sábado, 30 de marzo de 2013

La corona de hielo

La pequeña Tiffany Dolorido va creciendo y aprendiendo a ser bruja, mientras no paran de sucederle cosas cada vez más extrañas en la tercera novela de la serie, La corona de hielo. La serie de libros, ambientada en el Mundodisco y en la que aparecen personajes conocidos como Yaya Ceravieja o Tata Ogg, es más o menos independiente y más orientada al público juvenil.

Pero bueno, no deja de ser Mundodisco y no deja de ser Terry Pratchett, con esas gotas, o goterones, de humor que hacen soltar una carcajada mientras estás sentado en tu sofá preferido y la familia te mira con cara de sorpresa. 

En esta ocasión también hay personajes memorables, como la señorita Traición, de ciento trece años de edad, bruja, ciega y que toma prestados los ojos de los que la rodean, incluida Tiffany, para poder hacer cualquier cosa que haría una persona normal



La serie de Tiffany Dolorido se caracteriza también por la presencia de los Nac Mac Feegle, pequeños hombrecillos azules, pelirrojos y con una pequeña falda escocesa, que han jurado porteger a Tiffany, la que una vez fue su kelda (especie de reina de la colmena). En este volumen se acentúa ese habla que tienen, mezcla de gallego y bable, y que en más de una ocasión resulta hilarante. 

¿La historia? Un poco repetitiva en este caso. Yaya Ceravieja lleva a Tiffany a presenciar la danza que marca el fin del invierno y en la que se supone que el Forjador del Invierno (Wintersmith, que ese es el título del libro en inglés) baila con la Dama del Verano en un ciclo sin fin. Se supone que solo van a presenciarlo, pero la joven Tiffany (recordémoslo, de solo trece años de edad) se lanza a bailar sin pensar. Esto es nuevo para el Forjador del Invierno, tanto que se encapricha, o se enamora, de ella. Y, como todos los hombres, se vuelven un poco tontos en esa situacion, sacan pecho y tratan de impresionar a su chica. 

Lo que pasa es que el Forjador del Invierno, entidad elemental que manda sobre la nievel, la ventisca y el hielo, cuando saca pecho lo saca de verdad. Lo que pone en peligro a mucha, muchísima gente. 

Así que Tiffany tendrá que librarse de él, pero mientras tanto tendrá que ayudar a su colega brujeril, la odiosa Annagramma, a ocupar el puesto de la señorita Traición después de que ésta haya, digamos, conocido al personaje recurrente de la serie del Mundodisco que HABLA EN MAYÚSCULAS, la Muerte. 

Bueno, no es de lo mejor que hayamos podido leer, pero tiene sus momentos. Aún así, no vamos a poder pasar de un seis.


martes, 26 de marzo de 2013

Intocable

Poco cine francés he visto: Astérix, alguna de Juan Morenó (Jean Reno para los gabachos), Chocolat y alguna cosa más. Poco.

Pero el cine francés tiene un je ne se quois que engancha. Películas sencillas, pero con poso, de esas que te cuentan una historia y te tienen enganchado a la pantalla. Y lo logra sin gran pirotecnia de efectos especiales. Para ser sinceros, no necesitan ni un mísero petardo.

Pues Intocable es una más de esas peliculitas francesas con poso, historia y personajes. En este caso un tetrapléjico multimillonario y su, digamos, ayuda de cámara que en la película es un senegalés negro (claro, cómo iba a ser si no....) de nombre Dris, un poco antisistema, aprovechado, vago y algo gárrulo, cuyo objetivo en la vida era mantener el subsidio del paro.



Por su parte, el tetrapléjico multimillonario blanco (claro, cómo iba a ser si no...), de nombre Phillipe, necesita que lo hagan todo por él y está hastiado de la vida, que se ha convertido en poco más que ver el tiempo pasar, hasta que le llegue el momento de partir.

Sus vidas se entrecruzan de forma casual. Y cada uno se contamina del otro, hasta que lo que empieza como una relación meramente profesional se convierte en sincera amistad. 

