viernes, 22 de enero de 2021

La historia interminable

Tengo una relación complicada con los clásicos. Suelen hacerse bola mientras los leo, me cuesta acabar y me dejan con una sensación de culpa bastante desagradable. Como si fuera yo la causa de que no me haya gustado. 

Me ha pasado otra vez con La historia interminable. No la había leído hasta finales del año pasado, ni había visto la película que la adaptó en los años 80. Solo conocía la inconfundible banda sonora de Limahl y algunas imágenes sueltas. La verdad es que tampoco he leído Momo. Michael Ende no ha estado nunca entre mis motivaciones. 

 



La cosa es que mi hija mayor, ya preadolescente, apenas lee libro alguno si no es a la fuerza. Intenando que se enganchara, le regalé La historia interminable, pero no se arrancaba. Es aburrido, me decía. No me lo podía creer, siendo un clásico de la fantasía que han leído millones de jóvenes y que, hasta donde yo sabía, había gustado siempre mucho. 

Así que, dispuesto a dar ejemplo, me puse con él... Me aburrí. 

Me aburrí mucho. Si bien el inicio me gustó, con el paso de las páginas se me fue haciendo bastante cuesta arriba, hasta llegar un momento en que tuve que obligarme a mí mismo a cogerlo y pasar las páginas hasta llegar, a trancas y barrancas, hasta el final. 

 


 

Es lo peor que puede pasarle a un lector, y por extensión al libro que estás leyendo. Se acaba cogiendo manía, se convierte en una obligación y se pierde todo el placer de la lectura. Acabas pasando las páginas, leyendo en diagonal y deseando acabar y pasar a otra cosa. 

Mientras escribo, tengo esa misma sensación culpable que me atenazaba cuando estaba leyendo. Como si me diera miedo darme cuenta de que, en realidad, La historia interminable es un libro que no me ha gustado.

Qué se le va a hacer. Hay veces en que un libro no entra y hay que esperar a que las circunstancias cambien para volver a intentarlo. Yo no soy así, sino que prefiero sufrir la experiencia, acabar el libro y respirar hondo, mientras asumo que no ha habido suerte. 

Y eso que esa conexión entre la realidad de nuestro mundo y la de Fantasía es muy atractiva. Esa idea del libro con aparente vida propia que desea ser leído. Ese bibliotecario que esconde mucho más de lo que es... Pero ni aún así fue suficiente. 

La historia interminable me ha parecido un bodrio. Lo siento mucho. 

 

Perdona, ¿qué has dicho de mi libro?


1 comentario:

  1. Prueba con El principito o algo de Roald Dahl... Lo malo es que obligar a alguien a leer nunca es una buena idea, y el colegio hace que se relacione la lectura con el trabajo, en vez de con el placer.

    Yo no leería nada si no fuese por los Mortadelos que coleccionaba de pequeño.

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