domingo, 31 de enero de 2021

Rey Arturo: la leyenda de Excalibur

Hay muchas adaptaciones en el cine del llamado Ciclo Artúrico: Arturo Pendragón, Uther, Merlin, Ginebra, Lanzarote, Mordred.... Excalibur... la Mesa Redonda... Pasando por la gloriosa Excalibur de John Boorman hasta la desmitificadora Rey Arturo o la olvidable La última legión

La "nueva" vuelta de tuerca (y lo entrecomillo porque la película es de 2017 y yo la vi unos días antes de la Navidad de 2019, cuando todavía podíamos hacer una vida normal) la propone el director Guy Ritchie, que ya ha navegado por las procelosas aguas de las adaptaciones con un gusto particular en las dos películas de Sherlock Holmes protagonizadas por Robert Downey Junior y Jude Law. 

 



Fiel a su estilo, el personaje está lejos de lo que hemos estado acostumbrados: hijo de un padre que falleció luchando contra un gran mal, su vida ha estado marcada por negocios turbios y una picaresca impropia de un futuro rey. Cuando sus recuerdos se entrecruzan con su destino y, sobre todo, cuando saca la espada de la piedra, se convierte en el único capaz de hacer frente al malvado Vortigern, malvado usurpador del reino que no es digno de ceñir la cabeza en su calva cabeza. 

La película es entretenida, aunque a veces un poco demasiado rocambolesca. Muy Guy Ritchie seguramente, si algo así existe. Aunque como muchas películas de los últimos tiempos es perfectamente olvidable una vez digerida. 

Vestuario interesante
 

No es justo pedir eso a una cinta que no aspira a otra cosa que a ser un mero entretenimiento y que es muy consciente de ello. Cómo si no se puede explicar la presencia de David Beckham en la cinta. 

Para alguien más informado que yo, el atractivo de la cinta vendrá también por su protagonista, Charlie Hunnam, que confieso no conocía, pero que al parecer ha participado con cierto éxito en una serie bastante conocida: Hijos de la anarquía

Otra cinta además que no puede escapar de esa tendencia actual que persigue mostrar una multirracialidad artificial en historias que no lo necesitan para ser explicadas. Por eso vemos a Djimon Hounsou. No es tampoco algo nuevo (recuerdo a Morgan Freeman en la película de Robin Hood a principios de los 90, pero en aquella época tener a Morgan en la cinta daba cierto caché y prestigio), pero sí algo generalizado ahora mismo y una muestra más de corrección política y buenismo que me chirría en bastantes ocasiones.  

 

El gorro tapa la calva

Pues eso, es muy probable que se pueda prescindir de ella como experiencia vital, como además parece indicar su nota en imdb hoy mismo (6,7).

viernes, 22 de enero de 2021

La historia interminable

Tengo una relación complicada con los clásicos. Suelen hacerse bola mientras los leo, me cuesta acabar y me dejan con una sensación de culpa bastante desagradable. Como si fuera yo la causa de que no me haya gustado. 

Me ha pasado otra vez con La historia interminable. No la había leído hasta finales del año pasado, ni había visto la película que la adaptó en los años 80. Solo conocía la inconfundible banda sonora de Limahl y algunas imágenes sueltas. La verdad es que tampoco he leído Momo. Michael Ende no ha estado nunca entre mis motivaciones. 

 



La cosa es que mi hija mayor, ya preadolescente, apenas lee libro alguno si no es a la fuerza. Intenando que se enganchara, le regalé La historia interminable, pero no se arrancaba. Es aburrido, me decía. No me lo podía creer, siendo un clásico de la fantasía que han leído millones de jóvenes y que, hasta donde yo sabía, había gustado siempre mucho. 

Así que, dispuesto a dar ejemplo, me puse con él... Me aburrí. 

Me aburrí mucho. Si bien el inicio me gustó, con el paso de las páginas se me fue haciendo bastante cuesta arriba, hasta llegar un momento en que tuve que obligarme a mí mismo a cogerlo y pasar las páginas hasta llegar, a trancas y barrancas, hasta el final. 