Vale, no es nada original. Hemos visto este argumento cienes y cienes de veces. Normalmente en películas americanas que tienen una sobredosis de moralina. En cambio, Intocable es, en ese aspecto, intachable. Toca la fibra del espectador, pero lo hace de una forma natural, sin recurrir a artificios, giros inesperados o escenas que descaradamente busquen ese efecto. 

Intocable es una película honesta, sencilla, que atrapa de una forma que pocas veces he visto o sentido. 

Y lo mejor de todo, es que está basada en una historia real.

Por todo ello, Intocable se merece un fantabuloso ocho y mi más enérgica recomendación. Ahora sí, no tengo ni idea de por qué se titula así.

sábado, 23 de marzo de 2013

X Certamen Teseo

Pues aquí estamos de nuevo con la última edición del X Certamen Teseo que con periodicidad irregular se convoca en la web elmultiverso.com.

Una vez más, hubo que responder a una pregunta propuesta por el organizador, el ganador de la edición anterior. En esta ocasión, la pregunta fue ¿Qué deseos concedió el genio de la lámpara? O sea, que tanto el genio como la lámpara deberían tener un papel en la historia, aunque fuera mínimo. 

Se presentaron un total de 35 relatos, pertenecientes a 28 autores. El ganador, con 64 puntos y una diferencia amplia sobre el segundo, fue La ciudad detenida, del poblador Mediterráneo. Recibió votos de veinte pobladores y hasta en seis ocasiones se llevó la puntuación máxima.

Yo presenté el relato El último deseo de Jeremía Aguirre, un canto a la inmortalidad y los problemas que conlleva. Le quise dar un toque cifi al final y, por los comentarios recibidos, creo que la imagen se recordará en futuras ediciones... Eso es bueno.

Más cosas buenas: he conseguido la mayor puntuación desde que participo, con un total de quince puntos. Seis pobladores me votaron, uno de ellos en primer lugar (el propio Mediterráneo). La posicion final fue el doceavo lugar. Una mejora sustancial respecto a anteriores ediciones y relatos que creo hubieran merecido mejor suerte. 

El último deseo de Jeremías Aguirre me gusta bastante. Lo pondría en la parte media-alta de todo lo que llevo escrito. Ahora lo comparto aquí. Espero que os guste...


EL ÚLTIMO DESEO DE JEREMÍAS AGUIRRE

—¿Estás seguro, amo? —tronó la voz de barítono—. Este humilde siervo te recuerda que no hay vuelta atrás, una vez formulado.
El joven Jeremías, empequeñecido ante la figura enorme y traslúcida del genio, asintió con decisión. Era su último deseo y lo había guardado con celo durante los últimos años hasta que creyó llegado el momento de aprovecharlo. Borracho de riqueza y poder, marido de una hermosísima mujer a la que amaba con todo su ser y padre de tres hijos maravillosos, merecía disfrutar ahora de todo lo que había conseguido. Merecía tiempo para él.
Cerró los ojos e inspiró con ansia el aire de la habitación.
—Ese es mi deseo, genio —dijo con autoridad, mientras guardaba la lámpara en su mochila—. ¿Cumplirás con tu obligación?
—Sea, pues —retumbó la respuesta en su interior.

*****

Con ojos arrasados en lágrimas y manos temblorosas, Jeremías depositó el último ramo de flores en la tumba de Candela, tantas veces visitada. Sorbió por la nariz mientras se erguía con dificultad, apoyándose en el frío mármol.
Pasó los dedos por la gastada lápida, siguiendo el contorno ya familiar de las letras góticas y la cruz. Aún esperó un poco más, demorando el momento siempre triste de la despedida. Respiró hondo mientras pasaba la vista a su alrededor, por las cinco lápidas del colosal mausoleo de la familia Aguirre. Se detuvo un poco más en la quinta, todavía sin grabar, y sonrió con amargura.
Apretó con fuerza el tirante de su mochila y oyó el familiar tintineo metálico dentro, antes de salir al exterior con pies que pesaban como el plomo.

