Estamos de nuevo cinéfilos y hoy toca comentar la película El truco final (The prestige).
Una de las cosas buenas que tiene la televisión del Principado, la TPA, es que pone buenas películas y además sin publicidad. Otra cosa buena es que el segundo canal va desfasado una hora respecto al primero.
El truco final es una película que tenía ganas de ver. Forma parte de un fenómeno curioso que se da de cuando en cuando: el coincidir en el tiempo dos peliculas de similar temática de las que, normalmente, una de ellas triunfa y la otra fracasa más o menos miserablemente. Ejemplos: Robin Hood de Kevin Costner y la otra; 1492 y la otra del descubrimiento; Armaggeddon y Deep Impact; El sexto sentido y Los otros (estas dos no coincidieron tanto en el tiempo).
La pareja de El truco final es El ilusionista, con Edward Norton de protagonista, que me gustó bastante pero de la que apenas tengo recuerdos (suele ocurrirme; para algunas cosas tengo memoria de pez). Y entre ellas no sabría decir cuál es la buena y cuál es la mala.
En El truco final tenemos un reparto bastante apañado y brillante en ocasiones: Christian Bale, Hugh Jackman (este tío no es solo Lobezno, creedme), Scarlett Johansson, Michael Caine (el ingeniero que fabrica las herramientas de los trucos...).
La peli está narrada a saltos entre el tiempo presente y varios feedbacks que provienen de la memoria y/o los diarios de los protagonistas, mientras que la historia se reduce a la rivalidad entre los dos ilusionistas. Rivalidad que viene desde la época en la que eran jóvenes y actuaban como ganchos de otro ilusionista de renombre. Esta historia está bastante bien narrada y con un buen pulso que mantiene el interés en todo momento. La resolución es lo que a mí me termina de fallar: si bien el truco empleado por el personaje de Bale es, aunque poco creíble realmente, lógico y natural, el empleado por el personaje de Hugh Jackman entra de lleno en la ciencia ficción con un algo de disquisición metafísica que no termina de encajar en el tono general de la película. Aún así, el resultado es bastante interesante y la película se deja ver durante las cerca de dos horas de metraje.
Aunque en un principio el personaje de Bale es el "malo" y el de Jackman el "bueno", a la larga los dos están llenos de matices que hacen que ninguno de ellos merezca nuestro rechazo y que los dos capten nuestra simpatía, en un momento o en otro.
¿Lo peor? La introducción de la figura del genio Nikola Tesla. Y también la elección del ¿actor? encargado de encarnarlo... David Bowie no aporta nada, si exceptuamos los iris de sus ojos, a la excepcional figura del inventor croata, envidiado por el mismísimo Edison.
Para pasar un buen rato. Un seis. Si no estuviera Bowie, un siete.
Por cierto, el cartel es penoso.