sábado, 28 de septiembre de 2024

Nada más que dos películas de animación

Estas dos películas tienen varias cosas en común: la primera, y más evidente, es que tienen su razón de ser en dos series de gran éxito que han ido expandiendo su mundo y su historia. La segunda, no tan evidente, es que ambas han sido infravaloradas o ignoradas por el gran público, de forma que me parece inmerecida. Incluso una de ellas ha sido denigrada y arruinada por el público más reaccionario.

La primera película es Lightyear, la historia del personaje “real” detrás del muñeco de acción que se hace íntimo amigo del comisario Woody y que es coprotagonista de cuatro películas que han marcado historia en el cine de animación (vale, a lo mejor la cuarta no). 

 

El hombre, antes del juguete


Lightyear es una película de ciencia ficción, que maneja de una forma muy interesante el concepto de velocidad relativista para estar orientada de forma mayoritaria a un público infantil y construyendo un “viaje en el tiempo” que no es tal, pero que termina jugando un papel fundamental.

La forma en la que el astronauta va modelando su personalidad, a golpe de fracasos y de ir perdiendo el contacto con los que fueron sus compañeros a medida que éstos envejecían y morían mientras él se mantenía joven.

Acompañando de un secundario entrañable, un gato mecánico que se convertirá en su ancla con la realidad, se enfrentará a sus propios fantasmas interiores y saldrá victorioso.

Las críticas a la película estaban mezcladas de forma grosera con una escena que dura unos segundos: el beso de un matrimonio homosexual. Los que lo critican han dejado que el árbol no les deje ver el bosque, una película muy recomendable.

Si no te gusta, echa azúcar
 

No seré yo el que defienda el fenómeno woke en el que estamos inmersos y que en ocasiones ha llevado a decisiones poco entendibles. Pero, en este caso, la historia está construida con tanto mimo, respeto y cuidado, que el famoso beso es visto como lo más normal del mundo.

Una pena que todavía hoy su puntuación de 6,1 en imdb se deba en gran parte a esta oleada de odio que sufrió.

La segunda película es El gato con botas: el último deseo, la segunda película protagonizada por el sorprendente secundario que nos deleitó en varias de las películas de Shrek, también un hito del cine de animación del siglo XXI. Esta segunda entrega me parece muchísimo mejor que la primera, he de decir.

Nuestro amigo felino ha vivido con despreocupación aventuras por doquier, amparado en las nueve vidas que se supone que tiene. La cuestión es que, una a una, las ha ido perdiendo todas. Cuando llega a la última, la perspectiva cambia y el miedo aflora por primera vez a sus ojos. .

 

Emprenderá la búsqueda de una estrella caída que le otorgará un deseo con el que aspira a volver a disfrutar de la vida sin preocupaciones y volver a ser el personaje que fue, lleno de desparpajo y personalidad. 

En su camino se enfrentará a sí mismo, a su antagonista felina femenina con la que tiene una atracción sexual no resuelta y a una particular Ricitos de Oro macarra acompañada por los tres osos. Pero, para raro, el perro que se cree gato. 

Pero el personaje que brilla con luz propia es el villano de la historia: el lobo. Implacable, determinado, invencible, que emprende una persecución infatigable en pos del gato con botas, con una saña que no se puede comprender. Solo cuando se descubre su verdadera naturaleza y la mandíbula se nos desencaja, el dibujo comienza a cobrar sentido.

 

Se come la pantalla

Como El gato con botas: el último deseo tuvo la suerte de no atraer las iras de los extremismos opuestos (que, como todos sabemos, se tocan entre sí), la puntuación en imdb es un flamante 7,8.

Cualquiera de las dos es una película sería una buena elección para pasar una tarde entretenida.

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