miércoles, 4 de abril de 2012

El sicario de Dios

Película corta que no llega a hora y media de metraje. Es lo mejor que se puede decir de ella.

La idea no es mala: la Iglesia (Católica, por supuesto), entrena un grupo de Sacerdotes (así, con mayúscula que suena y todo) para combatir a los vampiros. Tras la victoria final, desbanda el equipo, que pierde contacto hasta que las circunstancias vuelven a unir a una parte de él. 

Así, en bruto, la idea no está mal. Pero en bruto, ¿eh?. Que cuando se desarrolla no es más que un refrito de spaguetti western, Mad Max, Matrix, El planeta de los simios, Juez Dredd, Rambo y 1984, con todos los tópicos típicos habidos y por haber. 

¿Parece Batman o qué?


Tenemos un prota duro, pero carcomido por su pasado al haber tenido que dejar atrás a su colega más colega del mundo mundial. Pero, a pesar de los pesares, nada hace mella en su granítica determinación.Tenemos al hermano del prota, carne de cañón y motivación primaria (venganza) para él. Tenemos al maluto. Malo malísimo de la muerte, pretende ser carismático y se nos presenta como un rival prácticamente invencible. Pero claro, si lo fuera no tendríamos película, ¿verdad? Tenemos tensión sexual no resuelta entre el prota y su antigua compañera, que si bien son sacerdotes, la carne es débil. Aunque eso, la tensión sexual no está resuelta, así que dependeremos de grandes dosis de bromuro. Tenemos una organización a la que es fácil poner de mala, la Iglesia Católica, que como el gobierno de los Estados Unidos tras Vietnam, se olvida de los que lucharon por ella en aras de mantener con mano férrea el gobierno de lo que queda del mundo...

Porque todo esto sucede en una Tierra postcataclísmica. Probablemente una guerra nuclear. Los hombres viven en ciudades amuralladas, fuera de las cuales no hay más que devastación (las tierras baldías), aunque grupos poblacionales minúsculos aspiran a prosperar fuera de la vigilancia del Gran Hermano, digo de la Iglesia. 

Así que los protagonistas son cowboys que cambian el caballo por una motocicleta solar, se enfrentan a los malos y... pues eso. 

¿Cómo quedan los vampiros en este meollo? Lejos de la moda glam de estos últimos años, los vampiros se reducen a criaturas bestiales ciegas (no en vano tienen que vivir en la oscuridad), que viven en colmenas y dependen de una reina. Ya está. ¿Para qué filosofar, si lo que vende es el gore?

Vamos, que siendo buenos podemos ponerle un tres sobre diez. Lo más chungo es que el final es abierto, porque no sea que la cosa se venda y podamos hacer una segunda parte...

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