jueves, 29 de diciembre de 2011

El puente de los asesinos

Tras casi cinco años de sequía, vuelve el capitán Diego Alatriste y Tenorio, señor soldado, acompañado por Íñigo, Sebastián Copons, el moro Gurriato y hasta don Francisco de Quevedo y esta vez en un marco incomparable como es la península de Italia, en la época un mosaico de estados en los que la Monarquía Hispánica jugaba el papel de árbitro y dominador absoluto.

Parece que fue ayer cuando dejábamos a nuestros protagonistas en una galera del Mediterráneo, salvados por los pelos de caer prisioneros del Gran Turco cuando, casi sin solución de continuidad, aparecen en Nápoles. Allí verán a don Francisco, que les ofrecerá un trabajo adecuado a su valía, de gran riesgo, pingües beneficios y nulo reconocimiento. Lo de siempre, vamos. 

Nada menos que asesinar al Dogo de Venecia. 


Plaza de San Marcos. Venecia.
 Esta es la excusa con la que Arturo Pérez - Reverte, dando muestras una vez más del conocimiento de la época que les ha tocado vivir a nuestros personajes, nos invita a sumergirnos en el caos de la política italiana de la época y de las grandezas y miserias de ese crisol de nacionalidades que era la Monarquía Hispánica de su Católica Majestad, el cuarto Felipe, visitando Nápoles, Roma, Milán y la cabeza de la Serenísima.

Acostumbrado ya al estilo de don Arturo, me sumergí gozoso en esta nueva aventura. Me parece oler el acero, cuero y sudor, sentir el frío del duro invierno en Venecia, oír pasos a mi espalda y echar mano a la espada, para encontrarme con el viejo Gualterio Malatesta. Una vez más, voto a mí.


Y es que la nueva entrega no defrauda a los seguidores de las aventuras del Capitán. Hay acción, suspense, resignación y traición. Hay desdichas y alegrías. Pero, sobre todo, hay amargura, aunque también orgullo de lo que fuimos como nación. 

Extrapolándolo a nuestros días, con la que está cayendo, no está mal que recordemos de dónde venimos y que nos recreemos en esos momentos de la Historia en la que España regía el mundo y el Rey era el árbitro de la política mundial de la época. A costa, como siempre, de los sacrificios y el orgullo del pueblo. Porque hay cosas que no cambian y no lo harán nunca.

Volviendo al libro, se lee en dos patadas. A ello ayuda, no sólo el buen hacer del autor y lo atractivo de la historia, sino el tipo de letra utilizado y los amplios márgenes. Porque estos de Alfaguara imprimen libros de 350 páginas que, si se maquetaran del mismo modo que otros, apenas llegarían a las 250. 

Lo dicho, recomendable, muy recomendable. Un buen regalo para estas Navidades, por ejemplo. Por encima de la excelente media de la serie.

Un ocho, sin dudar.

¡Qué pena que la adaptación al cine se hiciera tan comprimida! Si hubieran tratado de adaptar los dos primeros tomos en lugar de cuatro, al público en general hubiera entendido mejor la cosa y quizá estaríamos hablando de una exitosa serie de cine patrio.

Pero eso es otra historia.

domingo, 18 de diciembre de 2011

La legión del águila

Un peplum más tras la estela de Gladiator... Ya os podéis imaginar. 

Efectivamente, no hay mucho que contar. Un oficial romano, un tal Marco Flavio Aquila (original y bien traído, ¿eh?; anda que no son agudos los guionistas, cuando quieren) pide ser destinado a un puesto de avanzada en Britania, para tratar de lavar el nombre de su familia. Su padre, oficial de la Novena Legión, fue visto por última vez portando el águila de la legión y huyendo de las tribus ¿pictas? más allá del muro de Adriano. Ni la Novena, ni el padre ni el águila volvieron nunca y la Novena fue desmantelada.

O sea que los Aquila perdieron su honor por culpa de un águila. Anda, que...


 Pero eso no es todo. Durante su convalecencia, Marco escucha noticias sobre el estandarte y se propone recuperarlo. ¿Solo? No, con su esclavo Esca, que es algo peculiar. 

Y hasta aquí puedo leer. La cinta continua con un despliegue de paisajes verdes de lo que suponemos es Escocia pero que cuando ves los títulos de crédito y los nombres de los que han trabajado en la producción resulta más probable que sea Hungría. Marco Aquila y Esca llegan al poblado donde está el estandarte y por supuesto logran huir con él. 

Pero el negocio se complica. Marco está herido y no puede dar un paso más. Los bárbaros están sobre sus talones, ya pueden oirlos y casi olerlos... La cosa está muy malita, así que Marco decide que será un héroe y manda a Esca huir y salvar la vida. Por supuesto, le devuelve su libertad. Y... batalla épica con la compañía de los veteranos de la Novena que no estaban muertos, estaban de parranda. Más bien, ocultos por vergüenza. Y es que Aquila no solo trata de recuperar su honor, sino que les da a todos la oportunidad de luchar por el suyo. Pero eso es otra historia.

Dicho así puede parecer hasta interesante, pero la verdad es que me aburrí bastante. Channing Tatum (palabra que es la primera vez que veo este nombre) no tiene más que una cara de palo bastante importante, lo que tampoco es tan grave o si no veamos a Roger Moore (El Santo, James Bond...). Jaime Bell no podrá dejar de recordar siempre a Billy Elliot, pero tampoco anda muy sobrado de recursos, así que...

La historia tampoco da más de sí y está repleta de tópicos. Entretiene y poco más, aunque hay que echarle un poco de voluntad para llegar al final. Aún y así, está cerca del aprobado. Un cuatro.

¡Ah! Y sale Donald Sutherland, con la cara de cínico que tanto le da de comer últimamente. Parece que se apunta a todas (Los Pilares de la Tierra).

domingo, 11 de diciembre de 2011

El ZX Spectrum

Hace ya unos cuantos años, algo así como veinticuatro o veinticinco, mi hermano se fue a cumplir con la Madre Patria y hacer la mili. No sé para que sirvió aquello, tanto para la Madre Patria como para mi hermano. Para mí fue el descubrimiento de un turrón de chocolate como nunca más volví a ver, y para disfrutar de un flamante ZX Spectrum +, maravilla tecnológica del momento, con el que pasamos horas y horas jugando.

ZX Spectrum de 48 Kb y teclas de goma

Si no recuerdo mal la historia, por aquel entonces había en Madrid una especie de tienda en la que se podían adquirir bienes que la policía había incautado, a precios bastante competitivos. De allí vino el ordenadorcillo de marras, por la módica cantidad de 20.000 pesetas de las de entonces. 

En casa teníamos una vieja televisión en blanco y negro, pequeña, pero que funcionaba. Más que suficiente para poder conectar el ordenador y disfrutar de él. Aún así, al ser las cintas de cassette el soporte para los distintos programas, nos hicimos con un reproductor Computone, otras 5.000 pesetas del ala. Mi hermano le practicó un agujerito desde el que acceder al tornillo del cabezal, lo que nos permitió sortear los tan habituales errores de carga y utilizar nuestras copias privadas, que conseguía en el rastro de Madrid por la módica cantidad de 500 pesetas (un juego original andaba por las 2.000 o 2.500 pesetas) o le enviaban algunos amigos por correo. 

Aún hoy maravilla lo que se podía hacer con 48 Kb de RAM y 16 Kb de ROM, una paleta de colores reducidísima y un rango de sonidos aún más reducido. Pero los programadores de entonces hacían virguerías con aquellos medios. Nombres míticos como Ultimate, Ocean o, ya entonces, Electronic Arts, nos ofrecían títulos no menos míticos: Alien 8, Gunfighter, Green Beret, Ghosts´n´goblins, Match point, Match Day, The Great Scape, Everyone´s a Wally, Sabre Wulf, Underwurlde, Knight Lore, Jet Man... A nivel patrio, los chicos de Dinamic (con portadas de Azpiri o Luis Royo) o Made in Spain y juegos como West Bank (con el que pasamos una tarde entera jugando sin llegar, evidentemente, al final), Sir Fred, Game Over, Abu Simbel, Saimazoom, Babaliba...