*****

Sus pies desnudos levantaban una nube de polvo del suelo ardiente y árido, pero el fuerte viento la dispersaba antes de que ocultara la visión de un extenso paraje, desolado hasta donde alcanzaba la vista. Su piel reseca no lo notaba, quizá por la fuerza de la costumbre, tanto tiempo después de haberse deshecho de los harapos que una vez había vestido.
Miró al cielo sin nubes, de un deprimente color rojizo, pero pronto la inmensa bola de fuego en que se había convertido el Sol, le obligó a entrecerrarlos.
Echó mano de su proverbial memoria. Era para él evidente que la expansión de la estrella se había acelerado una vez sobrepasada la antigua órbita de Venus. Calculaba que le quedaban todavía unos cinco mil años hasta crecer lo necesario para vaporizar la Tierra. Apenas un suspiro.
Sopesó en su mano huesuda la lámpara, su eterna compañera, que brillaba con suavidad a la mortecina luz. Tenía curiosidad por saber cómo se las iba a arreglar el genio ahora. Rió a carcajadas, aunque nadie había para compartir su humor.
Se sentó con la lámpara a sus pies. No había ninguna prisa.
Tenía todo el tiempo del mundo.

domingo, 17 de marzo de 2013

En la corte del lobo

Ya sabéis que mis visitas a la revista bimestral del Círculo de Lectores es un pozo de sorpresas. A veces encuentro alguna cosa interesante; otras, una joyita; algunas, algo un poco más difícil de digerir. Valió la pena descubrir a Patrick Rothfuss (El nombre del viento, El temor de un hombre sabio) o a Antonio Garrido (El lector de cadáveres).

En esta ocasión tenemos a Hilary Mantel y En la corte del lobo. A la señora no la conocía de nada, así que menos podía conocer su obra. La sinopsis que aparecía en la revista era interesante, así que me lo pedí. Ha estado en la lista de libros pendientes durante varios meses, hasta que llegó su turno. 

La historia sucede en el siglo XVI, en Inglaterra. En plena lucha político-religiosa de Enrique VIII para conseguir el divorcio de su esposa, Catalina de Aragón. Un tema espinoso en la época y que cambió la Historia del mundo. 

Pero el protagonista no es el rey, sino Thomas Cromwell, que de secretario valetodo del Canciller y arzobispo Wosley, pasa a ser hombre fuerte del reino y "conseguidor" de los deseos del Rey. La cosa empieza más o menos en 1525 y termina unos diez años más tarde, con Cromwell en la cresta de la ola, podríamos decir. 


Portada en casadellibro.com


Bueno...

Me costó bastante al principio acostumbrarme al estilo de la señora Mantel. Cambia el tiempo de narración constantemente, entre pasado y presente (aunque todo ocurre en el pasado, evidentemente) y choca que nunca se refiere a Cromwell por su nombre. Siempre es "él". A mí me costó unas cincuenta o sesenta páginas cogerle el tranquillo.

Una vez conseguido, tengo que reconocer que el libro se lee bastante bien, aunque me resultó un poco demasiado largo para lo que cuenta y cómo lo cuenta. Con bastante ligereza y lejanía, como si los sucesos de la época fueran solo el marco temporal necesario para tratar la historia del señor Cromwell. 

Y me temo que el punto de vista es demasiado sesgado, aunque no puedo asegurarlo por el total desconocimiento del personaje principal, aunque me resulta sospechoso que el bando del rey, en el que está Cromwell, se compone de prohombres de los que se transmite una visión más o menos positiva, mientras que en el lado de Catalina, los papistas, son poco menos que fanáticos y traidores. 

Ahí lo dejo porque, como ya digo, carezco de argumentos o conocimientos para profundizar más en ello. 

El resultado final me ha dejado un poco frío. No es malo, pero tampoco es que me haya entusiasmado. Vamos a poner un seis, con perspectiva negativa.

domingo, 10 de marzo de 2013

Anuntio vobis gaudium magnum

Habemus papam!

