Si hace unos meses recomendaba la primera temporada de la serie, ahora no puedo dejar de recomendar la segunda: la historia de Phillip y Elizabeth se complica, se hace más dura y más atractiva a cada capítulo.
Seguramente ya sabéis de qué va: un matrimonio de agentes durmientes del KGB en territorio americano, con una tapadera perfecta. Unos abnegados padres de familia, típicamente americana, que en sus ratos libres se dedican a espiar, robar secretos, seducir tanto a hombres como a mujeres y a matar. Sí, también matan. Sin ningún tipo de escrúpulos, capaces de disparar a bocajarro a un agente rival y luego irse a su casa, entrar en la habitación de sus hijos y darles un beso de buenas noches.
Una familia feliz |
Esos mismos hijos, sobre todo ella, comienzan a despertar y a darles algun que otro quebradero de cabeza a los ruskis. Las cosas de ser padres de una chica en la que comienzan a notarse los efectos de la pubertad y la exploración de los límites de la autoridad.
Y, aparte de tener que ejercer más de padres, se encuentran con el asesinato de una pareja de agentes del KGB con los que habían colaborado con anterioridad. Todo parece indicar que el asesino es un descontrolado reclutado en el ejército estadounidense, un enemigo a la altura de nuestros espías favoritos. Hasta que en el último capítulo de la temporada se produce ese momento climático, cuando ya todo parecía perdido. Y la sorpresa es mayúscula, porque el asesino es... pero no diré más. No voy a reventar el final.
Tramas secundarias referentes a los aviones espía desarrollados por los americanos en los años ochenta sirven para aderezar la temporada. Incluso se utilizan datos reales (los americanos permitían el robo de tecnología defectuosa a los rusos, para sobrecargar su industria y su economía hasta colocarla al borde del colapso).
La relación de Phillip y Elizabeth sufrirá altibajos |
Por supuesto, la historia del agente Beeman y de Nina Sergeevna sigue siendo un pilar fundamental sobre la que construir el universo The Americans.
Y el final, climático, es sin embargo poco satisfactorio por aquello de parecer un poco traído por los pelos. Un poco deus ex machina que permite salvar a Elizabeth y a Phillip. Pero esa decepción no es suficiente para hacer sombra a una temporada bastante brillante y que no solo mantiene el tono que era el sello de la primera temporada, y ese sabor a guerra fría y a novelas de Le Carré, sino que en ocasiones lo supera.
Sigo enganchado y a la espera de la tercera.
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