Hace unas pocas entradas hablaba de las historias de Solomon Kane, con bastante buena impresión. Así que dedicí dar el salto a su adaptación cinematográfica.
El resultado es más bien decepcionante en su conjunto. Aunque la película cumple su función, que es entretener al personal durante unos 100 minutos, después de verla no queda nada. Da la sensación de haber visto una película más, sin nada verdaderamente perdurable. Todo está dentro de la corrección: el guión, la fotografía, los efectos (sin alardes), el reparto... Pero en ningún caso se va un paso más allá, no destaca...
Es cierto que también se toma algunas licencias, pero con un buen fin. No es habitual que el protagonista tenga una catadura moral, digamos, difusa. En Hollywood todo es blanco o negro: los héroes son héroes, los malutos son malutos. Así que hay que construir un pasado para Kane, de tal forma que una desgracia familiar lo empuje a hacer el mal, pero su naturaleza le hace reflexionar para volver a ser el héroe que siempre debió ser. ¿Quién si no sería capaz de sacrificar su alma inmortal para salvar a una casi desconocida chica?
No obstante, a pesar de estas licencias, considero que es bastante fiel al personaje literario. En ese sentido, la película es como en el resto, satisfactoria sin más.
Una cosa que no me ha gustado es el doblaje de Kane. Habla permamentemente como si gritara pero sin llegar a hacerlo. Siempre enfatizando su voz. No sé, no me convence. Me recuerda a Viggo en Alatriste.
Una cosa que sí me ha gustado es la elección del protagonista. James Purefoy, al que conocía de su papel de Marco Antonio en la gran serie Roma. Espero verle más a menudo por las pantallas.
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