sábado, 3 de abril de 2021

El hombre que mató a Liberty Valance

Este título me trae poderosos recuerdos. Vi la película una noche en un hotel de Murcia, en mitad de un viaje que bullía de incertidumbre con las noticias que llegaban de la pandemia que estamos sufriendo, el cierre de escuelas en Madrid y muchos rumores. Al día siguiente volvía a casa y apenas 48 horas después se proclamaba el Estado de Alarma y el confinamiento general de la población. 

Uno de los títulos clásicos del cine en general y del género western en particular, El hombre que mató a Liberty Valance reunió al genio cinematográfico de John Ford y a dos monstruos de la gran pantalla: James Stewart, el yerno que todos los padres norteamericanos de la época hubiesen querido para sus hijas, y John Wayne, el máximo representante de los valores de aquel país, en una época en la que los tipos duros eran el modelo a seguir. Además, Lee Marvin dio vida a un odioso Liberty Valance. 

 

Los carteles, dibujados a mano, otra joya del cine clásico
 

La narración es un flashback que comienza con el retorno del senador Ransom Stoddard (James Stewart) al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon. Stoddard se asentó en la zona cuando era un joven abogado que, ya en su llegada, tuvo un serio encontronazo con Valance, recibiendo una paliza que le dejó al borde de la muerte. Fue acogido por el matrimonio Ericson, dueños del bar del pueblo, que le dieron cobijo, alimento y reposo, pero no pudieron librarle del acoso del bandido. 

Por su parte, Tom Doniphon rondaba a la hija de los Ericson, Hallie (Vera Miles), pero esta repudiaba lo que Doniphon representaba y prefiere los modales educados de Stoddard. Ya tenemos el recurrente triángulo amoroso en el que dos amigos confrontan por el amor de una mujer. 

Stoddard decide por fin hacer frente a Valance y pide ayuda a su amigo para que le enseñe a tirar. El enfrentamiento ocurrre una noche en el centro del pueblo y se salda con la muerte del forajido y el fin de su régimen de terror. Stoddard asciende a la categoría de héroe y es elegido representante y luego senador de los Estados Unidos. Ese ascenso social lleva asociado el alejamiento de los dos amigos y el ostracismo social de Tom Doniphon. 

 

Los tres adversarios

No obstante, la vida de éxito de Stoddard se basa en una mentira y en un último servicio que Doniphon prestó a su amistad. Todo se revelará, al tiempo que Stoddard hace memoria y cuenta la historia a los periodistas que han viajado a cubrir su visita.

Poco más hay que decir. Una historia de amistad, amor y honor, como gustaban en los Estados Unidos de la época, con la maestría de John Ford en uno de sus títulos más relevantes de una carrera plagada de películas míticas. Una amistad en la que ambos se enfrentan a sus contradicciones, pues Stoddard envidia la seguridad en sí mismo y la presencia de Doniphon, mientras que éste lo hace con la cultura, modales y sentido de la moral de Stoddard, atributos que acabarán por granjearle el amor de Hallie.

 

Cosas de la  amistad

Como factor negativo, quizá que ambos protagonistas tienen ya 54 y 55 años en 1962, año del rodaje, y ya están mayores para las versiones jóvenes de sus personajes que se supone estarán en la veintena. Esto es todavía más evidente cuando se comparan con la protagonista Vera Miles, de apenas 33 años entonces y que tiene que recurrir al maquillaje para interpretar a la Hallie ya anciana. 

Por lo demás, un pedazo de película que aquél día me ayudó a distraerme durante un par de horas de todo el vendaval que ya se veía en el horizonte y que se nos venía encima. 

Hoy tiene un 8,1 en imdb.

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