La primera temporada de Vikingos resultó ser un poco decepcionante. No es que fuera mala, no. Pero tampoco era una serie de esas que rompen. Aún y así, no me perdí un capítulo porque el tema nórdico me va.
Todo esto cambia con la segunda temporada. Desde el espectacular comienzo del primer capítulo, con Rollo saltando un muro de escudos para terminar cubierto de sangre y prisionero de su hermano Ragnar, hasta el tremendo final de temporada (que no desvelaremos aquí, salvo error).
Rollo, tendrá ocasión de enmendar errores pasados |
Entre medias, las incursiones en Wessex, donde Athelstan pasará una temporada contra su voluntad (o quizás no tanto contra su voluntad).
Ragnar tendrá que solucionar no solo sus problemas domésticos, dejando ir a Lagertha y quedándose con la princesa Aslaugh (no pueden ser más distintas, estas dos), sino también las disensiones entre sus seguidores (Floki, Rollo) y las tensiones entre sus aliados (Jarl Borg y el rey Horik). Mientras tanto, tendrá varios hijos (entre ellos, el famoso Ivar Sin Huesos). Y tendrá que recuperar su hogar, conquistado por uno de sus enemigos mientras él se encontraba en Wessex.
Freneticón invulnerable |
Esta segunda temporada tiene un sabor más genuinamente vikingo. Hay una confrontación entre mentes astutas, acostumbradas al subterfugio. Golpes de mano, orgullo, venganzas personales y, a su manera, defender el honor.
Hay capítulos memorables, intensos... El primero, Guerra de hermanos, sienta las bases de lo que será la temporada y la relación entre varios de los protagonistas; el séptimo, Águila de sangre, tiene un final tremendo, de los que no se olvidan; el décimo, La oración del señor, es el cierre perfecto de la temporada, donde todo toma sentido y las incógnitas planteadas se cierran del mejor modo. Nada es lo que parece en la sociedad vikinga.
He nombrado tres, pero alguno más también podría ser. De hecho, ningún capítulo es prescindible y todos aportan su granito de arena a la trama que se está construyendo.
Sí, esta segunda temporada me ha gustado mucho más. Le doy un ocho esperanzado, mientras ardo en deseos de que comience la tercera.
¿Y estos qué hacen aquí? |
No hay comentarios:
Publicar un comentario