Uno de los temas de actualidad, parece que el próximo martes 12 de marzo de 2013 comenzará el cónclave que tiene que elegir al sucesor del papa Benedicto XVI. Según san Malaquías será el último papa de la Cristiandad. Todavía se está estudiando qué tienen que decir los mayas al respecto...

No voy a hablar de los problemas que deberá afrontar el nuevo papa porque... doctores tiene la Iglesia, que dijo el otro.

Voy a hablar de una película que viene muy al hilo de esto: Las sandalias del pescador. Película que habré visto cinco o seis veces y que todavía me fascina, adaptación cinematográfica de la novela del mismo título.



Tiene un reparto de lujo: Anthony Quinn es Kiril Lakota; Lawrence Olivier es el premier soviético Piotr Ilich Kamenev, David Janssen es el reportero George Faber y Oskar Werner (protagonista de la adaptación de Fahrenheit 451), es el padre David Telemond.

La historia seguramente es conocida por todos: el arzobispoLakota es liberado tras pasar dos décadas en un campo de trabajo soviético. Recibido en Roma por el papa, es creado cardenal. Lo que resulta vital para el progreso del argumento, porque el papa se muere y Lakota es cardenal elector. Y hay que ver que resulta elegido como el primer papa no italiano desde Adriano VI (en el siglo XVI). Además es un papa ruso, en plena guerra fría.

El cardenal Lakota, que toma el nombre de Kyril I, está lejos de ser el muñeco que parecía al principio y no se deja manejar por la curia, ni por los soviéticos, ni por los americanos... Con criterio propio y gran humanidad, se desgrana el argumento de la película. Que se complica con una crisis internacional que resulta en una grave amenaza de guerra entre China y la Unión Soviética, en la que se ofrece a mediar jugándose su prestigio personal y el de la Institución que representa. 

Son 162 minutos de metraje que a mí no se me hacen para nada largos. Porque aparte de la macrohistoria que se narra, tenemos múltiples microhistorias llenas de humanidad y que hacen disfrutar al espectador. Se entremezcla la historia del reportero americano, en una espiral de destrucción matrimonial, con la del padre Telemond, investigado por ideas presuntamente heréticas y que además está gravemente enfermo. 

Resulta entrañable la forma en que el papa habla con su camarero. Resulta inspiradora la historia del prisionero Lakota, que roba pan para dar de comer a otros prisioneros o que no hubiera dudado en matar si hubiera sido necesario, porque un pastor debe proteger a su rebaño (revolucionaria idea, quizá más propia de la teología de la liberación). O la forma en que improvisa una oración hebrea para consolar a un moribundo. 

Detalles que se quedan en la memoria, como el mensajero de Piotr Ilich Kamenev que regala al nuevo papa una cajita con tierra de Ucrania y un mensaje que cita de memoria. Como de memoria cita la respuesta, incluyendo pausas y tonos. 

El final quizá sea lo menos creíble de todo, pero es satisfactorio con el resto.

Y gran parte de su interés viene porque desgrana los detalles que ocurren tras la muerte y elección de un nuevo papa, con una sencillez magistral, pero a la vez con rigurosidad histórica. 

Como curiosidad, se adelanta en diez años (es de 1968) a la elección de un papa no italiano y además del bloque del este.

Otra curiosidad es que un motivo similar para la crisis mundial que se desencadena, lo toma Frederick Forsyth en su La alternativa del diablo

Finalmente, el actor que encarna al papa, Sir John Gielgud, también hace de papa en Escarlata y negro (con Gregory Peck y Christopher Plummer, también muy recomendable).

Para mí no hay dudas. Las sandalias del pescador es una película de nueve. Un peliculón. En cambio para los votantes de Imdb es una peli de 6,7. Demostración de falta de criterio de un colectivo que pone un 6,1 a pelis del montón como Outlander.

domingo, 3 de marzo de 2013

Vaya "peliculones" de Antena 3

Es de agradecer que las cadenas de televisión generalistas, públicas y privadas, pongan cine en horario de ese que llaman prime-time. O sea, los sábados por la noche. Hace años, muchos años, esto era algo habitual, pero ahora parece que priman más las chorradicas de programas del corazón o "tertulias políticas", dicho sea esto último con todas las comillas que haya en el mundo.

