido ver de la quinta temporada hacen ser optimistas. 

Es tiempo de guerra civil. 




sábado, 4 de noviembre de 2017

RuneQuest 6

Creo que RuneQuest ha sido el primer juego de rol que conocí en mi vida. Por aquella época (finales de los años ochenta del siglo pasado) ya estaba metido hasta las trancas en el mundo de la literatura fantástica, ya había leído El hobbit y también El señor de los anillos y había jugado algún que otro título de Elige tu propia aventura. Se podría decir que el campo estaba sembrado para el siguiente paso: jugar a rol. 

Así que cuando me enteré que mi amigo Rodrigo tenía el RuneQuest Básico y el RuneQuest Avanzado publicados por JOC Internacional, se los pedí y me los leí del tirón, descubriendo que las aventuras que había estado leyendo también se podían protagonizar. 

Tardamos mucho en jugar RuneQuest. Primero fue ESDLA / MERP (también de JOC) y luego, durante mucho tiempo, el rey sin discusión fue ADD con algún paréntesis poco fructífero de La llamada de Cthulhu, pero el descubrimiento de la ampliación de RuneQuest Vikingos fue lo que nos empujó a probar. 

Después de muchos años estoy sufriendo lo mismo que a otros compañeros de afición: ahora tengo dinero para pillar material y manuales, pero no tengo tiempo para jugar. O no tengo con quién jugar, que lleva a la misma incómoda situación. 

Todos los años reúno un poquito de lo que llamo frikigeld, atesorado con paciencia, moneda a moneda de 2 €. Y cada día de Año Nuevo abro la hucha y cuento mis monedas como Smaug en Erebor. Con una parte de este frikigeld cayó la nueva edición de RuneQuest 6



Que, todo hay que decirlo, ha sido decepcionante. 

Un tomo de casi cuatrocientas páginas, con tapa blanda y papel de una calidad discutible (nada que ver con las nuevas ediciones de Ars Magica o Pendragón, sin ir más lejos) no justifican el desembolso de más de 40 € que cuesta hoy en día cualquier manual de rol. Es más, dudo mucho que el volumen en cuestión pudiera sobrevivir mucho tiempo a una vida de juego medianamente decente, sino que se acabaría ensuciando y desmontando más pronto que tarde. 

Además las ilustraciones son de una calidad también discutible y, salvo la portada y la contraportada, no hay una sola página en color. Buf....



En cuanto al juego, lo han simplificado bastante: ahora hay estilos de combate, algo así como kits que incluyen todo lo necesario para desempeñarse en ese estilo sin tener que gastar puntos de habilidad en las armas separadas. Demasiado sencillo para mi gusto, quizá no tanto para los tiempos que corren en los que no prima precisamente el esfuerzo. 

Una idea que sí me parece buena es que las habilidades a emplear se ajustan dependiendo de la dificultad de la acción a realizar con un cierto orden, sin depender de arbitrariedades del árbitro... Seguramente simplifica también el juego en mesa. 

No soy capaz de hacerme con la magia de RuneQuest. Ni antes, ni ahora: los tipos clásicos basados en los espíritus, los dioses y los hechizos suman ahora un tipo de "magia" que entrecomillo porque se parece bastante a las disciplinas de monje, tipo oriental; o sea, un batiburrillo de técnicas de concentración que permiten realizar proezas físicas que no serían posibles en otro contexto. Y el problema de siempre: poco donde elegir.

El mismo problema que tenemos en el bestiario: hay poco donde elegir... Y añadimos que Glorantha como mundo de juego nunca me ha atraído mucho. Creo que permaneceré fiel a mi RuneQuest de siempre y a mis partidas de Vikingos, en las que un bestiario reducido no tiene por qué fastidiar la diversión


El tema de las ilustraciones, para hacérselo mirar.