Pantalla de Sir Fred
Eran tiempos de comprar cada semana la MicroHobby y cada mes la MicroManía. De tratar de copiar los programas que venían en ellas, con el lenguaje BASIC con el que trabajaba el ZX Spectrum. Yo odiaba especialmente las líneas de datos, pero también eran un infierno los puntos y coma, los dos puntos y las comillas. Si te dejabas algo por el camino, el programa no funcionaba. Era frustrante, además de tener que pasar horas y horas delante del teclado y la pantalla...

Pero lo pasábamos bien. Y, aunque el ordenador permitía limitadas capacidades gráficas, resolución de ecuaciones, dibujos, etc., nosotros lo utilizábamos básicamente para jugar. Los fines de semana eran para jugar, jugar y jugar. Y cuando tuvimos el joystick, el Quick Shot II, aquello fue la pera.

Otros tuvieron el Commodore 64 o el Amstrad. Algunos tuvieron también el MSX (de corta vida). Pero nuestro ZX Spectrum + nos dio años de diversión y, como dice la canción de El Reno Renardo, no se colgó jamás.


 Sir Clive Sinclair merece, sin duda, un monumento y un lugar de honor en la galería de visionarios tecnológicos de los ochenta.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Avatar

Son indios, macho.

Azules, pero indios al fin y al cabo. Los alienígenas del planeta Pandora (en realidad una luna de un gigante gaseoso, al estilo de Europa), son como los indios de aquellas pelis que ponían los sábados por la tarde cuando yo era un chavalillo.

Así que Avatar es una peli del Oeste. Pero no de aquellas en las que salía John Wayne, que glorificaban al hombre blanco y demonizaban al nativo americano. Es más bien un western crepuscular, ecologista y algo maniqueo, pero al revés de lo que viene a ser habitual. Los na´vi son una raza divida en clanes o tribus, distantes entre sí, que viven en equilibrio con su entorno y respetan la vida y la memoria de sus ancestros. ¿Familiar o no?

El argumento es sencillo: en Pandora hay gran cantidad de un mineral de aquellos que podríamos denominar estratégicos y una corporación privada se dedica a su explotación. Todo ello en medio de un ambiente hostil (atmósfera irrespirable para los humanos) y del hostigamiento de los nativos. Los marines norteamericanos se convierten aquí en mercenarios que protegen a las partidas de extracción, al mando de helicópteros y exoesqueletos (armaduras de combate). 

Personaje humano y su avatar


Paralelamente transcurre el proyecto Avatar, un intento de transferir la conciencia de humanos especialmente seleccionados a un organismo desarrollado a partir de combinar genes humanos y de nativos (de ahí que sus manos tengan cinco dedos, en lugar de cuatro) y así interactuar con ellos, enseñarles nuestro idioma, aprender el suyo... Colonizarlos, al fin y al cabo.

La historia no es para nada original. Ya la hemos visto infinidad de veces bajo distintos nombres, así que por ahí poco se puede rascar, aunque se añada el no menos manido conflicto amoroso entre dos personas pertenecientes a distintas etnias/familias/clanes. Pero es que, además, el impresionante despliegue técnico para recrear las junglas de Pandora, su ecosistema y los nativos, da para mantener nuestra atención durante los primeros minutos metraje. Para rematar el asunto, éste es excesivo para lo que cuenta: casi dos horas y media de película. 

He tardado dos años en decidirme a verla y lo he hecho del tirón. Me ha cansado por momentos, aunque no he podido dejar de pensar que los profesionales que han recreado todo eso tienen un grandísimo mérito. 

Avatar es una muestra de lo que se reduce el cine estos días: efectos pirotécnicos que buscan el asombro del espectador, apoyados en historias pretendidamente originales que no aportan nada nuevo y son incapaces de rellenar los inevitables agujeros que nos vamos a encontrar.

Es recomendable para ver cómo ha avanzado la tecnología y cómo se puede mantener el pulso sin necesitar actores reales (aunque de momento siga siendo necesario capturar sus movimientos para dar mayor realismo al movimiento de los personajes) y para comprobar cómo la mercadotecnia, el saber vender un producto, es fundamental a día de hoy, independientemente de la calidad del producto que queramos vender, aunque haya ocasiones en las que las expectativas no se cumplen y redunda en la satisfacción del cliente, como en este caso.

Un seis y va que chuta.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El día de la infamia

7 de diciembre de 1941. Los japoneses ponen en práctica un plan del almirante Yamamoto para poner de rodillas al gigante americano. Atacan rápido y veloz, con la esperanza de acabar con la mayor parte de la flota del Pacífico. Aunque acaban con la vida de más de dos mil militares y hunden trece buques de guerra, las víctimas más preciadas, los portaaviones, no se encontraban en el puerto y se salvaron indemnes.

Fuente: Wikipedia


No soy un especialista en Historia, ni mucho menos, pero no acabo de comprender las razones del ataque ni las ventajas que podría conllevar. Los Estados Unidos, dirigidos por el presidente Roosevelt, se empecinaban en no entrar en guerra y únicamente aportaban armas y suministros gracias al programa cash & carry. Aunque evidentemente simpatizaban con las democracias occidentales, vivían en un continuo quiero y no puedo, haciendo equilibrios de circo para evitar lo inevitable.

A los japoneses, así como a los alemanes, les interesaba que esa entrada norteamericana en la guerra se produjera lo más tarde posible, tras consolidar las victorias en el Pacífico y en Europa, respectivamente. Su industria de guerra estaba estirada al máximo de su capacidad y el suministro de materias primas dependía de sus conquistas exteriores. Un país-continente como son los Estados Unidos, unido a su enorme potencial humano, desequilibraría la balanza de una forma decisiva.

Quizá pensaron que, obligándolos a luchar en dos frentes, incluso su inmenso poderío no sería suficiente para acabar con ellos. En cualquier caso, las previsiones más optimistas de los japoneses indicaban que si la guerra con los americanos se alargaba por más de seis meses, tendrían todas las de perder.

Así fue, por supuesto. Los Estados Unidos entraron en guerra y desequilibraron la balanza, dando más que oxígeno a los casi ahogados británicos. Aún así, fueron necesarios casi cuatro años más para acabar con la guerra en Europa y dos bombas atómicas para rendir a Japón. 

El ataque a Pearl Harbor es también fuente de innumerables teorías conspiranoicas, las más de las cuales vienen a decir que los dirigentes americanos sacrificaron hombres y material para torcer definitivamente la oponión pública americana hacia los fines que ellos mismos se habían marcado. La mera ausencia de los portaaviones en el puerto se ha señalado como una prueba más de ello. A mí se me hace muy difícil pensar algo así, queridos pasajeros de la nave del misterio...

Hoy, setenta años después, continúan las incógnitas.

martes, 6 de diciembre de 2011

La batalla del destino

Finalizamos la tetralogía de Teutoburgo (aún hoy continúa siendo trilogía) con el tercer volumen, La batalla del destino.He de decir que ha costado llegar hasta aquí, pero lo hemos conseguido. Ha hecho falta fuerza de voluntad para continuar pasando páginas, en lugar de cerrar el libro para no volver a abrirlo jamás. 

Han sido casi 1.500 páginas y casi dos meses de mi vida, pero se cuentan con los dedos de una mano los libros que no he podido terminar (entre otros, Memorias de Adriano). Otros, prefiero no empezarlos (amigo Dan Brown, cuánto hace que no apareces citado por aquí...) para mantener mi salud mental en equilibrio.

Han sido, decía, casi 1.500 páginas con un estilo recargado. En ocasiones mucho más que eso, salpicados los párrafos de latinajos y germanismos con los que el autor se lucía. O pretendía lucirse, porque luego la cagaba, y bien, con los anacronismos que colaba. No, en este tercer volumen no la caga... demasiado. Únicamente continúa haciendo caso omiso de las reformas de Cayo Mario y utilizando las antiguas (en la época) denominaciones de velites o hastatii.

La batalla del destino es, al menos en su primera mitad, el mejor volumen de los tres. Tampoco es que fuera muy difícil mejorar los resultados anteriores, pero hay que reconocer que la descripción de la batalla de Teutoburgo es bastante acertada y amena. Hasta ahí, el libro prometía cotas insospechadas (para lo que estaba ofreciendo el autor), pero una vez terminada la batalla se acaba el fuelle. O, más bien, comienza la preparación del cuarto volumen que, por lo que sé a día de hoy, no se ha publicado todavía. 

