sábado, 5 de abril de 2025

Green book

Estuve esperando bastante tiempo a poder ver esta película, hasta que así, sin avisar, la pusieron en televisión un viernes por la noche. La espera mereció la pena.

Green book está basada en la historia real de Donald Shirley, un virtuoso del piano, negro y homosexual, que se sumerge en una gira de varias semanas por el profundo sur de los Estados Unidos de América, a bordo de un vehículo que conduce Tony Lip, italoamericano, macho, machista y racista.

Ambos, jefe y empleado, realizarán dos viajes simultáneos: el geográfico, mientras devoran millas de carretera desplazándose de una ciudad a otra, y el personal, en el que algo de cada uno de ellos va haciendo poso en el otro mientras el respeto mutuo se abre camino entre los prejuicios iniciales.


Cartel sencillo, como la propuesta de la película


Es el año 1962 y muchas situaciones nos chocarán, pero eran lamentablemente cotidianas en los estados sureños. Por ejemplo, aunque esperado, chófer y músico tenían que dormir en hoteles separados por aquello de la segregación racial, pero lo que más me llamó la atención fueron dos situaciones específicas: la casa en la que Shirley tenía que dar un concierto privado y en la que no le permitieron utilizar el acceso principal y el resort en el que no le servían la cena pese a que iba a amenizar la sobremesa de los invitados a la fiesta (no recuerdo, creo que de Acción de Gracias).

De hecho, el título viene de una especie de guía de viajes que se publicaba para indicar a los viajeros negros los sitios en los que podían parar de forma segura: pueblos, hoteles, restaurantes, etc. Se trata de "The negro motorist green book" que, según Copilot, se publicó entre 1936 y 1966. Algo así se trató también en la serie Territorio Lovecraft, que ya comenté por aquí hace tiempo.

En líneas generales no puedo decir que el argumento sea original. No se trata de la primera ni de la última película basada en hechos reales que explota las diferencias entre los protagonistas para enseñar una moraleja al espectador, con no pocas dosis de moralina de esa que tanto gusta a los estadounidenses y que es un ingrediente esencial en muchas de sus salsas.


Protagonistas absolutos


Si fuera por eso, es evidente que Green book merecería poco más que un visionado con un cierto interés y poco más, si el espectador quiere aprender algo sobre una época ominosa en el país más poderoso del mundo.

No. La película se sostiene, sobre todo, por la poderosa interpretación de los dos protagonistas absolutos: Viggo Mortensen (Tony Lip) y Mahershala Ali (Donald Shirley). Ambos están soberbios en sus papeles, de principio a fin y la verdad es que poco importa la apariencia que los personajes reales tuvieran. A partir de Green book, tendrán el rostro de los actores que les han interpretado en la gran pantalla.

No solo ganó el óscar a la mejor película en 2019, sino que Mahershala Ali se llevó el premio al mejor actor de reparto en los BAFTA, globos de oro y óscar. Viggo Mortensen, con una transformación física impactante, fue nominado a todos esos premios como mejor actor, pero no consiguió ningún galardón.

Son poco más de dos horas de metraje, dos horitas si quitamos los títulos de crédito, que se pasan volando delante de la pantalla. Incluso cuando la película hubiera empezado tarde y terminara de madrugada, a pesar del cansancio de la semana. Por si fuera poco, luce orgullosa un 8,2 en imdb. Palabras mayores, para lo que se ve por ahí.



 

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