 


 

Es lo peor que puede pasarle a un lector, y por extensión al libro que estás leyendo. Se acaba cogiendo manía, se convierte en una obligación y se pierde todo el placer de la lectura. Acabas pasando las páginas, leyendo en diagonal y deseando acabar y pasar a otra cosa. 

Mientras escribo, tengo esa misma sensación culpable que me atenazaba cuando estaba leyendo. Como si me diera miedo darme cuenta de que, en realidad, La historia interminable es un libro que no me ha gustado.

Qué se le va a hacer. Hay veces en que un libro no entra y hay que esperar a que las circunstancias cambien para volver a intentarlo. Yo no soy así, sino que prefiero sufrir la experiencia, acabar el libro y respirar hondo, mientras asumo que no ha habido suerte. 

Y eso que esa conexión entre la realidad de nuestro mundo y la de Fantasía es muy atractiva. Esa idea del libro con aparente vida propia que desea ser leído. Ese bibliotecario que esconde mucho más de lo que es... Pero ni aún así fue suficiente. 

La historia interminable me ha parecido un bodrio. Lo siento mucho. 

 

Perdona, ¿qué has dicho de mi libro?


domingo, 17 de enero de 2021

Ready Player One

Ready Player One es una película del que fue Rey Midas de Hollywood, Steven Spielberg, basada en la novela del mismo título del escritor Ernst Cline. 

En un futuro relativamente cercano y distópico, una sociedad disgregada tiene como único punto en común disfrutar de OASIS, un mundo de realidad virtual en el que evadirse de las desgracias y la rutina diaria. Más que un mundo, OASIS es un universo en el que conviven planetas temáticos para disfrute de los fans más radicales. 

 



Una vez que el creador de OASIS fallece, deja un mensaje en el sistema para inicar un quest de tres llaves o huevos de pascua. El primer jugador en encontrarlos, tendrá el control completo sobre el sistema. 

Frente a la codicia de la corporación que es actualmente propietaria de OASIS y de sus ingentes recursos que permiten contratar a miles de jugadores anónimos que participan como soldados en una guerra, hay un grupo de buscadores que lo que intentan es precisamnte que la corporación pueda, una vez tomado el control, realizar cambios radicales y expulsar a la mayoría de la gente de la experiencia de OASIS. 

El protagonista es el anodino Wade del mundo real. Su avatar es Perzeval en OASIS. Estudioso de la vida de Halliday, creador de OASIS, sus dos vidas cambiarán cuando contacta con Art3mis, otra buscadora como él, dejando su vida solitaria y empuñando una espada virtual en la lucha contra la corporación, uniéndose a ella y a otros buscadores destacados e incluso poniendo en riesgo su vida fuera del sistema.  

Busca referencias frikis, busca

 

Como la novela, la película suena mejor que lo que se ve. Funciona un poco gracias a la memoria del lector o el espectador, pero en realidad su mejor divertimento es buscar por las diferentes escenas los cameos de personajes representativos de la cultura friki de los últimos cincuenta años o más: el gigante de hierro, el DeLorean de Regreso al Futuro o el mismo King Kong, por ejemplo. Aunque hay más, muchos más. 

La película no sigue con excesiva fidelidad al libro, solo a grandes rasgos. Por ejemplo, el peso que en la novela tienen los juegos de rol en general, y en particular D&D, aquí prácticamente no aparece. ¿Es un problema eso para la película? Para nada. Se sustituye por otra cosa y listo. Y los momentos pretendidamente épicos o sentimentales, en realidad no acaban de funcionar.

Así es Ready Player One, un collage de temas fácilmente intercambiables sin un transfondo detrás. De los actores, mejor no hablamos y eso nos ahorramos. La ambientación sí resulta atractiva, pero el gasto en efectos especiales ha tenido que ser estratosférico.

Perzeval visto desde fuera
 

Se trata de un bodrio por derecho propio, pero no lo meto de lleno en esa categoría porque, tonto de mí, la película tiene un cierto atractivo para los que estamos metidos un poco en este tipo de fregados culturales. Igual que el libro, por cierto, que se puede apreciar que se escribió teniendo en mente una futura adaptación cinematográfica que no tardó demasiado en llegar.