Vuelve entonces Artur Balder a los antiguos vicios, como transcribir la afamada serie Yo, Claudio, casi punto por punto y con ninguna originalidad. Ya lo dije en las otras entradas: parece que estemos viendo a los actores de la serie de la BBC deambulando por un plató de segunda. 

Así que las páginas van pasando, más por inercia que por otra cosa, hasta que llega el final del volumen. Menos mal. Respiré hondo y me dije que tengo que tener más cuidado a la hora de seleccionar mis lecturas. 

Como este es el mejor libro de los tres, vamos a darle un cinco, aunque con reticencias. 

Si, por cualquier circunstancia, cualquiera de estos libros (vamos a recordar los títulos, para los que tengan memoria de pez: El último querusco, Liberator Germaniae, La batalla del destino; también el autor, Artur Balder), volved la mirada a vuestro blog favorito.

Luego no digáis que no os lo advertí.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El gato con botas

La película seleccionad para la segunda incursión de Covadonga a las salas de cine fue El gato con botas, un spin-off de las pelis de Shrek, utilizando probablemente al secundario más interesante de esa obra coral. 

No hablaré de lo caro que está el cine (nos pulimos la friolera de 37 euracos entre las entradas y la logística de avituallamiento), pero está claro que hoy en día está al alcance de más bien pocos el ir al cine con cierta asiduidad.

Vayamos al grano entonces. La película es honesta, desde el punto de vista que ofrece exactamente lo que promete. El gato con botas, con la voz de Antonio Banderas, en estado puro. Se nos dan datos sobre su infancia y por qué tuvo que huir de su hogar. Se nos presenta a su amigo Hampty Dumpty, que una vez le traicionara provocando su caída en desgracia, y a una gatita, Zarpas Suaves (Salma Hayek) que le traerá por el camino de la amargura. Con ellos tratará de hacerse con las habichuelas mágicas y raptar a la oca de los huevos de oro.



Un argumento por lo menos interesante, pero creo que da poco de sí. El resultado es bueno, pero sin llegar a sorprender. Momentos interesantes trufados entre largos períodos que aburren al adulto (así que imaginad cómo lo pasan los niños entonces). Hay gags muy buenos, pero deshilvanados. A ver, la peli no es mala, ni mucho menos, pero probablemente el personaje da poco de sí. Es un caso claro en que un secundario funciona muy bien en el papel que tiene asignado pero no tiene peso específico para soportar la carga de toda la trama. 

Es más, una gran parte del peso de la película se apoya en el doblaje de Antonio Banderas, con un acento andaluz exagerado. Mientras, el resto de los personajes, o bien no tienen acento reconocible (caso de el huevo) o son mexicanos (la gata y algunos de los habitantes del pueblo). Esto último, unido a la estética del pueblo y los habitantes, hace pensar más en una aventura de El Zorro que en otra cosa.

Aún así, la sala acogió una más que respetable entrada aunque la película lleva dos semanas en cartel. Bueno, era un viernes por la tarde, pero había bastantes niños y algunos que éramos un poquito más talluditos. Las fechas ayudan, en cualquier caso.

Un aprobado alto, un seis para El gato con botas.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Vampiros adolescentes

¿Qué puede llevar a un ser que posee la vida eterna, aunque ésta sea una eterna maldición a volver al instituto? Esta sencilla pregunta, sin aparente respuesta razonable, encierra en sí misma el sentido que tiene la saga Crepúsculo, que nos castiga con su nueva entrega Amanecer I (sí, amigos, habrá un Amanecer II). 

No ha sido suficiente con Crepúsculo, Luna Nueva o Eclipse. El mundo no está preparado para esto, pero nadie puede remediarlo.

 Hace unos cuantos años fui confiadamente al cine con mi santa esposa, fanática de las historias de vampiros (lo más cerca al frikismo que estará, la pobre). Había visto en la tele un anuncio de Crepúsculo, pero no tenía mucha idea de qué iba la peli.

Debí sospechar cuando vi el cine plagado de jovencitas hiperhormonadas que no paraban de cotorrear y que, por lo que parecía, no era la primera vez que iban a ver la peli. "No pasa nada - pensé - También yo he ido alguna vez dos veces a ver lo mismo". No fui capaz de prever el horror que iba a desplegarse delante de mis ojos, que por pura suerte no se derritieron allí mismo.

Edward Cullen (el cara de palo Robert Pattinson) es maaaaaalo, muy malo. El terror de las nenas, distante y provocador. Un James Dean un poco pálido.


Bella Swan (la no menos cara de palo Kirsten Stewart) es la niña modosita que se siente atraída por el chico malo. Recién mudada a casa de su papito en el lluvioso estado de Washington (capital Seattle... noooooooo; un villorrio llamado Olympia), donde hay muchos árboles y llueve todo el día.

Lo aderezamos con un poco de misterio, pero poquito, no se vaya a aburrir el personal, y un triángulo  amoroso de esos que tanto nos gustan, y ya tenemos el cóctel con el que podremos dominar el mundo.

Hay un poquito de todo: vampiros vegetarianos, hombres lobo, vampiros normales, clanes de vampiros, escenas en Italia (donde descubrimos que los vampiros brillan cuando les da el sol)... Y unos protagonistas (Robert Pattinson y Kirsten Stewart) pretendidamente glamourosos y carismáticos, pero que no da más que grima.

¡Cuánto he sufrido en esas salas de cine! ¡Cómo me hierve la sangre con las caras que se ponen, para no llegar a ninguna parte, nunca! ¡Cuántas veces me han dado ganas de levantarme y plantarles un soplamocos a cada uno! Así, uno del derecho y otro del revés.

Entiendo que estas cosas tengan su público, porque tiene que haber gente para todo. Pero cosa más ñoña, previsible y vacía hace mucho tiempo que no he tenido ocasión de disfrutarla.

Esta vez me he negado en banda a acudir a los Yelmo. La escena del tráiler en que Bella se toca la barriguita, presumiblemente embarazada de Eduardo, me da un repelús tremendo. Mi integridad mental no soportaría el bofetón de realidad de demostrarse lo que sospecho.

De verdad, no los aguanto. ¡Y pensar que este Pattinson estuvo a puntito de ser el nuevo Peter Parker!


domingo, 20 de noviembre de 2011

El libertador de Germania

Hace poco comentaba El último querusco, primer volumen de la tetralogía (aún trilogía) de Teutoburgo. No quedó muy bien parado, pero había decidido llegar hasta el final. Nunca se sabe, algunas veces estas cosas remontan. Como pasó con..., bueno... esto... ahora no se me ocurre ningún ejemplo.

Y exactamente ése ha sido el resultado. Liberator Germaniae tiene muchos de los defectos del primer volumen y casi diría que menos virtudes. Carga además con el problema que suelen acarrear los segundos volúmenes de una trilogía: son volúmenes de transición; nada o poco importante ocurren en sus páginas. De hecho, el único ejemplo en contra que se me ocurre, viene de la cinematografía: El Imperio Contraataca

.Liberator Germaniae es un libro denso, al que el recargado estilo de Artur Balder, aunque en esta ocasión se haya relajado en cierta medida, no ayuda. Hay que hacer un verdadero esfuerzo para continuar y pasar páginas y más páginas de lo que es una apología del bárbaro, no ya sesgada sino abiertamente partidista, y excesivamente crítica con Roma.

Pero es que, además, los capítulos que transcurren en la Ciudad Eterna, no parecen sino una transcripción de la maravillosa Yo, Claudio, de la BBC, basada en la no menos maravillosa obra de Robert Graves. No hay nada original en ello y, cuando digo nada, quiero decir nada. Hasta me parece estar viendo los rostros de los protagonistas de la serie...

Artur Balder continúa sin documentarse en serio. Esta vez son dos errores garrafales los que claman al cielo y desmerecen el amplio glosario que aparece al final del libro: el primero de ellos viene cuando el personaje de Paterculus, el que parece ser único romano honorable, cita a Séneca en un ejercicio de cultura impresionante, ya que éste debía tener unos doce años por aquel entonces; el segundo, nombrar a Britania como provincia del Imperio cuando ésta fue conquistada por Claudio, alrededor del año 50 de nuestra era. Sí, Julio César desembarcó en Britania, derrotó a Casivellauno y tal, pero NO consolidó la conquista y regresó a la Galia Comata. También atravesó el Rhin y derrotó a los germanos, pero aquí sí que acierta Artur Balder en no dar rango de provincia a Germania. 

