Bueno, ya hemos vuelto.
Después de casi un mes, estoy en condiciones de retomar la actividad con ánimos renovados. Se ha juntado un poco el hambre con la gana de comer. O, por así decir, a perro flaco todo son pulgas.
Ha sido un mes de junio bastante complicado, en el que he pasado diecisiete días fuera de casa de veinticuatro posibles (fines de semana no entran en el cálculo). Así que, una vez de vuelta de alguno de los innumerables viajes a que me han sometido las circunstancias, no tenía demasiadas ganas de ponerme delante del teclado.
Para rematar la faena, el mismo día en que España se proclamó, brillantemente, campeona de Europa de fútbol, completando una tríada que nadie ha sido capaz de igualar, en casa tuvimos una subida de tensión que acabó con el disco duro de mi ordenador.
El pánico se apoderó de mí. Lo llevé entre algodones a una tienda de confianza, cerca del trabajo, y tras ímprobos esfuerzos consiguieron recuperar los datos y volver a ponerlo en funcionamiento. Mi gozo en un pozo, porque apenas 24 horas después volvía a fallar.
Así que tuve que hacer una operación renove acelerada y comprarme un pepino con procesador i5, 8 Gb de RAM, 1 Tb de disco duro, tarjeta gráfica apañada y demás zarandajas, que tardaron una semana en servirme. Así llegamos al viernes pasado y al fin de semana, que pasamos en el pueblo lejos del mundanal ruido y de las conexiones de internet.
Hoy asomo la cabeza en este mundo virtual y anuncio que estoy aquí y que espero mantener un ritmo de publicaciones un poco más elevado para ponerme al día.
Eso y que tengo, por fin, Danza de dragones. En tapa blanda y dos volúmenes, por los que he pagado la nada despreciable suma de 38 leuros. De momento estoy leyendo El temor de un hombre sabio y después me pondré con él.
Pues nada, hasta mañana.
¿Has oido hablar alguna vez de los backups? Manda webos un tio de tu nivel que no tenga una NAS en casa en condiciones. Tienes cocodrilos en los bolsillos.
ResponderEliminarComo a mal de muchos consuelo de algunos, te diré que yo me he pasado los últimos 35 días metido en una Guesthouse de una fábrica de cemento en Turquía, en una habitación sin aire acondicionado, sudando como un pollo, y sin otra cosa que hacer que sentarme en la terraza del comedor a beber cervezas y departir con los compañeros de puesta en marcha. Aún espero mi primer baño del verano, a ver si llega mañana en Chipiona.