Una corriente literaria actual es la del microrrelato, más breve que un breve, hiperbreve. Por mucho que he buceado, no he podido encontrar un límite de palabras a partir del cuál deja de serlo, pero parece que se acerca a las 150.
Guardan todos un estilo similar, un giro, juegan con el doble sentido y algunos requieren unos segundos de asimilación hasta que todas las connotaciones del texto explotan en la mente del lector. La inspiración llega en cualquier momento, los hechos cotidianos son reflejados hasta el mínimo de palabras, lo que hace que el lector tenga que hacer un esfuerzo consciente para completar el sentido.
Pequeñas joyas conviven con piezas sin valor. Las primeras son relativamente frecuentes, y quizá brillen más al compararse con el resto. Y además se leen rapidísimo, lo cual es quizá una también una desventaja porque muchos de ellos seguidos parece que saturan el entendimiento. Como cuando vas a comprar un perfume y después de haber probad diez, ya no sabes a qué huele el siguiente.
Si vamos más allá aún, nos encontramos con el nanorrelato. Todo un abanico de sensaciones en apenas diez palabras...
Como muestra, un botón. Este pequeño relato lo leí hace seis o siete años y todavía lo recuerdo. Simple, pero efectivo. Lamentablemente, no tengo ni idea de quién es su autor.
"El conde me ha invitado a cenar esta noche en su castillo. Naturalmente, yo llevaré la bebida."
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