Hay dos cosas de las que no estoy seguro, pero que dejo aquí también: no sé si los romanos usaban silla de montar; estribos no, de eso estoy seguro, pero la silla... tengo mis dudas. El segundo tema corresponde a la política de Roma con los soldados auxiliares: normalmente los enviaba a trabajar a lo más recóndito del Imperio, lejos de sus tierras originales para evitar veleidades de libertad; en cambio, Armin trabaja en Panonia e incluso participa en correrías por Germania... Cuando menos, dudoso.

También tengo que asumir una inconsistencia en un razonamiento: comenté que el centurión Cazarratas no me parecía creíble ya que afirma haber luchado con Julio César y aquí nos lo encontramos 50 años después de su muerte... El caso no es tan exagerado, pero el personaje de Casio Querea es real: sobrevivió a la Batalla de Teutoburgo en el año 9 y luego fue uno de los conspiradores que asesinaron a Calígula en el año 41. La diferencia no es tan grande (32 años frente a cincuenta y pico), pero la posibilidad podría darse...

En resumen, no voy a darle más que un tres (algún día tendré que revisar si he puesto alguna nota más baja... posiblemente a Nocturna), pero con perspectiva negativa.

¿Por qué leerlo, entonces? 
Buena pregunta.

martes, 8 de noviembre de 2011

La campana de Gauss

Carl Friedrich Gauss fue un genio. Además de eso, se convirtió en la pesadilla de decenas, cientos, miles... ¡qué digo!... cientos de miles de estudiantes. Su nombre aparece en matemáticas, estadística, física, electricidad, magnetismo...Desde EGB hasta la carrera de ingeniería, pasando por BUP y COU (lo sé, soy viejo), su nombre aparece sin piedad en mis apuntes y libros, mientras los ojos se derriten vagando por las infumables ecuaciones de las que fue prolífico autor.

Es el teórico que describió la curva de probabilidad normal. Esta distribución de probabilidad se encuentra en muchos fenómenos naturales y tiene relación con lo que hoy quiero comentar, que es la siguiente teoría: el interés de una persona, aunque sea un friki, en una afición o dedicación determinada, sigue una distribución normal. Al principio el interés crece con rapidez, pasa por una fase de estancamiento y posteriormente decrece hasta, en el peor de los casos, desaparecer por completo. 

Fuente: Wikipedia


Llevo bastante tiempo pensando en ello y el mismo blogger parece confirmar esta teoría: no hay más que entrar en una bitácora, por ejemplo esta misma, ir hacia la parte superior de la pantalla y pinchar en "siguiente blog". De modo totalmente aleatorio (creo que no es así, sino que blogger discrimina por temática) entraremos en otra bitácora. Busquemos ahora los datos que reflejan el número de entradas por año y nos encontraremos que las cifras suben hasta llegar a un máximo y luego disminuyen hasta desaparecer (el blog ha sido abandonado).

¿Por qué?

Pienso que esto se debe a que llevar un blog requiere dedicación, esfuerzo. Uno se levanta un día y dice "voy a escribir un blog, el mejor del mundo". Pero se hace duro, porque al principio no te lee nadie ni por equivocación. Con suerte entra algún incauto y lee alguna entrada. Con más suerte aún, ese incauto se engancha y repite. Si te toca la lotería, se convierte en seguidor. 

No nos equivoquemos. La oferta en internet es exagerada y lo más normal es que nuestro blog pase desapercibido. Así que cada día cuesta más ponerse delante del teclado y expresarse. Hasta que decidimos que no tiene sentido, y a otra cosa y si te he visto no me acuerdo. 

Así nacen y mueren los intereses, a veces peregrinos, de las personas.

Aprovecho para daros las gracias a todos vosotros, los que estáis al otro lado. A los siete iconitos que veo en el margen derecho de la pantalla y a los que, aunque no dejéis foto, me consta que entráis por aquí de vez en cuando. 

¡Snif!



lunes, 31 de octubre de 2011

Maratón de Shyamalan

Ayer estrenaron en La1 la película El incidente. Ya tenía ganas de verla, a pesar de que Shyamalan solo me ha gustado en sus dos primeras películas y luego ha comenzado una evidente cuesta abajo. Evidente y comprensible, porque toda carrera que empiece con un pelotazo como El sexto sentido y continúe con una película magnífica como El protegido, es normal que vaya cuesta abajo (hasta llegar a los subterráneos de Airbender de los que no sabemos si remontará el vuelo).


Pues eso, que me puse delante del televisor y... decepción. Un inicio bastante prometedor, con esa ola de suicidios en masa, esa huida de la ciudad... para nada. En cuanto que un secundario lanza la hipótesis, que luego resulta ser correcta, de por qué suceden las cosas que suceden... En realidad la película no es más que un ir y venir sin razón aparente, suicidios disparatados en las zonas afectadas... Y una historia de desamor entre el prota (Mark Wahlberg con cara de palo) y su chica (Zooey Deschanel, que no tiene nada más aparte de dos enormes ojos azules en los que no importa ahogarse). 

Es un lujazo ver películas en la tele pública sin tragarse interminables series de anuncios, pero eso hace que los apenas 80 minutos de metraje sepan más bien a poco. O sea, que no es El incidente una muestra de la recuperación de Shyamalan... No la recomiendo. Cuatro sobre diez.



Y cuando me iba a la cama y me puse a hacer un último zapeo, me encuentro en la TPA con La joven del agua, anterior cronológicamente a El incidente y que me gustó mucho más (también la vi mejor que El pueblo o Señales, así que eso la colocaría tercera en mi lista personal de preferencias).



El cartel mola ¿que no?
En La joven del agua, el mundo de los cuentos se mezcla con el mundo real cuando una ninfa (la pelirroja Bryce Dallas Howard, hija del director Ron Howard, etérea) aparece en la piscina del edificio de apartamentos en el que Heep (un Paul Giamatti con oficio) se ocupa del mantenimiento. Se producen una serie de peripecias, con un reparto coral que se agradece, la historia salpicada de momentos cómicos y en algunos casos hilarantes (la muerte del crítico de cine es especialmente reseñable). 

Aunque acabé de verla a eso de las dos y cuarto de la madrugada no se me hizo pesada (y eso que aquí sí me tuve que tragar publicidad, aunque no demasiado larga y solo una recua de anuncios), lo cual dice mucho en su favor. No es precisamente una maravilla, pero aquí sí que veo el mensaje (todo el mundo tienen un papel y puede influir en su entorno) y cierto sentido a todo lo que pasa. Esta sí que la recomiendo para una tarde oscura de invierno, aunque bajo la responsabilidad del que me haga caso. Seis sobre diez.


martes, 25 de octubre de 2011

El último querusco

El último querusco, de Artur Balder (a pesar del nombre es español), es el primer tomo de la tetralogía de Teutoburgo, aunque solo se han publicado tres volúmenes y parece que la aparición del cuarto va para largo por alguna cuestión legal entre autor y editores, o al menos eso he querido entender.

El marco histórico se encuentra en la invasión de Germania por Druso, hijastro de Augusto y padre de Germánico y de Claudio, desde el punto de vista de los germanos. El personaje central de la tetralogía es Armin - Arminius - Herrmann, famoso caudillo que derrotó a Varo en la batalla del bosque de Teutoburgo en el año 9 de nuestra era y que marcó el fin del intento de Roma por apoderarse de la región. No en vano, la batalla ha sido objeto de numerosos estudios que coinciden en otorgarle un papel decisivo en la Historia de la Humanidad o, al menos, de Occidente.

Como mi interés por la Historia de Roma es bastante importante, no he podido sino empezar la lectura de la hasta ahora trilogía.

Decepción es la palabra. 

Un estilo rebuscado, excesivamente prolijo y en ocasiones pedante, haciendo uso de un vocabulario bastante poco habitual y que no parece sino destinado a mostrar los ingentes conocimientos del escritor (utilizar crúor por sangre es una muestra bastante demostrativa de lo que trato de decir). El texto está trufado de vocablos latinos y germano antiguo que se explican en un extenso glosario en la parte final, pero supone un esfuerzo para el lector. Creo que este uso es también una demostración de la impresionante capacidad de documentación del autor. 