Solo para frikis. Público en general abstenerse. 

Y van a perpetrar una secuela, Ready Player Two. A ver si tengo estómago.

sábado, 9 de enero de 2021

Perfectos desconocidos

Álex de la Iglesia me tiene ganado desde que sé que es un aficionado a los juegos de rol. No solo eso, sino que prologa la espectacular última edición de Aquelarre, el faro del rol patrio. 

En cuanto a su filmografía, diré que no ha la he seguido demasiado. Creo que no he visto ninguna de sus películas completa. Ni Acción Mutante, que ahora estrena también adaptación a juego de rol, ni Ochocientas balas, ni La comunidad, ni.... bueno, El día de la bestia sí, pero como una miríada de españoles que descubrieron a Santiago Segura. 

 


 

No sé, salvando las distancias me pasa como con Tarentino. Me encanta cómo se va desplegando la historia y cómo se van presentando los personajes, pero de la mitad hacia el final resulta una ida de olla que a mí me resulta excesiva y tengo que dejar la película apartada. 

Eso no me pasó con Perfectos desconocidos. Me enganchó desde el principio hasta el final, con un inicio tan normal de un grupo de amigos que se reúnen para cenar en cada de una de las parejas, algo que ahora nos parece tan lejano y tan raro. 

El planteamiento es sencillo, mientras vemos cómo se van preparando y llegando a la casa, poco a poco, como pasa en todos los grupos de amigos. Siete, tres parejas y un desparejado, como en todos los grupos de amigos. 

 


 

Poco a poco, la cosa se va liando. Vamos intuyendo que no todo es tan transparente como parece, sino que esas relaciones tienen zarcillos que conectan a unos con otros en diferentes niveles. Y empieza la cena, con el habitual mirar a los móviles, mensajes, whatsapps y demás, así que alguien propone un juego: todos los móviles se ponen en el centro de la mesa y todos van a poder leer mensajes y escuchar las llamadas. 

Arriesgado. 

La cosa empieza más o menos suave, pero va a subir la tensión, escalón a escalón, hasta que todo estalla: mentiras, infidelidades extragrupales, infidelidades intragrupales, salidas del armario... la repanocha. 

Orgullo friki
 

Es todo tan natural, tan creíble, que solo me chirría el final. Esa luna que parece tener influencia sobre todo el mundo, sutil al principio y desatado al final, le da un toque mágico que para mi gusto sobraba. Hubiera preferido que acabara todo como iba encaminado, antes que el deus ex machina final.

Una película que transcurre en su totalidad en interiores, dos o tres nada más, requiere interpretaciones fuera de lo común. Y eso es lo que tenemos, con algunos de los actores y actrices más importantes del panorama patrio. Son ellos siete los que soportan todo el peso de la película y los que hacen la historia aún más entretenida. 

Perfectos desconocidos es una muestra de que aquí también se hace muy buen cine. Hoy en imdb tiene una puntuación de 6,9, un poco escasa para mi gusto.

domingo, 3 de enero de 2021

Aventuras clásicas de ayer y de hoy

Este año he recuperado el placer de leer libros de aventuras, clásicos de siempre que por un motivo u otro no tuve ocasión de leer en mi juventud. No son historias que sirvan para sesudos planteamientos, ni que vayan a hacer trabajar mi cerebro a altas revoluciones, pero tienen algo que las hace permanecer en memoria con un recuerdo indeleble, como las portadas de las ediciones juveniles que las publicaban en los años ochenta del siglo pasado. 

 En la última década del siglo XIX, Sir Anthony Hope publicó El prisionero de Zenda, la historia de un joven inglés que viaja a la imaginaria nación europea de Zenda. Allí, su extraordinario parecido con el joven rey le traerá más de un disgusto. Tendrá que hacer frente a una conspiración palaciega, al desafecto del pueblo para con su rey e intentar conquistar el corazón de una mujer. 

