martes, 19 de diciembre de 2023

Gregor Eisenhorn, inquisidor

La magnitud y complejidad del universo de Warhammer 40K puede echar para atrás a muchos aficionados. De hecho, yo no he realizado mi primera incursión hasta el año pasado en que probé con la trilogía de Dan Abnett sobre el inquisidor Gregor Eisenhorn y que componen Xenos, Malleus y Hereticus, que se pueden encontrar en una edición ómnibus que recopila los tres, algo que parece bastante habitual tanto en este universo como en el de Warhammer. 

No sé si he tenido suerte, porque mira que hay libros de Warhammer 40K y, cuando uno se aventura en leer libros de franquicias, la probabilidad de darte de morros con un peñazo no es nada desdeñable, pero la verdad es que me ha gustado mucho esta trilogía. 

 

Ómnibus

Vale, he elegido para empezar a un autor como Dan Abnett, que por lo que he podido leer es uno de los autores más valorados por los aficionados, si no el que más. Si tuviera que buscar un autor equivalente, no puedo evitar pensar en R.A. Salvatore. Lo cual, siendo sinceros, tampoco tendría que verse como un halago, porque la calidad de Salvatore más allá del atractivo del personaje de Drizzt, es discutible. 

Pero eso es, como se suele decir, otra historia y es hora de centrarse en Warhammer 40K. 

 

 

El 41º milenio está lejos de ser un lugar paradisíaco. La Humanidad, gobernada por el inmortal Dios-Emperador, domina infinidad de sistemas, pero siempre se encuentra amenazada por el enemigo interior de la corrupción y el exterior de las hordas del Caos. 

Son los inquisidores, entre otros, los que velan por la integridad del Imperio de la Humanidad, luchando con todos los medios a su alcance, dando su vida incluso por el Dios-Emperador. A veces, por desgracia, un inquisidor cae en desgracia cuando su infatigable estudio le lleva por tortuosos caminos lindando con la herejía, y el brazo secular se ve obligado a actuar con todo el peso de la ley.

 


Uno de esos inquisidores es Gregor Eisenhorn, que forma un grupo de funcionarios y civiles bajo su mando, trabajando muchas veces en la sombra, con riesgo de su vida y su hacienda, incluso arriesgando las de antiguos amigos y colaboradores. 

El universo de Warhammer 40k tiene una interesante mezcla de magia y tecnología, además de telepatía. Grandes naves que surcan el espacio y que pueden saltar enormes distancias en una especie de hiperespacio, marines espaciales embutidos en poderosas armaduras que convierten a un hombre en todo un ejército, mechas, vehículos acorazados, etc. El nivel tecnológico es tal que es posible alargar casi de forma infinita la vida de un hombre mediante implantes, casi hasta hacer desaparecer al ser original, o implantar su consciencia en un objeto mundano con el que se puede interactuar, como Eisenhorn sufrirá en sus propias carnes. 

 


Todo esto está reflejado en el grupo heterogéneo de personajes que acompañan a Eisenhorn: Uber Aemos es una especie de erudito, físicamente disminuido, cuya labor es recopilar toda la información posible de un tema que permita a Eisenhorn trazar sus planes; Godwyn Fisching es el guerrero, el tanque del grupo; Midas Betancore es el piloto personal del inquisidor, sustituido en un punto de la historia por su hija Medea... Pero a mí quien me encantaba es Alizebeth Bequin, que se une al grupo de forma un tanto accidentada, pero resulta ser una de las colaboradoras más valiosas porque posee la rara cualidad de anular los poderes telepáticos a su alrededor, a costa de sufrir el rechazo de la mayoría de las personas con las que se cruza (una especie de repugnancia psíquica, se podría decir). 

La trama, que transcurre en un lapso de décadas, es variada también. Desde amenazas de razas alienígenas hasta la omnipresente presencia del Caos y sus agentes, socavando la jerarquía y el orden en las remotas provincias del Imperio. Eisenhorn saboreará el dulce premio del éxito y el amargo sabor de la derrota más absoluta, solo para levantarse y hacer frente a los enemigos del sagrado Dios-Emperador de la Humanidad, bendito sea por siempre.

 

El autor
 

Hace poco se ha publicado una nueva novela, Inquisición, que no he tenido aún la ocasión de leer, pero que intentaré hacerlo sin duda, esperando que sea al menos tan buena como el resto de la trilogía. La edición ómnibus contiene, además, el atractivo de incluir una serie de relatos cortos basados en el personaje e intercalarlos entre los libros. Abnett es sorprendentemente bueno también en el campo del cuento corto. 

En resumen, trilogía recomendable y una inmejorable puerta de entrada a un vastísimo universo. Seguro que encontraré algún asteroide en el que estrellarme, pero seguramente leeré algo más, casi seguro relacionado con la Herejía de Horus. 

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