Sin embargo, comete errores garrafales que no son perdonables en una novela pretendidamente histórica. El error más evidente e incomprensible es relatar cómo era el Anfiteatro Flavio (el Coliseo, vamos), más de ochenta años antes de su construcción real. Tan evidente es el fallo que incluso he dudado de mi conocimiento, pero son dos veces las que aparece y ya son demasiadas. 

Al lado de esto, el que utilice las divisones clásicas de los legionarios en velites, hastati o triarii, denominaciones ya en desuso desde las reformas de Mario realizadas un siglo antes de la acción, no tiene importancia (ja, y yo me lo creo). 

Aparecen además dos personajes poco creíbles por su longevidad. Uno de ellos, el centurión primus pilus al que llama Cazarratas, parece haber combatido con César en las Galias. Hasta ahí bien, si no fuera porque César dejó esa provincia hacia el año 50 a.C y el centurión aparece luchando en el 16 a.C. No sé por qué, pero a mí me parecen excesivos esos, al menos, 34 años de servicio cuando lo normal eran 20 años en la época en la que nos encontramos.

Son tres pinceladas que echan por tierra la rigurosidad de la obra y que, para aquellos lectores poco avisados pueden ser causa de error. Si a esto añadimos lo comentado anteriormente sobre el estilo tan rebuscado, hacen de El último querusco un acto de fe. Es más, siguiendo lo que decía en la entrada de Historia de España, llegó un momento en que me dije "no hay cojones a terminar este libro". Y lo terminé.

Ahora mismo tengo a Artur Balder peleándose por un lugar de honor con mi amigo Dan (el teniente de Forrest Gump no, el otro) en mis oraciones. Acabo de empezar el segundo volumen, Liberator Germaniae, a ver si remonta o definitivamente es carne de trituradora de papel. 

¿Es necesario puntuar? Bueno, como la temática me interesa, le daremos un cuatro con perspectiva negativa.

Este no lo recomiendo.

martes, 18 de octubre de 2011

Por cojones

Últimamente paso muchas horas al volante, devorando kilómetros por cuestiones del trabajo. En ese tiempo me harto a escuchar la radio, claro: Kiss, Cadena 100, Europa FM... y Onda Cero. 

De esta cadena me gusta escuchar a sus tres estrellas (no todo el programa, que a veces tienen criterios al menos cuestionables): Herrera, Otero y Alsina. Fue el otro día, el jueves 13, cuando en el programa de Carlos Herrera oí una curiosa teoría que, la verdad, tiene su gracia: la Historia de España puede resumirse en la frase "no hay cojones"

La teoría tiene su aquél. Se resume diciendo que los mayores hitos de la Historia nacional se produjeron porque alguien motivó a otro alguien a hacer algo, utilizando la famosa frase. Y pensando en nuestra propia historia personal, tiene parte de razón. 

El ejemplo que utilizó el contertulio, del que no recuerdo el nombre, fue el episodio de Francisco de Pizarro dibujando una línea en el suelo y dirigiéndose a sus compañeros, los después conocidos como Los Trece de la Fama (una vez más, el enlace es para los de la LOGSE), les dijo algo así como "no tenéis cojones a pasar a este lado de la raya". Y como eran españoles de pura cepa, pasaron. Vaya si pasaron. Y el resto fue Historia. Que se lo digan a Atahualpa. 

Fuente: Wikipedia

Haciendo un ejercicio de patriotismo me he puesto a pensar otros similares y así, sin mucho esfuerzo, vienen estotros: 
  • No hay cojones a ir a las Indias por Occidente.
  • No hay cojones a esperar a los moros en esta cueva.
  • No hay cojones a tirar a ese francés del caballo.
  • No hay cojones a quemar los barcos y tirar p´adentro.
  • No hay cojones a dar la vuelta al mundo (esta probablemente se dijo jugando al mus, en Guetaria)
  • No hay cojones a ponerle un palo al caramelo de los huevos.
  • ...
Y claro, todos eran españoles. Todos lo hicieron.

Lo dicho: el resto es Historia.

sábado, 15 de octubre de 2011

Certamen Teseo VII

El pasado domingo se resolvió el séptimo certamen Teseo que realizamos los pobladores de la página El Multiverso. Ya es el tercero en el que participo y, si recordáis, se basa en responder a una pregunta que hace el organizador (el ganador de la edición anterior) mediante un relato de 500 palabras de extensión como mucho.

En esta edición había que responder a la pregunta ¿Cómo destruir el planeta? que, confieso, no he sido capaz de afrontar con garantías. De hecho, ha sido la primera edición en la que solo he presentado un relato, con el que terminé bastante contento.

Ha habido un poco de todo. Como era de esperar, en unos cuantos relatos el Hombre era suficiente herramienta para destruir el mundo. Como era también de esperar, no he conectado con ellos, porque no creo en esa premisa, no soy tan negativo con el futuro de la Humanidad.

El ganador ha sido el poblador Invierno, con El verano usurpado (lo podéis leer en el enlace que hay al principio de esta entrada), un relato fresco y sorprendente que funciona muy bien en este tipo de concursetes.

Por mi parte no puedo estar contento. Un total de 7 puntos (frente a 31 del ganador) y el puesto 10º entre 27 relatos participantes no pueden ocultar que solo he recibido votos de 4 personas (de 16 potenciales) y que si no fuera porque uno de ellos me dio 4 puntos, ahora estaríamos hablando de una debacle total. En cualquier caso, mi relato me gusta. No es de lo mejor que he hecho, pero también los tengo peores y al menos este es simpático. Al final del relato veréis un video sobre lo que significa entrar en resonancia.


El martillo de Thor


¡MARTILLO DE THOR EN POSICIÓN! ¡ACTIVACIÓN EN DIEZ MINUTOS!

El aviso retumbó en la amplia sala, repleta de monitores que mostraban imágenes de las mayores ciudades del mundo mientras en una enorme pantalla LCD refulgía en alta definición un paisaje helado que se extendía todo lo que abarcaba la imagen. 
Allí, brillando bajo la luz de infinidad de focos, con el mango erguido sobre su cabeza en precario equilibrio indiferente, esperaba lo que podía pasar por el martillo olvidado de algún dios nórdico. Pero una segunda mirada, más atenta, no podía dejar de percibir aquello como lo que realmente era: una gigantesca obra de ingeniería, una máquina de oscuro propósito e inimaginables consecuencias.
—¿Qué ha dicho? —preguntó a su prisionero, que permanecía de pie, inerme y estoico. Había un algo de dignidad en él, a pesar de la pajarita rota y descolocada y la camisa blanca, antaño impoluta y ahora cubierta de manchas y desgarrones que mostraban aquí y allá su fornido y velludo torso.
El prisionero le dirigió una fría mirada de sus ojos  acerados, bajo su desconcertante y perfecto peinado.
—Me ha vencido —dijo, resignado—. Lo admito. No puedo hacer nada.  Lo tiene todo bien atado, por lo que parece.
—No puede estar hablando en serio, señor Bond —contestó, nervioso—. ¿No va a tratar de impedírmelo? ¿Va a dejar que destruya el mundo, así como así?
—¿Y qué puedo hacer, doctor No? —contestó James Bond, encogiéndose de hombros—. El Martillo de Thor está en marcha. En unos minutos su poderosa maquinaria elevará la cabeza del ingenio y la dejará caer de nuevo, exactamente en el Polo Sur, una y otra y otra vez, ajustándose a la frecuencia natural de la Tierra para hacerla entrar en resonancia  hasta que el planeta se parta por la mitad como un melón maduro… ¿No tendrá un cigarro, verdad?
—Por supuesto —replicó desconcertado Julius No, cerebro criminal, echando mano de su pitillera—. Aquí tiene.
—De un vodka martini ¿mejor ni hablar, no? —preguntó Bond—. Mezclado, no agitado
—Me temo que no —dijo No—. ¿De verdad que no quiere intentarlo? Pulse el botón rojo y podrá…
Bond, tras encender su cigarro, dio una gran calada y exhaló unos anillos de humo antes de interrumpirle.
—Se lo agradezco, de veras, pero creo que no —contestó—. Me he arrastrado por conductos de ventilación, sus esbirros me han vapuleado… Por fin se acabó aguantar a M y a la pesada de Moneypenny. Lo mío no está pagado, se lo digo yo —meneó la cabeza, dando por cerrada la discusión.
—No sabe cuánto lamento escuchar eso, créame. Suponía que estaría usted más motivado.
Un silencio incómodo se interpuso entre los dos.
—De verdad que…
— No insista, por favor.
El doctor No cambió el peso de una pierna a otra, azorado.
—Veré si puedo conseguirle ese vodka martini —ofreció.
—Eso estaría muy, pero que muy, bien —replicó Bond, con una sonrisa perfecta.

