jueves, 29 de julio de 2021

Expediente X (Temporada final)

Me despido de Expediente X, serie de culto donde las haya. No sé si la despedida será para siempre, dependerá de los productores. Después de las nueve temporadas originales, que reconozco que no seguí en su totalidad aburrido de los capítulos de la conspiración, ya pensé que era el final. No podía pensar que volvería a ver capítulos nuevos catorce años después. Y no una, sino dos temporadas.

Esta última temporada, aunque con altibajos, me ha dejado un muy grato recuerdo. Me ha servido para recordar por qué la serie me enganchó tanto, con capítulos que resultaron inolvidables, con un sentido del humor fresco en el que la serie se reía de sí misma, y con un peso de esa conspiración bastante menor que el que tuvo en años posteriores. 

Diez capítulos que sirven en gran medida para reconciliarme con una serie y unos personajes de los que esa deriva me fue alejando poco a poco.

 

(Casi) treinta años no son nada


Para recordar de esta última temporada hay tres o cuatro episodios muy buenos. 

El primero, Plus one, es el que nos presenta a dos hermanos mellizos que tienen una relación bastante peculiar con una serie de muertes accidentales. Mulder y Scully se enfrentarán a ellos y a sus capacidades paranormales, su egoísmo y sus mentes desequilibradas. Sencillamente genial. 

Otro es The lost art of forehead sweat. Es uno de esos episodios autoparódicos en el que se nos presenta una realidad alternativa con un tercer miembro del grupo, una especie de quinto Beatle, del que nadie recuerda nada. Hay momentos icónicos de la serie que se revisitan con ese tercer personaje y que nos deja momentos de risa asegurada.  

 

Mulder, Scully y el quinto Beatle

 

Ghouli es un capítulo que, estando relacionado con esa teoría de la conspiración por presentarnos al hijo perdido de Mulder y Scully, no pierde interés por sí mismo sino que tiene un sólido argumento que ayuda a mantener el interés. Lo del hijo de los protagonistas es un mal menor que hay que sufrir para disfrutar.

Por último destaca Rm9sbG93ZXJz, título que parece una clave wi-fi con gran relación con el argumento. Empezamos con Mulder y Scully cenando en un restaurante japonés totalmente robotizado. A la hora de pagar, no dejan propina. Se monta entonces una situación de pesadilla que se va complicando: domótica, navegadores, drones... Un episodio al estilo de Black mirror mostrando la importancia que la tecnología ha tomado en nuestras vidas, muy entretenido. Hay en esta temporada otro episodio también un poco Black Mirror, titulado This, pero que no es tan divertido como éste.

 

Qué bien le sienta la madurez a Gillian Anderson
 

Mulder y Scully se han convetido para siempre en icono de la cultura televisiva, como los Cartwright de Bonanza, los Ingless de La casa de la Pradera, el Un, dos tres, Verano Azul y tantos otros que recordaremos para siempre. 

Por supuesto, la temporada es altamente recomendable.


domingo, 25 de julio de 2021

Cato y Macro (Libros VI a XI)

La profecía del águila es el libro VI de la serie. Cato y Macro son destinados a la flota, donde vuelven a estar bajo las órdenes de su némesis, Galba. Su misión será recuperar un arcón del que se han apoderado unos piratas. Al parecer, algunos de los libros sibilinos en los que se profetiza la historia de Roma están en ese arcón. Huelga decir lo que podria pasar si caen en malas manos. 

 


 El libro VII lleva por título El águila en el desierto. Cato y Macro son destinados a una guarnición auxiliar en la Judea del siglo I d.C., aunque antes de la rebelión que Vespasiano y Tito sofocarían a sangre y fuego. Allí toman contacto con el dificil pueblo hebreo y harán frente a una invasión de los partos que cuentann con el apoyo de traidores en las legiones de Roma. Incluso toman contacto con Miriam, la madre de cierto rabino judio ajusticiado unos cuantos años antes. 

 


 El libro VIII se titula Centurión, que es el grado que obtiene Macro. Se narra el viaje de nuestros protagonistas a Palmira, donde se enfrentarán a un asedio en defensa del rey. Una historia de política, traiciones entre hermanos y amor, porque al fin Cato encontrará a la que se convertirá en su futura esposa (se supone), la hija de un senador romano que se encuentra por casualidad en la corte del rey de Palmira cuando comienza el asedio a la ciudadela. 

 


 El libro IX se titula El gladiador. Cato y Macro llegan a Creta desde Palmira, junto a la novia de Cato y su padre. Allí serán testigos de una catástrofe derivada de una erupción volcánica que deja a la isla sin gobernador. El futuro suegro de Cato será el romano de mayor rango en la isla y tomará el mando de forma interina. Nuestros protagonistas tendrán que hacer frente a una rebelión de esclavos y gladiadores, encabezada por un antiguo enemigo suyo. 

