Hace poco comentaba El último querusco, primer volumen de la tetralogía (aún trilogía) de Teutoburgo. No quedó muy bien parado, pero había decidido llegar hasta el final. Nunca se sabe, algunas veces estas cosas remontan. Como pasó con..., bueno... esto... ahora no se me ocurre ningún ejemplo.
Y exactamente ése ha sido el resultado. Liberator Germaniae tiene muchos de los defectos del primer volumen y casi diría que menos virtudes. Carga además con el problema que suelen acarrear los segundos volúmenes de una trilogía: son volúmenes de transición; nada o poco importante ocurren en sus páginas. De hecho, el único ejemplo en contra que se me ocurre, viene de la cinematografía: El Imperio Contraataca.
.Liberator Germaniae es un libro denso, al que el recargado estilo de Artur Balder, aunque en esta ocasión se haya relajado en cierta medida, no ayuda. Hay que hacer un verdadero esfuerzo para continuar y pasar páginas y más páginas de lo que es una apología del bárbaro, no ya sesgada sino abiertamente partidista, y excesivamente crítica con Roma.
Pero es que, además, los capítulos que transcurren en la Ciudad Eterna, no parecen sino una transcripción de la maravillosa Yo, Claudio, de la BBC, basada en la no menos maravillosa obra de Robert Graves. No hay nada original en ello y, cuando digo nada, quiero decir nada. Hasta me parece estar viendo los rostros de los protagonistas de la serie...
Artur Balder continúa sin documentarse en serio. Esta vez son dos errores garrafales los que claman al cielo y desmerecen el amplio glosario que aparece al final del libro: el primero de ellos viene cuando el personaje de Paterculus, el que parece ser único romano honorable, cita a Séneca en un ejercicio de cultura impresionante, ya que éste debía tener unos doce años por aquel entonces; el segundo, nombrar a Britania como provincia del Imperio cuando ésta fue conquistada por Claudio, alrededor del año 50 de nuestra era. Sí, Julio César desembarcó en Britania, derrotó a Casivellauno y tal, pero NO consolidó la conquista y regresó a la Galia Comata. También atravesó el Rhin y derrotó a los germanos, pero aquí sí que acierta Artur Balder en no dar rango de provincia a Germania.
Hay dos cosas de las que no estoy seguro, pero que dejo aquí también: no sé si los romanos usaban silla de montar; estribos no, de eso estoy seguro, pero la silla... tengo mis dudas. El segundo tema corresponde a la política de Roma con los soldados auxiliares: normalmente los enviaba a trabajar a lo más recóndito del Imperio, lejos de sus tierras originales para evitar veleidades de libertad; en cambio, Armin trabaja en Panonia e incluso participa en correrías por Germania... Cuando menos, dudoso.
También tengo que asumir una inconsistencia en un razonamiento: comenté que el centurión Cazarratas no me parecía creíble ya que afirma haber luchado con Julio César y aquí nos lo encontramos 50 años después de su muerte... El caso no es tan exagerado, pero el personaje de Casio Querea es real: sobrevivió a la Batalla de Teutoburgo en el año 9 y luego fue uno de los conspiradores que asesinaron a Calígula en el año 41. La diferencia no es tan grande (32 años frente a cincuenta y pico), pero la posibilidad podría darse...
En resumen, no voy a darle más que un tres (algún día tendré que revisar si he puesto alguna nota más baja... posiblemente a Nocturna), pero con perspectiva negativa.
¿Por qué leerlo, entonces?
Buena pregunta.
Mira que estoy suscrito a pila de blogs en el G.Reader, pero cuando veo en negrita las historias de Iramar, me tiro de cabeza... Eres un titán de la crítica literaria.
ResponderEliminarMe gustaría leer tu opinión sobre Ilión (El asedio y la Rebelión) de Dan Simmons.
Hola Fer, machote
ResponderEliminargracias por el piropo, viniendo de ti no puedo sino pensar que el giro político del 20-N te ha ablandado el cerebro...
Ilión lo tengo en mente, pero tengo una pila de deberes impresionante: el último de Alatriste, el 2º de El nombre del viento, dos de Pratchett... Llegará, llegará, pero no sé cuando.
Por cierto, de Simmons solo he leido Hyperion, que me lo recomendaste tú, pero no me acabó de convencer...