Podría hoy hablar de muchas cosas: el Día del Orgullo Friki, en que volvimos a conjurarnos para DOMINAR EL MUNDO; la prima de riesgo desbocada; el tongo de Eurovisión... Como véis, todos son temas del mayor interés y de la más candente actualidad. Pero ninguno de ellos me acaba de convencer del todo para dedicarle unos minutos de frenético teclear.
No, creo que hay un tema mejor del que hablar: ese curioso complejo que nos da a los españoles cuando se trata de defender lo nuestro. Y lo nuestro son nuestros símbolos, en este caso el himno y la banderade este país (que, por cierto, se llama España; no lo olvidemos).
Vale, nuestro himno no tiene letra. Pero es el nuestro, así que ni falta que le hace. En cuanto a la bandera, es una bandera de guerra que se adoptó en el XVIII, para que fuera bien visible por los nuestros y por los de los otros (a cojones nos han ganado pocas veces, en nuestra Historia).
No entiendo cómo unos descerebrados, por no estar de acuerdo con nuestros símbolos comunes, los mancillan sin pudor para exaltar los suyos. No lo entiendo, porque el respeto debería ser máximo, pero puedo llegar a comprenderlo si se dieran las circunstancias adecuadas.
Lo que no puedo entender ni por asomo es cómo no somos capaces de defender lo que es nuestro, lo que es digno de respeto por parte de todos y aprecio por parte de muchos. Hemos visto cómo en la final de la Copa del Rey de fútbol se ha tocado la versión corta, que ha sido pitada hasta el paroxismo por miles de exaltados descerebrados (azuzados también por algunos descerebrados del otro lado, ¿verdad Espe?), en un vano intento de calmar las sensibilidades presentes en tan magno evento. No solo eso, sino que en conversación con algunos conocidos, había quien defendía que quizá sería una buena idea prescindir del himno en estas circunstancias.
¿Pero es que nos hemos vuelto locos, o qué? ¿Hasta qué punto llega el complejo que nos corroe? ¿Por qué ese sentimiento de inferioridad, o de dejar hacer, del que hacemos gala? Porque, hablando de galos (¿habéis visto cómo hilo?), a nadie se le ocurre ver esto en Francia (vale, que su himno tiene letra...), en Alemania o en los Estados Unidos, donde el culto a la bandera bordea el fundamentalismo.
No creo que tengamos nada que envidiar a estos países (bueno, quizá su prima de riesgo), pero en este caso me encuentro más cerca de ellos que de lo que he visto.
Pues hala, sin complejos, que llega la Eurocopa.