Siete libros y ocho películas después, toca despedir a Harry Potter.
Parece que fue ayer cuando vi Harry Potter y la piedra filosofal en los cines de Benavente, con unos inocentes Harry, Ron y Hermione haciendo frente a los primeros peligros en Hogwarts.
Poco a poco, película tras película y libro tras libro, la historia se fue enriqueciendo, oscureciendo y haciéndose más adulta. No solo crecían los protagonistas (es ley de vida) sino que todo el Universo Potter acompañaba bien ese crecimiento. Hay que reconocer que la señora Rowling ha sabido llevar todo esto con mano firme, la verdad.
Hay que ver... |
Y así llegamos a las dos películas finales, basadas en el último libro. Harry Potter y las reliquias de la muerte, parte 1 y parte 2. Estrenadas con un año de diferencia una de otra, podemos tratarlas como una sola película de más de cuatro horas de duración.
Una mera excusa para hacer negocio, estos experimentos no suelen salir bien. Ni siquiera en el caso que nos ocupa, porque la diferencia entre las dos partes es bastante acusada. Normal, cuando la primera intenta poner las bases sobre la que se desarrollará la segunda, y más cuando resulta que el desenlace coincide con el final absoluto de una de las sagas más importantes de los últimos veinte años y un completo fenómeno social.
La primera parte me aburrió en gran medida, todo hay que decirlo. A pesar de los intentos por levantar la historia, resulta ser muy pesada. Si además se alarga durante bastante más de dos horas, la sensación cuando aparecen los títulos de crédito es muy negativa. Un poco bodrio, podríamos decir.
...cómo han crecido... |
Así que el visionado de la segunda parte requirió un cierto período de mentalización. No está la cosa para perder el tiempo. La vida es muy corta y hay muchas películas y series que ver, libros que leer y juegos que jugar, así que hay que ser un poco más selectivo.
Pero, por otra parte, el peso de catorce años, siete libros leídos y otras tantas películas vistas... Hubiera sido muy triste terminar así.
Menos mal, porque todo lo larga que se me hizo la primera parte, se hizo corta la segunda. Mucho más trepidante, mucho más emocionante, mucho más impactante... Aún habiendo leído los libros primero, uno no puede identificarse con Neville Longbottom o Severus Snape (se ha hecho justicia con él), más incluso que en los siempre heroicos Harry, Ron y Hermione.
Un poco traido por los pelos el final, no nos engañemos, pero tampoco tenemos que olvidar que los protagonistas son magos. No ilusionistas, magos. Que viven en un mundo de magos, además. O sea, que podemos pasar por alto algunas cosillas poco consistentes.
...estos muchachos. |
Y el final - final, ese epílogo tan agridulce, es exactamente como me lo había imaginado al leer el libro.
No quiero terminar sin haber señalado que la leyenda de los tres magos y las reliquias de la muerte es un gran cuento en sí mismo. Un ejemplo más de que la señora Rowling sabía lo que se hacía.
En imdb le dan un 7,7 a la primera parte y un 8,1 a la segunda parte. Yo no seré tan generoso: un seis para la primera y un ocho para la segunda, para un notable en conjunto.
Rowling es una escritora excepcional: sabe captar el interés de un joven durante todo el tiempo, lo cual es muy difícil. Recuerdo lo ingeniosos que eran los libros. Además, en Harry Potter hay más miga de lo que parece, porque enseña varios ejemplos clásicos de maestros: el carismático, el severo (Severus), el elitista —yo tuve uno así; el tipo apreciaba a cuatro alumnos, los más sumisos, y al resto que le den—, el intransigente...
ResponderEliminarLas películas me entretuvieron, aunque prefiero otro tipo de cine.
Totalmente de acuerdo, solo que yo, además, aprendí a valorar las pelis (sobre todo las últimas, más oscuras...)
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