¡ACTIVACIÓN EN CINCO MINUTOS!

*****

Y aquí está el video:

 

viernes, 14 de octubre de 2011

Mundo Anillo

Tenía ganas de leer este clásico de la ciencia ficción, escrito por Larry Niven en 1970 y ganador de los premios Nébula (en ese mismo año) y Hugo (al año siguiente, 1971). Y digo que tenía ganas porque Mundo Anillo es una referencia permanente en el género.

La historia comienza hacia el año 2.850. La Humanidad se ha desparramado por el espacio y ha entrado en contacto con otras razas inteligentes como los kzinti (humanoides de gran tamaño de aspecto felino con los que se entablan durísimas guerras de exterminio) o los titerotes (herbívoros de tres patas y dos cabezas, con un ojo cada una, de gran inteligencia y reconocidos cobardes). 

Uno de estos alienígenas, el titerote Nessus, contacta con Luis Wu que, a sus 200 años (toma periódicamente una especie de suero rejuvenecedor) como primer integrante de una tripulación que visitará una misteriosa estrella en una nave que es capaz de recorrer una distancia de un año luz en apenas un minuto y cuarto. A la expedición se unen el kzinti Interlocutor-con-animales y la humana Teela Brown.

La verdad es que en la novela casi no pasa nada. Apenas hay acción. El interés radica en lo que hay en el sistema estelar de destino: el Mundo Anillo. No es otra cosa que una megaestructura artificial en forma de anillo cuya cara interior se muestra permanentemente a la estrella central, con un radio de 1 UA (para los de la LOGSE, una UA es una Unidad Astronómica, equivalente al radio medio de la órbita de la Tierra, o sea unos... a ver, quién lo sabe... 150 millones de kilómetros). 

El anillo tiene un ancho de varios miles de kilómetros y está fabricado en un material base irrompible y perfectamente liso (una licencia del autor, no existe tal material). Gira a la fantástica velocidad de 1.200 km/seg, lo que le permite mantener una gravedad pseudoterrestre y mantener una atmósfera. Por supuesto, para crearlo se ha tenido que utilizar el material de todo el sistema estelar, por lo que éste ha quedado completamente vacío.

No os aburro más con los detalles. Baste decir que a la gran cantidad de detalles y componentes que harían de este libro un magnífico exponente de la ci-fi más light, todo lo que se refiere al Mundo Anillo entraría en la ci-fi hard. Todas las explicaciones de fenómenos físicos se basan en lo que sería la física de un mundo de estas características.

Otro punto de interés es que el Mundo Anillo es una simplificación de una esfera de Dyson. ¿Qué es una esfera de Dyson, os preguntaréis? Pues una superestructura destinada a obtener toda la energía disponible de una estrella y que se supone sería posible realizar a una civilización extraterrestre una vez alcanzado el estadio de evolución tecnológica adecuado. Para saber más, podéis visitar Wikipedia o este enlace.

Pues eso, que apenas pasa nada en el libro, lo que a priori sería suficiente para cerrarlo y no volver a abrirlo más. No obstante, hay briznas de un más que interesante estilo del humor y una base física bastante adecuada. El estilo es también ameno, por lo que se equilibra un poquito la cosa.

Hoy me pongo el disfraz de Standard & Poor´s y publico la valoración de la deuda de Esp... digoooo la valoración del librejo de marras: un 7+ (con previsión negativa). Espero que los mercados puedan soportarlo. 

jueves, 6 de octubre de 2011

Me compro un arco X

En varias ocasiones me he encontrado traducciones que, en el mejor de los casos, se calificarían como voluntariosas pero ineficientes. Desde novelas (aún recuerdo con especial horror la traducción de Nocturna, de ¿Guillermo del Toro? y Chuck Hogan), hasta maeterial técnico, recibido desde nuestra casa matriz en Alemania o sufridas en la carrera gracias a la inefable editorial McGraw-Hill.

Nuestro mundo friki no se encuentra libre de atentados a esta nuestra lengua común. Clamorosas son algunas de las traducciones de manuales de rol que hacen que se te derritan los ojos mientras aúllas de dolor. En este caso, pienso que se debe en gran medida a que las editoriales que se atreven con el rol en este país tienen un mucho de aficionado, con responsables llenos de pasión pero con poco o ningún conocimiento de lenguas extranjeras. Como se juegan el dinero de su bolsillo en lo que en muchos casos es una pasión, no es extraño que "detalles" como las traducciones sean menos importantes que ver el producto terminado. Por no decir que el escaso dinero con que cuentan se va en la compra de los derechos de la edición que luego destriparán. 

En el inicio de los tiempos, los manuales de rol eran editados por empresas serias del sector que, en un principio, no se dedicaban a este tipo de cosas. Allí también se dieron fallos clamorosos, en este caso por simple desconocimiento de lo que se traían entre manos.

Recuerdo por ejemplo tres (de oídas, no llegue a verlas negro sobre blanco):

  • El hechizo de sacerdote, cure light wounds, sería algo así como curar heridas leves. La traducción fue tan brillante como imaginativa: curar heridas de luz
  • El conjuro de mango, vampiric touch, es un claro toque vampirico. No sabemos por qué, se tradujo como antorcha vampírica.

Y llegamos a la razón de ser del título de esta entrada. ¿Cuál no sería la sorpresa de los jugadores cuando, repasando las listas de equipo, se encontraban con un mítico arco-X? ¿Qué narices será esto?, se decían unos a otros, asombrados.

La respuesta, tan sencilla como mala la traducción: crossbow (la ballesta de toda la vida, claro).

No está mal la cosa ¿eh?

domingo, 25 de septiembre de 2011

La guerra por el Norte

Todo el jaleo que tengo en el curro ha llevado a dos semanas de inactividad en el blog y la interrupción de un ritmo que empezaba a ser muy interesante. Ahora tengo un hueco y me propongo a hablar de La guerra por el Norte, mi primera incursión en la fantasía épica nacional (no incluyo mi frustrante lectura de Memorias de Idhûn, de Laura Gallego, de la que ya hablaré en otro momento).

Escrita por Guillem López, La guerra por el Norte es la primera parte de una trilogía que está a punto de ver su segundo acto y estaba dentro de mis futuribles, pues las críticas que había estado leyendo por la red la dejaban bastante bien. Así que, cuando me la encontré en la Semana Negra, me la eché al zurrón y la puse en la lista de espera. 

Pues después de todo esto, tengo que decir que me ha costado horrores leerla. He tardado casi un mes, bastante más que la media de lectura de un libro de tamaño similar (490 págs) y aunque hubo algún día en que no pude leer ni un párrafo por circunstancias del trabajo, los días que me dedicaba a ello tampoco acababa de sacarle partido. He tenido que hechar mano de toda mi fuerza de voluntad y de mi orgullo (que no es poco) para terminarlo.

Pero también tengo que decir que la culpa no es del todo de la historia. Pesa mucho más en lo negativo la edición de Grpo AJEC (línea Excalibur): tipo de letra demasiado pequeño y poco atractivo, maquetado pobre, erratas... No ayudan nada, no... Se me cansaba mucho la vista y hacía que poco a poco fuera perdiendo las ganas de leer alguna página más, así que acababa cerrando el libro y a otra cosa.

La historia está muy currada, es cierto: decenas de personajes, facciones, localizaciones, política entrecruzada... Un gran trabajo, hay que decirlo. Pero también pesa en su contra, porque los personajes principales son atractivos únicamente lo justo para no mandar el libro a la pila de libros abandonados a la mitad. Les falta carisma, magnetismo, ese nosequé que hace que tengamos más ganas de saber qué les va a pasar en el capítulo siguiente. Los momentos de interés aparecen con cuentagotas y ahí si que la lectura el ágil y amena, pero entre uno y otro hay que vadear grandes zonas de nada.

No obstante, tengo la impresión de que si la edición fuera mejor de lo que es, estas apreciaciones mejorarían bastante. El autor tiene oficio y una gran capacidad de trabajo, no la caga en ningún momento, por lo que merece la oportunidad de ser leídos. 

