Hubo una época en la que el cine que, bien de forma directa o indirecta tocaba el tema religioso cristiano era una moda. El "cine de Semana Santa", con películas como Barrabás, Quo vadis?, La túnica sagrada, La historia más grande jamás contada, Ben-hur, Jesús de Nazaret... luego vino la polémica con Jesucristo Superstar, La última tentación de Cristo, o La pasión (contada por Mel Gibson según, dicen, visiones de Hildegarda de Bingen).
Después de algunos años de tranquilidad, en 2016 se estrenó Resucitado, protagonizada por Joseph Fiennes y con el malvado Draco Malfoy como secundario de lujo.
Clavius es un oficial romano en la Judea del año 30, bajo las órdenes del gobernador Pilatos. Durante su estancia allí, el cuerpo de un reciente ejecutado desaparece y, mientras sus seguidores claman que ha resucitado, las autoridades religiosas judías denuncian una estafa destinada a incitar una revuelta en la provincia.
Así que el descreído Clavio se ve envuelto en ese trascendental asunto, que acomete con determinación, dispuesto a desenmascarar el complot actuando como un detective de nuestro tiempo.
Pero, tras interrogar a diversos testigos y buscar por todas partes esos indicios que llevarían a descubrir un plan para engañar a todo el mundo, no encuentra lo que espera y encuentra lo inesperado: la duda respecto a lo que sucedió en realidad.
Resucitado es, al final, una película que narra la experiencia vital del protagonista y cómo se encuentra a sí mismo. La historia de la resurrección de Jesús de Nazaret es el desencadenante, pero al final resulta ser algo accesorio frente a la evolución de Clavius hasta la conversación que mantiene con el mismo Jesús.
Una película, en definitiva, previsible, gris y que, sin generar polémica, pasa desapercibida. Tampoco hay mucho que la haga resaltar en el panorama cinematográfico actual, así que viene a ser un poco ni fú ni fá.
Vamos, que ni la recomiendo ni la dejo de recomendar.
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