En el caso que me ocupa hoy, hablo de Antena 3 y su El peliculón. La película de estreno que ponen los sábados. Y, más en concreto, de los dos últimos fines de semana. Y es que, a veces, mejor que poner lo que ponen, sería poner alguna película de reestreno. 

¿Será que el cine de ahora, salvo honrosas y cada vez más escasas excepciones, está cortado todo por el mismo patrón? Porque muchas más veces de las que serían deseables, tenemos películas superficiales que dejan de lado el argumento y lo fían todo a la espectacularidad. En algunos casos, contados, funciona. En otros muchos, la peli cumple pero sin florituras. En otros, los peores, resulta un bodrio monumental.

La semana pudimos ver Outlander (así, sin traducir... total ¿para qué?), con protagonismo de Jim Jesucristo Caviezel.



La historia es bastante sencilla: un viajero de las estrellas cae en la Tierra, en la antigua Noruega dominada por los clanes vikingos de la época. Pero resulta que no viene solo y el accidente libera a una criatura asesina, que pronto amenaza con exterminar a todo ser vivo de la zona. Claro que merecido lo tenemos, porque Caviezel y los suyos se ocuparon antes de arrasar el mundo natal de la criatura, de cuya especie es el único superviviente... ¿un poco como Alien, no?

Bueno, pues resulta que los vikingos capturan a Caviezel y lo tienen prisionero. Pero claro, tenía que pasar lo que tenía que pasar y el rey de los vikingos cambia de opinión. De prisionero a líder. Un poco de testosterona en forma de rival en la persona del heredero, un poco de tensión sexual no resuelta con la hija del rey, un poco de feedback lacrimógeno, un poco de efectos especiales, un mucho de sangre y gore... y ya está. Para qué vamos a hablar más, si supongo que ya os hacéis una idea.

Por cierto, tanto en esta como en la peli que viene después, hay una cierta manía a rodar escenas de acción nocturnas. Entre eso y que las cámaras tienen el baile de san vito, pues no hay forma de aclararse...

En el reparto, además de Caviezel, tenemos a John Hurt (Alien, también) y a un impactante Ron Perlman (vaya tío más grande... y más feo). 

La peli cumple, pero a veces da un poco de vergüenza ajena. Un cuatro, siendo benévolos. Un 6,2 en Imdb (cuidado al subtítulo en el cartel en esta web: "Beowulf meets Predator". Para cagarse).

Pero tranquilos, que ayer pusieron Soy el número cuatro




Aquí tenemos un adolescente que se mueve de pueblo en pueblo, acompañado de su padre (que no lo es). Resulta que el chico en cuestión es extraterrestre y ha venido, junto con otros ocho, a nuestro planeta (parece mentira, aquí viene todo dios), acompañado cada uno de un guardián. Tres de los nueve han sido eliminados por una raza alienígena enemiga, que no descansará hasta encontrarlos a todos.

Pues el chaval resulta que se aburre y le apetece ir al instituto (¡!), donde encontrará al amor de su vida (literal, ellos no son como nosotros y solo se enamoran una vez, y para siempre). La cosa se complica con un poco de bullying a cargo de los del equipo de fútbol del insti (cómo no), lo que hace que despierten en él unos poderes poco humanos (con el poco original nombre de dones...). 

Otro poco de tensión sexual no resuelta (a nivel adolescente), un secundario cómico y el número seis de los nueve (una chica con bastante mala leche), un perro mutante y un climax en forma de lucha a muerte en los vestuarios del campo de fútbol. 

La repanocha, vamos. Tampoco hace falta que os cuente el final. 

Aquí también tenemos momentos de vergüenza ajena, aunque resulta entretenida. Otro cuatro, aunque un tres tampoco estaría mal.O un 6,1 en Imdb.

Visto lo visto, ardo en deseos de ver lo que nos espera el sábado que viene...