No soy yo muy de zombies. No he visto ni un solo episodio de The Walking Dead, ninguna película de Resident Evil, ni siquiera por ver a Milla Jovovich... ni he jugado a las máquinas clásicas de House of the Dead. Pero he visto Guerra mundial Z.
No he leído el libro en el que está basada, escrito por un hijo de Mel Brooks, y del que me han dado muy buenas referencias, así que no puedo comparar. Tampoco me preocupa demasiado: salvo contadas excepciones (El nombre de la rosa), la adaptación cinematográfica apenas soporta la comparación con su original literario.
En Guerra mundial Z tenemos al guapete Brad Pitt, encarnando a un tipo que trabajó para una agencia gubernamental, las Naciones Unidas o algo así (no lo recuerdo bien) y se vio envuelto en circunstancias bastante complicadas. No hay mal que por bien no venga, porque pronto tendrá que volver a poner en práctica las habilidades adquiridas por la experiencia.
Pues nada, el chico se ha retirado del mundanal ruido porque prefiere una vida familiar plena a deambular de acá para allá por países que no son más que estados fallidos. Y aunque la paga sea buena, no hay nada mejor que dormir en tu cama todos los días.
Pronto la peli se acelera. La familia se encuentra en un atasco y comienzan a pasar cosas raras: un poco más adelante, algunos individuos raritos están haciendo estragos. Y cada vez hay más individuos raritos... hasta que se convierte en una plaga de individuos raritos que no persiguen otro objetivo más que convertirte en un individuo rarito, como ellos.
Frenéticas persecuciones y tensión a raudales hasta que la familia consigue ser evacuada de una azotea por un helicóptero del ejército. De algo tienen que valer las amistades...
Y es que Brad Pitt es un tipo listo y se da cuenta de las cosas. Como que la zombificación es un proceso muy parecido a una enfermedad y que se propaga como un virus. Un virus bastante listo, porque no infecta a aquellos que van a vivir poco tiempo y no van a tener muchas oportunidades de propagarlo.
Empieza entonces una carrera por medio mundo en busca de una cura, mientras su familia está a salvo en un barco de la US Navy. Muchas carreras, mucho ritmo frenético y muchos, muchísimos zombis.
El bello y el bestia |
Bueno, me entretuvo. No voy a decir que no, pero tampoco es que sea una cosa para tirar cohetes. Interesante que Israel sea una isla en mitad de un mar embravecido, lo que nos deja una de las imágenes más impactantes de la película, si no la que más.
Un seis, para pasar una tarde de invierno.
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