Dos actos distintos, dos provocaciones gratuitas. La misma falta de respeto a unos símbolos que significan mucho para un gran número de personas.
Era Zapatero un pipiolo, aún antes de Presidente del Gobierno de España, mucho antes de la crisis que no era crisis, de la recesión que era un crecimiento negativo. Era un día doce de octubre, festividad de la Virgen del Pilar, Fiesta Nacional de España. Al tradicional desfile militar acudían efectivos de naciones amigas. Entre los distintos cuerpos, la bandera estadounidense.
A Zapatero, aún no sé por quién aconsejado, no se le ocurre otra cosa que permanecer sentado al paso de la bandera cuando el protocolo y el más elemental sentido del respeto dictan que debería levantarse. El resultado, una congelación de las relaciones con la superpotencia que pasaría factura durante sus primeros años de gobierno.
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Es Mas el President de la Generalitat que parece dirigir con mano firme el rumbo independentista de Catalunya, promotor de un sucedáneo de consulta al que acudieron apenas un tercio de los mayores de dieciséis años llamados a las urnas. El escenario, la final de la Copa del Rey de fútbol.
Como se preveía, una sonora pitada de las aficiones del F.C. Barcelona y del Athletic Club de Bilbao es capaz de ahogar el himno de España. En el palco, un estoico Felipe VI permanece estoicamente erguido, aguantando el chaparrón. Hay cosas que van con el sueldo, Majestad, y esta es una de ellas, pero con su actitud no ha hecho otra cosa que dar una lección de saber estar y de servicio a la Institución que representa de la que podrían tomar nota políticos a lo largo y ancho del país.
A su derecha, Mas esboza una cínica sonrisa de ¿triunfo? ¿satisfacción? Después aprovechará para sacar pecho en unas declaraciones a la prensa. Cuando su papel institucional de presidente de todos los catalanes, independentistas y no independentistas, debería aconsejar lo contrario.
Lo siento Artur, no pillo el chiste |
¿Es esto un ejercicio de democracia? Depende de la perspectiva, del punto de vista.
Para algunos sí lo es. Para otros, entre los que me cuento, es una falta de respeto.
Si buscas reconocimiento y respeto a tus símbolos identitarios no es coherente faltar a los símbolos de los demás. Es respetable la opinión de aquellos que dicen no ser representados por la bandera, el himno, el Rey o el nombre de España, pero no confundamos churras con merinas.
Lo sucedido el sábado es comparable a un ateo que entra un domingo en una iglesia, durante la misa, y a voz en cuello se caga en Dios, la Virgen y los santos.
Espero que el símil se entienda.
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