La serie del Canal Historia empezó de una forma que no me acababa de convencer. Interesante, pero más que nada por el interés que tengo por la temática vikinga. La segunda temporada, en cambio, me cautivó prácticamente desde el principio para terminar en un capítulo final memorable que ponía de manifiesto la astucia vikinga que tantas veces reflejaron las sagas.
La tercera temporada tenía difícil mantener las expectativas que había puesto en ella, tanto que no las ha cumplido del todo. Es inevitable que vea una ligera cuesta abajo, pero por lo menos se mantiene a un nivel más que aceptable.
Esta tercera temporada es de cambios. Personajes viene, personajes van, personajes desaparecen... La desaparición de tres de ellos me ha dolido especialmente, porque eran de mis secundarios favoritos. No acabo de ver el motivo que pueda haber detrás, la necesidad en la historia, más allá quizá de desarrollar el personaje de Ragnar haciendo frente a su pérdida.
Esta tercera temporada es épica. Dejamos los familiares parajes de Wessex y Mercia y nos adentramos en el reino franco y vivimos el episodio histórico del asedio de París. Impresionante, la flota de barcos remontando el Sena, la construcción de las torres de asedio, el asalto... Carlos el Calvo rey de los francos, nieto de Carlos el Grande, no es más que una broma pesada a los francos, un pusilánime que sabe que no está a la altura de su herencia pero que al mismo tiempo no quiere reconocerlo pidiendo ayuda a sus hermanos. Mientras, en el otro bando, Floki da un paso más hacia la locura, oye las voces de los dioses, se siente el elegido de los Ases, para darse de bruces con la realidad.
Al final Ragnar logrará su propósito y saqueará la capital del reino franco, haciendo una vez más uso de su ingenio. ¿Cómo? No es cuestión de fastidiar a aquellos que no lo hayan visto ya, pero hace uso de una estratagema supuestamente histórica y que ha utilizado, entre otros personajes, Conan el cimmerio.
Mar ensangrentado y... ¿un crucifijo? |
Ahora que echo la vista atrás, veo que el protagonismo de Ragnar se ha diluido un poco y ha convertido a la serie en algo mucho más coral de lo que ya era. Eso es bueno, aunque el carisma del rey Ragnar sigue superando con mucho al de sus compañeros, con la posible excepción de Floki.
El final de la temporada deja varios frentes abiertos. Quizá los más importantes serán la actitud que pueda tener Rollo en el futuro, qué ocurrirá en Wessex y qué destino espera a Floki en manos de Ragnar. Todo se verá, espero, muy pronto.
Pero, por encima de las escenas de batalla, tan brutales y espectaculares como nos tiene acostumbrados la serie, hay un capítulo que recrea como ninguno hasta ahora el ambiente de las sagas. Se trata del capítulo 2: El vagabundo, en el que un personaje misterioso aparece en Kattegat, un viajero incansable que cuenta historias y seduce mujeres y que parece ser el mismo Odín. Junto a El águila de sangre (capítulo 7 de la T2) y La oración del señor (capítulo 10 de la T2), los que más me han gustado.
Seguiremos adorando a Odín.
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