Lo que pasa es que no todo el mundo puede ser el nuevo George R.R. Martin. Y digo esto porque la inmensidad del objetivo es muy similar al de Canción de Hielo y Fuego. Pero hay que mantener las distancias entre uno y otro. Mucho (asumo la injusticia de la comparación, aunque inevitable).

Un aprobado raspado, un cinco para La guerra por el Norte.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Centurión

El pasado sábado (no, ayer no, el otro) pude ver, entre los intermedios de la publicidad, la película Centurión. Sorpresa, porque la cinta es más que reciente (año 2010) y ya la estaban poniendo en una cadena generalista. La verdad es que tenía ganas de verla. Siempre me han gustado los peplum y la historia de Roma, y en este caso se prometía acometer la historia desde un punto de vista realista.

Como protagonistas tenemos a Michael Fassbender, el joven Magneto de la última entrega de La Patrulla X, y Olga Kurylenko, chica Bond con menos curvas que la recta de Benavente. 


La historia juega con la idea de la desaparición de la IX Legion Hispana en la brumosa Escocia, la tierra de los salvajes pictos, traicionada por su guía nativa, Etain (Olga Kurylenko) la que no tiene lengua. Nuestro querido centurión Quinto Dias (vaya nombrecito para un romano), junto a un reducido grupo de supervivientes, en el que se incluye un negro por aquello del respeto a las minorías étnicas (manda narices con lo políticamente correcto aunque sea históricamente aberrante) trata de rescatar a su general, cautivo del caudillo picto. El grupo, cada vez más reducido, cae de aventura en aventura y tiro porque me toca, hasta el épico final climático (que no final del metraje, mucho menos climático). 

La verdad es que la película se deja ver si te olvidas un poco de las incongruencias y de los tópicos que van apareciendo. Las escenas de combate se aprecian mucho mejor que en , por ejemplo, Conan, probablemente porque no se hace bailar a la cámara. En cambio, la sangre artificial han tenido que comprarla por bidones, tal es el derroche. Por ejemplo, en el primer ataque nocturno picto al puesto avanzado en el que sirve Quinto, no hubo tajo (aunque los romanos apuñalaban con su espada, no tajaban) que no provocara tal chorro de sangre que una tienda de lona blanca, colocada a tal efecto, no quedara terriblemente empapada. 

El contexto histórico sí es interesante, coincidiendo con la retirada definitiva de Escocia por parte de los romanos y la construcción del Muro de Adriano. Roma renunciaba a la expansión territorial tras el último impulso de Trajano y haber logrado su máxima extensión, para consolidar las conquistas e incluso retirarse de los territorios de difícil defensa. 

A mí me entretuvo, pero no sé si recomendarla. Casi que pruebe cada uno.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Fastidiando al personal

Hoy en día se accede a toneladas de información con solo un click del ratón. En ocasiones, es incluso imposible dejar de acceder a la información o seleccionar cuál es la información más adecuada o fiable. Me viene a la cabeza la información médica. ¡Cuánto daño ha hecho internet en estas circunstancias! Pones en el buscador el nombre de cualquier enfermedad y aparecen cienes de páginas web que hablan sobre ella. El problema es que, en la mayor parte de los casos, nadie filtra la información que se pone a disposición de los demás. Me refiero a nadie competente, por supuesto.

No me cansaré de decir que los resultados de una búsqueda por internet deben ponerse en cuarentena cuanto más importantes sean las consecuencias de la búsqueda. Importantes para la tranquilidad del que busca, claro. Porque las informaciones contradictorias y no contrastadas están a la orden del día. 

No es lo mismo, claro, buscar información sobre un hotel que sobre las consecuencias de un diagnóstico médico (volviendo al tema anterior). El problema es que no todo el mundo está en disposición de juzgar con una mínima lógica lo que está leyendo, desechando aquello que es manifiestamente erróneo o, cuando menos, discutible.

Pero no quería hablar de esto, sino de una palabreja que está de moda por esos foros de dios: SPOILER. Da miedo bucear por foros o páginas especializadas en cine o literatura, porque cualquier desaprensivo te avisa con esas letrejas y se siente autorizado para soltar cualquier cosa y destriparte la trama o la sorpresa que te dejaría con el culo pegado al asiento, los ojos como platos, la boca abierta y la lengua hasta el suelo. 

Y cuanto mayores sean las letrejas en cuestión, más tranquilo se queda el nota que pone las entrañas de la obra a la vista del público: Oye, que lo pongo bien grande, no sigas leyendo... parecen decir.

En otros foros, para ver el spoiler hay que hacer un acto de voluntad positiva: pulsar sobre la palabra. Entonces se despliega el texto oculto que revela el mayor de los secretos.

Seamos sinceros. ¿Quién puede resistirse? ¿Quién es capaz de ver SPOILER en mayúsculas, cursiva, negrita y subrayado, y saltarse esa parte? ¿Quién es capaz de ver spoiler y no pulsar sobre él para ver qué se dice? Es como pasar delante de un accidente de tráfico y no mirar. O como encontrar un coche en un apartado, con los cristales empañados, y no sacar la linterna para ver qué está pasando. Vamos, lo más natural del mundo.

Pues así me han fastidiado (bueno, me lo he fastidiado yo solo, si soy sincero) el sorpresón del último volumen de Canción de Hielo y Fuego. A dance with dragons, se llama. Y es que para más coña todavía no está publicado en castellano (alrededor de un añito quedará, calculo así a bote pronto). Pero ya me quedaré sin esa sensación tan familiar en la saga; ya no podré gritar a pleno pulmón aquello de Martin, jodido cabrón....

No es lo mismo que enterarme de que:

SPOILER:

Dan Brown se ha cansado del personaje de Robert Langdon y que lo ha matado como él sabe hacerlo, documentándose para hacer creíble la escena de que muera por efecto de la gangrena producida al infectarse el corte que se ha hecho por la mañana al afeitarse. En el hospital de Sevilla en el que le trataron, no tenían penicilina, como todo el mundo sabe en Estados Unidos...

FIN DEL SPOILER:

No caera esa breva, no...

viernes, 26 de agosto de 2011

¡Calla, mujer!

Esta es la historia de un despropósito y de una gran desilusión. 

Tras cerca de treinta años esperando, la nueva película de Conan es de lo peor que he podido ver últimamente. Desde la floja Conan el destructor, periódicamente se oían rumores de un nuevo largometraje. Incluso se dijo que el gran Gobernaitor iba a protagonizar Conan Rey. Luego, que el cimmerio iba a tener los biceps y el rostro de Vin Diesel (si no fuera porque es un rolero confeso y por el personaje de Riddick, a este tío habría que desterrarlo del planeta). Todos los rumores fueron desmintiéndose, aumentando la desgana en los fans, hasta que aparecieron las primeras noticias fiables: habría nueva película y el protagonista sería el desconocido Jason Momoa.

Pues así a sido, pero para lo que han hecho...


Una historia sobre el papel correcta, sin más, ha sido ejecutada de una forma deplorable. Movimientos de cámara insufribles durante las escenas de combate hacen que sea imposible ver, no ya la ejecución de la coreografía (quiero pensar que había una) sino que no sepamos quién ha dado a quién... Lo cierto que esto es una moda que se ha establecido en el cine de acción y que maldita la gracia que me hace. Llega a marear, incluso.

El montaje clama al cielo, llegando un momento en que se corta la banda sonora al pasar de un presunto clímax a otra escena totalmente diferente sin ningún tipo de transición. Parece que la peli es un videoclip que engarza escena de combate con escena de combate.

El asalto al barco es de traca. Comienza de noche, para pasar a ser pleno día en unos segundos (más movimientos de cámara en medio). 

La chica también se las trae. Al principio se las da de dura y de independiente, para luego ser acobardada por el magnetismo animal de Conan (la frase del título de esta entrada resulta antológica). Termina la cosa con una rendida concubina que no para de chillar el nombre del cimmerio a poco que las cosas se tuerzan. 

¿Los malos? Pretendidamente carismáticos, caen a veces en la más pura parodia. Rosie McGowan está irreconocible en la estética decadente de la hija del maluto, aunque no deja de tener su morbo. Lo que resulta patético es que caen de una forma previsible para mayor gloria del protagonista.

