domingo, 6 de febrero de 2011

Cuesta abajo y sin frenos

Una vez llegas a la cima, es bastante complicado mantenerse allí. Algunos no lo consiguen nunca. Lo más normal es que se produzca una bajada más o menos acusada y quizá, con suerte, algunos momentos de recuperación.

Lo jodido es cuando tu carrera empieza en la cima. ¿Qué hacemos entonces? ¿Qué opciones tenemos? La estadística dirá que lo que nos queda es ver languidecer nuestra carrera hasta que por aburrimiento cambiemos de registro.

Me parece que es lo que le pasa a M. Night Shyamalan. El sexto sentido es brillante, aunque pertenezca a ese grupo de películas que solo se disfrutan realmente la primera vez que se ven (otra que recuerdo es The game, con Michael Douglas y Sean Penn). Engaña perfectamente al espectador. Bueno, no le engaña, sino más bien es el espectador el que se deja engañar presuponiendo cosas al ver escenas que no son lo que uno ha pensado.

Tras El sexto sentido llega Unbreakable (en castellano El protegido, pero el título original me parece mejor y más descriptivo), una historia de comic en el mundo real que a mí es la que más me ha gustado. Aunque sea de inferior calidad a su primera incursión en el cine, tiene un algo que la hace especial.

Señales es prescindible exceptuando algunos momentos como los cascos de papel albal o algún que otro susto. Por su parte, El pueblo es previsible y deja un regusto bastante amargo, un pudo ser y no fue. Todavía no he visto La joven del agua ni El incidente, pero las críticas que he leído confirman más o menos lo expuesto.

Y llegamos a la que es el motivo de esta entrada: Airbender, película que vi en el tren camino de Madrid. pero creedme que el hecho no influye en la opinión. 



Airbender parte, como siempre con este director, de una buena idea: un mundo dividido en cuatro naciones en las que los cuatro elementos (agua, tierra, fuego y aire) son fundamentales en cada una de ellas. Hay maestros de cada elemento que los puede manipular a su antojo. Algunos pueden manipular quizá dos de ellos... Y el Avatar puede manipularlos y controlarlos a todos, siendo algo así como el fiel de la balanza. Actualmente, tras 100 años desaparecido, el Avatar es un niño que apenas ha aprendido a controlar el aire y que busca desesperadamente maestros que lo instruyan en los otros elementos para ocupar lo antes posible su posición mientras la nación del Fuego guerrea con las demás en su afán de dominar el mundo.

Tampoco la estética está mal del todo. Oriental, tanto chinojaponesa como hindú (bastante presente esta última, un estilo Bollywood bastante curioso).


Pero la historia no acaba de enganchar. No hay personajes carismáticos, sino un batiburrillo de secundarios bastante arquetípicos a los que apenas se les percibe un atisbo de interés. No ayuda tampoco el doblaje, que convierte a los niños y adolescentes protagonistas en unos pedantes desagradables bastante odiosos... Ahora que he rebuscado algo de información y he visto que la historia está basada en una serie del canal Nickelodeon, ya no estoy seguro de si la culpa es totalmente del Shyamalan, ni si la cosa habría sido distinta a cargo de otro perpetrador, pero ya no estoy seguro de querer averiguarlo.

Parece que la cosa va para trilogía. No tengo estómago para seguir con un segundo plato y postre, me he olvidado las sales en casa.

Joé, es una pena lo que está pasando con este tipo. Co mo siga así, va a convertirse en un truño de campeonato. Quizá si sus inicios hubieran sido algo más modestos...


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