Continuando con noticias de rabiosa actualidad, he caído en la cuenta de que no he comentado nada sobre la ceremonia de apertura de los JJOO de Londres, en este Año del Señor de 2012.
Me ha encantado.
Así, sin más y sin anestesia. A pesar de que la hayan organizado unos perros sajones y herejes, piratas y ladrones que llevan tocándonos las narices cerca de quinientos años.
Nos sentamos toda la familia delante del televisor (nada difícil, siendo tres personas...) el pasado viernes día 27, a eso de las diez de la noche. Yo estaba dispuesto a criticar todo lo criticable... y resulta que critiqué más la retransmisión de las locutoras de RTVE que la puesta en escena.
Hay que reconocer que estos señores saben hacer bien las cosas y que las casi dos horas que duró la ceremonia supieron mantener el interés.
Comenzando por ese recorrido por el Támesis a vista de pájaro. Parece mentira que un riachuelo apestoso se convierta en el icono de Inglaterra y de las series de humor inglesas de los años 80...
La puesta en escena en el estadio también fue espectacular, con la representación bucólica de la campiña inglesa. Pero lo mejor llega con Kenneth Branagh y la revolución industrial. Cómo hicieron cambiar el panorama en un pis pas, bajo la atenta mirada de Ken, vestido de época y con un enorme puro en la boca y una expresión maquiavélica en el rostro mientras sindicatos y sufragistas trataban de hacer valer sus derechos.
El tema de los cuentos y del recorrido por la música me gustó algo menos, también porque empezábabamos a estar un poco cansados. Y el desfile de las 204 delegaciones fue un poco pesado, o más bien bastante pesado.
Pero la cosa remontó con el amigo Beckham, los siete chavales que portaron las últimas antorchas, el homenaje a los campeones olímpicos (estos británicos sí que saben cuidara sus héroes) y el detalle simbólico de los 204 fuegos uniéndose en el pebetero.
Para el final dejo la coña de Rowan Atkinson. Me reí bastante, la verdad, aunque no fuera excesivamente original. Pero sí muy bien traído con el asunto de los Juegos, que dicen que se celebran en Londres por estas fechas...
En resumen, un espectáculo televisivo de primera, con la dirección de Danny Boyle y la presencia de innumerables iconos de la cultura británica (y mundial): Rowan Atkinson, James Bond, Mike Oldfield, JK Rowling, Paul McCartney...
La crítica que más he oido es que la ceremonia fue demasiado anglocentrista. Que parecía una ceremonia diseñada para loar las virtudes de la pérfida Britannia. Puede que un poquito sí, pero solo ellos son capaces de hacerlo de tal forma que parezca que están homenajeando a la Historia del mundo en los últimos doscientos años.
No tienen la culpa de haber sido parte fundamental de esa Historia, y de que muchos de los logros que ahora mismo podemos disfrutar, han tenido sus inicios en las Islas Británicas.
De lo que nosotros tenemos la culpa es de no tener su mismo orgullo y de hacer las cosas sin temor al qué diran. Aldeanos que somos... Hay veces que me gustaría haber nacido en Inglaterra.
Pero pronto se me pasa, ¿eh?
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