¿Efectos especiales? De cartón piedra, literalmente. La especie de kraken a la que se enfrenta Conan sólo muestra los tentáculos (seguramente por motivos presupuestarios; se habrían pulido todo el parné en el maravilloso escenario de la cueva de la calavera... manda eggs). 

No sé para qué seguir. No encuentro nada bueno que decir. Ni siquiera es corta: la tortura dura casi dos horas. He leído por ahí que Momoa está trabajando en el guión de la segunda parte... Pues espera sentado, macho. Hasta que no te sientas preparado y entiendas la espada, que será cuando las ranas críen pelo, me parece que cualquier proyecto va ir derechito al frigorífico de las ideas malditas.

Ni personajes carismáticos, ni efectos especiales, ni escenas para recordar, ni banda sonora... ¡Nada!

Por cierto, que no esperen por mí para verla en 3D. ¡Lo que me faltaba!

lunes, 22 de agosto de 2011

¡Zas!

¡Zas! es el último título del Mundodisco que he leído. Es también el nombre de un juego de mesa al que es muy aficionado el Patricio Vetinari. Por lo que parece es parecido al ajedrez solo que se enfrenta un grupo de treintaidós enanos contra ocho trolls. Parece también que es una recreación lúdica de la batalla del valle del Koom.

¡Maldita la gracia que le hace eso a Sam Vimes, comandante de la Guardia de Ankh-Morpork! Sobre todo cuando el aniversario de la batalla se aproxima y tiene que enfrentarse a grupos de descontrolados enanos y trolls que no hacen más que buscar excusas para partirse la crisma. Incluso en la propia Guardia hay problemas al respecto.

Sangriento ajedrez

No solo eso, sino que tiene que aceptar una nueva recluta en aras de la integración de las minorías étnicas. En este caso la guardia interina Sally, vampiro. Pero, además, tiene sobre él a un chupatintas que busca controlar lo incontrolable, el señor A.E. Pésimo, que promete darle bastantes quebraderos de cabeza. 

Mientras intenta sobrevivir cuerdo, empieza a utilizar su nuevo Desorganizador Personal modelo Gamberry (uno de los pasajes más divertidos del libro) y llega todos los días puntual a la cita con el pequeño Sam, su hijo, para leerle su cuento favorito.

Esto es un resumen de la historia que cuenta ¡Zas!. Es la tranquila superficie bajo la cual, tal y como nos tiene últimamente acostumbrados Pratchett, somos testigos de la turbulenta denuncia social. Estamos ante una crítica ácida del militarismo, el nacionalismo y el racismo, y de todos aquellos -ismos del mismo palo que dañan la sociedad actual. Si nos paramos a pensar un poco sobre el tema, veremos cómo dejan de tener sentido en el momento en que buscamos su origen o su fundamento. En el mejor de los casos encontraremos escombros y retazos de historia que ya no tienen aplicación en nuestro mundo de hoy.

Por todo ello, ¡Zas! está en la onda de los últimos tomos comentados y mantiene el altísimo nivel de esta fase de la serie. La serie de la Guarida es una de las mejores que forman el Mundodisco. Es imprescindible y, por tanto, vamos a darle un nueve.


¡A por él!

jueves, 18 de agosto de 2011

Causa justa

Buscando descansar un poco la cabeza, me decidí a probar fortuna en las procelosas aguas del thriller jurídico. Aquí, el indiscutible maestro es John Grisham que, según afirma Wikipedia, ha vendido más de 250 millones de libros... ¡Los hay con suerte!

La verdad es que elegí el título completamente al azar. Vamos a ver, de Grisham conozco bastante gracias a las películas que adaptaron sus éxitos (La tapadera, Tiempo de matar, El informe pelícano, El jurado...) todas ellas que se dejan ver e incluso ponen un punto de suspense. Pero en esta ocasión cogí lo que tenía más a mano y esto fue Causa justa.

Bueno.... se deja leer. No es de las primeras novelas, ni mucho menos. Pero es bastante flojita. Parte de un supuesto bastante escabroso y espectacular que se desarrolla en las primeras páginas y a partir de ahí el protagonista, Michael Brock, ve la luz. Lo siento, no tengo una forma mejor de explicar por qué un prometedor abogado que gana cientos de miles de dólares en un prestigioso bufete y que tiene ante sí un futuro prometedor, de la noche a la mañana se dedica a defender a los sin hogar a cambio de poquita cosa. 

Digamos que el lector se desliza por la novela sin que ésta acabe de cuajar. Es un planteamiento bastante plano, sin sobresaltos (ni siquiera cuando se registra el piso o cuando se detiene a Michael Brock), pero no logra comunicar, no logra que nos identifiquemos ni con la historia ni con los personajes. 

Y así las algo más de cuatrocientas páginas, hasta un final "apoteósico" que se desarrolla en apenas treinta, con un poquito de ci-fi jurídica, porque lo que ocurre en el careo no tiene nombre.

Novela de consumo rápido para el veranito, perfectamente olvidable y que no pasa a la historia por su lucidez (casi como Dan Brown). Creo que le daremos un tres, más que nada por el prestigio del autor.

domingo, 14 de agosto de 2011

Funcionariado eficaz

Estas dos palabras juntas forman un enunciado utópico, lo sé. Pero es la premisa en la que se basa Cartas en el asunto, curiosa traducción del título original Going Postal, la siguiente novela del Mundodisco que me acabo de ventilar.

El señor Húmedo Von Mustachen, estafador y buscavidas, escapa en el último momento de su ajusticiamiento. Regalo envenenado, como comprobará bien pronto. Su "perdón" lleva aparejada una visita al despacho del Patricio Vetinari y el cargo de Director de Correos. Pero menos mal que Von Mustachen cree en los ángeles...

Este ha sido un brevísimo resumen de la historia. A partir de ahí, el nuevo Director de Correos pondrá en marcha ideas revolucionarias, todas ellas sorprendentemente exitosas. Como que el usuario pague por poner un pedacito de papel en sus cartas y así asegurar el envío. De este modo, llegará incluso a enfrentarse al servicio de clacs (una especie de telégrafo con destellos luminosos), que no está pasando precisamente por su mejor momento a causa de la especulación empresarial.

La novela mantiene el sobresaliente nivel de las últimas que he comentado. Está trufada de pasajes hilarantes, como la iniciación del cartero (el Hombre sin Franquear), teorías curiosas, como que las cartas desean ser enviadas y leídas y que todo el gran montón de cartas sin enviar que están almacenadas por todas partes en la Oficina de Correos ha desarrollado una especie de consciencia vital.

Carterito valiente...

En cuanto a los personajes, como es habitual los hay a montones y muchos de ellos son interesantes por sí mismos. El protagonista tiene un amplio registro de emociones y es facilísimo empatizar con él (será porque se convierte en un soñador, un idealista, comprometido con el éxito de su tarea) y aunque apenas aparecen habituales (el comandante Vimes o Zanahoria, como meros complementos de alguna escena), aprendemos más de la psicología de Vetinari. Además, el maluto esta vez es público y notorio, pero a su manera también aterrador. 

También se trata en la novela una de las preocupaciones recurrentes de Prattchett, la integración social de las minorías. En este caso, los golem. Tienen que luchar contra los prejuicios de una sociedad que los ve como meras herramientas sin cerebro y desean demostrar que son seres pensantes y, a su manera, que están vivos. En algunos pasajes se parecen a los robots positrónicos (se insinúa que tienen leyes internas que regulan su comportamiento; se los menciona con el uso de un artículo neutro, enfatizando que son una cosa) clásicos de Asimov, pero el señor Pistón es uno de los secundarios más logrados de la saga, en la ya larga lista de secundarios interesantes que tenemos. 

Esta novela viene precedida de gran fama y está considerada como una de las mejores de la serie, si no la mejor. Cuenta además con una adaptación cinematográfica que parece que está bastante bien. 

No creo que sea la mejor, pero está en el pelotón de cabeza sin duda. Lo que sí es cierto es que la serie del Mundodisco, después de 30 volúmenes, goza de buena salud. Se ha sobrepuesto a algunos episodios de una calidad menor para remontar. Y lo que en un principio era una sucesión de gags y burlas de los tópicos más tópicos de la Fantasía, se ha convertido en una serie madura y profunda, sin miedo a tratar temas algo peliagudos.

Por todo lo anterior, le damos un nueve.

Y recomendamos a todos su lectura, por supuesto. Lo disfrutaréis.