Acción pulp en un metraje de 132 minutos, producido por Disney y con Taylor Kitsch y Lynn Collins en sus papeles principales.
Basada en el personaje literario de Edgar Rice Burroughs (por cierto, guiño en la película, hacia el final, con el sobrino de John Carter), narra la historia de John Carter, veterano de la Guerra Civil estadounidense que busca una cueva de oro y en su lugar encuentra... otro planeta.
Derroche de medios y efectos especiales, para generar la raza alienígena, casi insectoide, que captura a John Carter al principio.
Un poco de steampunk, naves que vuelan sacando energía de la luz solar, especie de láseres que parecen más bien rayos de luz condensados en grandes espejos, ciudades que se mueven dejando un rastro de destrucción...
Buen cine de aventuras, que fomenta el consumo de palomitas y bebidas gaseosas. No hay que buscar una historia profunda (para eso está Bergman o Lars Von Trier o...) ni dobles sentidos ni secretos dentro de mentiras envueltos en papel maché. No hará trabajar vuestro cerebro a más revoluciones de las especificadas, así que es una buena opción para una tarde aburrida o una velada sin pretensiones.
Cumple su función de entretenimiento con honestidad, sin querer parecer lo que no es ni prometer más de lo que puede ofrecer. Digna adaptación del personaje, también.
A mí me ha gustado. No maravillado, pero sí gustado.
Podríamos llegar a un seis, para John Carter de la Tierra.
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