 

Todo en apenas doscientas páginas que se leen casi del tirón y que fueron trasladadas al cine en la década de los cincuenta del siglo XX con el rostro de Stewart Granger. 

Aún en una fecha anterior, H. Rider Haggard publicó Las minas del rey Salomón, en una época en la que el continente africano hacía las delicias de los delicados lectores europeos, ávidos de aventuras. La novela es la presentación en sociedad de Alan Quatermain, prototipo de cazador blanco con reputación de aventurero y ascendencia sobre las tribus vecinas. 

 


La novela es hija de su tiempo y sufre del paternalismo del hombre blanco frente a las culturas y razas más atrasadas, sobre todo los negros de África. A pesar de todo, siguiendo mi filosofía de no juzgar obras o actitudes antiguas con los ojos de nuestros días es una lectura que se disfruta mucho mientras se acompaña a Alan Quatermain y a sus clientes en busca de las olvidadas minas del rey Salomón. Aventuras, paisajes exóticos y diarios misteriosos. ¿Qué máss se puede pedir?

Adaptada al cine en varias ocasiones, Quatermain también tiene el rostro de Stewart Granger en una de las más recordadas. Luego lo cambiaría por el de Richard Chamberlain a la estela de su éxito en El pájaro espino

Apenas comenzado el siglo XX, un autor de éxito como Sir Arthur Conan Doyle también haría sus pinitos en este género de aventuras con El mundo perdido. Todo comienza con una apuesta en un club de ciencia de Londres que empujará a dos ancianos hombres de ciencia, a un Lord iinglés y a un joven periodista a adentrarse en la impenetrable selva amazónica. Allí encontrará una roca de grandes dimensiones y elevada varios cientos de metros sobre el territorio circundante, en cuya cima en forma de meseta ha prosperado y se ha conservado un hábitat antediluviano. 

 

 

Menos trepidante que las anteriores y un poco más preocupada por mantener una cierta base científica que la historia no necesita para enganchar. A pesar de todo, no llega a alcanzar el nivel. 

En las postrimerías del siglo XIX, en el año del desastre del Imperio Español, el italiano Emilio Salgari publica El corsario negro. Empieza con el rescate de un cadáver y continúa con una historia de venganza y amor imposible en el marco geográfico del Caribe español del siglo XVII. Emilio Roccanera, señor de Ventimiglia, ha jurado venganza sobre el traidor Wan Guld y toda su descendencia. Con sus fieles Carmaux y Wan Stiller, acompañado del Olonés, mantiene una lucha desigual frente a los españoles que controlan el mar Caribe, pero su valor y su juramento le empujarán a conquistar Maracaibo y a abandonar en el mar a la mujer que ama. 

 

 

Emilio Roccanera tendrá el rostro de Kabir Bedi, más conocido en nuestra tierra por dar vida a Sandokán, el tigre de Malasia, aquellas tardes de fin de semana. 

Por último, el asedio turco de Famagusta es el escenario en el que se desarrolla El Capitán Tormenta. La campaña de Chipre, en la que la Sublime Puerta conquista la isla de los venecianos, fue especialmente cruenta. Desde las murallas de Famagusta los cristianos observan con estupor el número de los asaltantes turcos, con los temidos jenízaros al frente. Pero la esperanza se mantiene gracias al esforzado brazo del Capitán Tormenta, que derrota en combate singular al paladín turco, el León de Damasco. Pocos pueden sospechar y menos aún saben que bajo ese nombre se esconde en realidad la condesa de Éboli que ha dejado su hogar en Nápoles para encontrar a su prometido. 

 

 

Otra vez Emilio Salgari nos deja un clásico con un ritmo frenético, amor no correspondido, valor y odio, traición y unos personajes apenas esbozados en favor del ritmo de la historia. 

Todas estas novelas me han hecho pasar muy buenos ratos en este año 2020 que se ha ido. Y todas ellas sin excepción fueron adaptadas a tebeo en aquella recordada y añorada colección de las Joyas Literarias Juveniles. Las nuevas generaciones de lectores, no saben lo que se pierden.