 


 En el libro X, La legión, habiendo superado las difíciles pruebas a las que se vieron sometidos en Creta, Cato y Macro llegan a Alejandría de Egipto en persecución del cabecilla de la rebelión cretense. Allí se enfrentan al gobernador, que no desea desviar tropas en algo que ni le va ni le viene, y a una invasión desde Nubia que avanza arrolladora desde el sur. Por suerte para el Imperio, Cato es un tipo leído y es capaz de realizar una copia más pequeña de la maniobra envolvente de Aníbal en Cannas.

 

 

Por último, el libro XI, titulado Pretoriano. Nuestros amigos se encuentran de nuevo en Roma y se verán obligados una vez más a actuar como agentes encubiertos de Narciso. Su misión, proteger al emperador Claudio y su familia de un pérfido complot contra sus personas que cuenta con ayuda dentro mismo del cuerpo de élite imperial, la Guardia Pretoriana.

 

 

Bueno, estos son muy resumidos los libros. 

La serie de Cato y Macro va perdiendo su interés, por lo menos para mí. A pesar de que las historias de la República y del Imperio romanos siguen estando entre mis favoritas, a medida que han ido pasando los libros se me ha hecho cada véz más pesado seguir. Tanto es así, que he decidido darles un período de descanso a los que me faltan, y dedicarme a lecturas más frescas y espero que placenteras. 

Vaya por delante que nunca me ha parecido que Simon Scarrow vaya a ser un autor que ocupe un lugar en el Parnaso. Vamos, que se lee ágil y suele ir al grano, lo que se agradece. Podemos definirlo como literatura de consumo, que tampoco está mal, ojo. Casi todo lo que leo es literatura de consumo, aunque de vez en cuando pueda uno encontrarse con alguna joyita. 

El problema de Scarrow es que casi siempre flaquea en su intento de dotar de profundidad a los personajes, no solo secundarios sino a los mismos Cato y Macro. Dedica demasiadas líneas a profundizar en los pensamientos, sobre todo del primero, y de explicar sus motivaciones. Unas motivaciones que en muchos casos son poco creíbles, o directamente banales. Por eso, en algunos momentos llega el lector a estar sobrecargado de Cato (con Macro eso no pasa, porque es un personaje aún más primario que Cato y sus motivaciones son comer, beber y luchar, no siempre por ese orden). 

Flaquea también en crear tramas complejas, urdir planes para conseguir un buen suspense. No llegará a ser ni la mitad de mi añorado Philip Kerr, por citar un ejemplo del que he hablado hace bien poco. 

Tampoco ayuda que ambos protagonistas sean una mezcla perfecta de guerrero, político, espía y lo que se les eche por delante. Son tan perfectos, sobre todo Cato, que dejan de ser creíbles y se convierten un poco en caricaturas de lo que pudieran haber sido. Hasta los defectillos que tienen parecen más bien un intento de rebajar esa perfección.

O sea, que al final de todo me veo pasando las páginas una tras otra, pero no con el ansia de terminar el capítulo y las ganas de empezar otro, sino por inercia. Es una lucha de orgullo para llegar al final de un libro y poder pasar a otra cosa. 

Aceptable para pasar el rato.

 

domingo, 18 de julio de 2021

Dark Matter

De vez en cuando aparecen series que demuestran que no hace falta un gran presupuesto ni disponer de grandes efectos especiales para tener un producto de calidad. 

La pena es que Dark Matter haya durado solo tres temporadas de trece capítulos cada una, pero los he disfrutado casi todos. Una space opera de calidad, viajes por el hiperespacio (aquí lo llaman FTL, que supongo viene de Faster Than Light), corporaciones a escala galáctica, sistemas planetarios explotados para obtener recursos, estaciones espaciales, androides... y armas de proyectil como ahora. 

 

De izquierda a derecha: Androide, Cuatro, Tres, Dos, Uno, Cinco y Seis
 

Bueno, no hace falta tener un bláster ligero o pesado, una pistola o una ametralladora hacen un efecto similar. Además, no vamos a ponernos exquisitos con estas cosas cuando los protagonistas se pasan buena parte del tiempo en FTL sin tener consecuencias relativistas apreciables (en unas entradas hablaré de la recomendable novela La guerra interminable, que es todo lo contrario). 

El inicio de Dark Matter no puede ser más intrigante: los tripulantes de una nave espacial se van despertando de la estasis en lo que puede parecer un proceso normal, pero en este caso no recuerdan quienes son, ni quiénes son sus compañeros, ni qué hacen en esa nave (aunque sí que saben manejarla, otra cosa para la que será necesario suspender nuestra credulidad). Ni siquiera saben sus nombres, así que deciden llamarse por el número en el que han ido despertando: Uno, Dos, Tres, Cuatro, Cinco y Seis. 

Pronto descubrirán además que en la nave hay una Androide, que sirve de primera línea de defensa, piloto e interfaz de usuario. Para el espectador servirá muchas veces también como válvula de alivio cómico, ayudando sobremanera a mantener el toque informal de la serie.

 

Toda la pandilla, menos uno: Uno

 

Poco a poco, capítulo a capítulo, se va desgranando no solo la historia actual sino que iremos viendo retazos de las vidas anteriores de los tripulantes. No, no son tran trigo limpio como parecían, pero encontrarán la forma de mantener su estado ético y moral actual. Hay que reseñal que Uno desapareció al principio de la segund a temporada. Da igual, no era de los que daban más juego.

Apenas hay rodaje en exteriores. La mayor parte del metraje será en la propia nave y en interiores: laboratorios, palacios, otras naves, estaciones espaciales... Las pocas veces en que las naves se ven desde fuera, hay que reconocer que los efectos especiales cantan un poco, sobre todo para la época en la que estamos, pero también he dicho que el fuerte de Dark Matter no son sus efectos. Sería una pena que una bonita explosión nos distrajera de una historia interesante. 

Es más, tampoco es necesario un elenco interpretativo conocido, sino que un grupo de desconocidos puede ser la mar de convincente y dejará espacio en el tope salarial.  

 

 

Días de la marmota, universos paralelos, dobles malvados, alta política, alienígenas (pocos), viajes en el tiempo... Una macedonia de lugares comunes de los space opera y de la ciencia ficción, contados con el cariño de un buen aficionado. 

Firefly se convirtió en una serie de culto con unas premisas similares y menos capítulos (vale, nos descubrió a Nathan Fillion, pero de eso no se puede vivir para siempre). Dark Matter ha pasado con bastante más pena que gloria, pero no tiene mucho que envidiar a su famosa "hermana". Dadle una oportunidad. 

Lo dicho, una pena que fuera cancelada en la tercera temporada. El final deja mucho que desear por ese motivo. 

Pero, aún así, hoy cotiza a 7,5 en imdb. No está nada mal.

domingo, 4 de julio de 2021

Lo último de Bernie Gunther

Todo lo bueno tiene un final, más pronto que tarde (lo malo también lo tiene, afortunadamente, aunque este final parece que no acaba de llegar nunca por uno u otro motivo). 

La muerte prematura de Philip Kerr dejó huérfanos a un gran número de lectores, entre los que me incluyo. No sabemos hasta dónde hubiera llegado la serie de novelas de Bernie Gunther, el descreído investigador berlinés que ha pasado por aventuras que nunca hubiera soñado en los felices años veinte del siglo pasado, cuando era un detective de la Kripo

 


 Hemos acompañado a Gunther durante el ascenso del nazismo, la segunda guerra mundial y la posguerra. Le hemos visitado en La Habana, en la que vivía con nombre falso, o en la Riviera francesa donde trabajó en un hotel haciendo gala de sus magníficos modales. 

Su trayectoria vital, al menos la conocida, termina en el Laberinto griego, como empleado e investigador de una agencia de seguros. Como tal es desplazado a Grecia, para investigar el naufragio, supuestamente accidental, de una embarcacion propiedad de un ciudadano alemán. Pronto se verá envuelto en un juego mucho más oscuro y peligroso de lo esperado, en el que toman parte antiguos nazis, un ambicioso oficial de policía griego y algún que otro agente de la flamante República Democrática Alemana, que piensan tener al viejo Bernie bien cogido por las pelotas. 

El último título de la serie es Metrópolis. Aquí volvemos a la ambientación del Berlín de los Años Veinte, cuando un joven Bernie Gunther es admitido en la Kripo al mismo tiempo que en la ciudad se suceden los asesinatos de veteranos de la Gran Guerra, normalmente tullidos. Bernie se pondrá en la piel de uno de ellos, poniendo en riesgo su vida, con el afán de dar con él y enviarlo a donde se merece.

 

Ambos títulos son muy recomendables. Mantienen el nivel elevado de la serie y combinan a la perfección el interés y el realismo en la descripción de la ambientación con la historia en sí y la resolución de misterio. Quizá en Metrópolis no funcionan tan bien los momentos de clímax porque ya sabemos que el bueno de Bernie va a sobrevivir a todo lo que le echen, pero en realidad da un poco igual porque en ese caso particular la historia es tan absorbente que te olvidas un poco de todo. 

Bernie Gunther se ha hecho en propiedad con un lugar de privilegio entre mis personajes literarios favoritos. Y Philip Kerr hace lo propio como uno de mis autores favoritos. 

¡Cómo no voy a recomendarlos! Una novela de Bernie Gunther tiene más poso y atractivo que cualquier best-seller de género estadounidense que se me pueda pasar por la cabeza ahora mismo. Una pena que ya no pueda disfrutar de nuevas historias.