El otro día estuve meditando sobre algunos de los grandes mitos del deporte, en concreto tres. Tienen en común un ansia voraz de títulos y que no supieron asimilar que toda época tiene un final. Después de hacer Historia en sus respectivas disciplinas, después de haber grabado a fuego sus nombres, con filigranas de oro, en el corazón de millones de seguidores, después de años de retiro dorado, decidieron volver. El resultado es que enfangaron en cierta medida su legado, dejaron un baldón en su otrora impoluto nombre.
Veamos caso por caso...
El primero es Michael Jordan. Para muchos, el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos; no sé si tanto, pero es uno de los tres mejores. Su palmarés es espectacular: 10 veces máximo anotador de la NBA, 5 veces mejor jugador, 6 veces mejor jugador de las Finales, 6 títulos de la NBA, dos oros olímpicos... Tras un primer trienio glorioso con los Chicago Bulls, en los que ganó tres campeonatos, se retiró en el año 93 con aún 30 años. El asesinato de su padre y una cierta desgana tras arrasar continuamente, le hicieron probar suerte en el béisbol. Volvió en el año 95 para ganar otros tres títulos en el 96, 97 y 98, retirándose de nuevo con la sensación de poder dominar al menos un par de años más y dejando para la memoria la última jugada de las finales del 98. Un broche dorado a una trayectoria sin igual. Tras insistentes rumores sobre su vuelta, reapareción en 2001 con la camiseta de los Washington Wizards y con 38 añitos a sus espaldas. Aunque su rendimiento fue espectacular considerando la edad, fue incapaz de llegar a los play-offs y dejón una cierta sensación agridulce, aunque fuera uno de los pocos jugadores en anotar 40 o más puntos con 40 años o más.
Por orden cronológico, el sisguiente es Lance Armstrong. Ejemplo de superación personal al curarse de un cancer testicular con metástasis en cerebro y pulmones, y volver al máximo nivel, hoy en día es un símbolo de la lucha contra el cáncer y sus pulseras amarillas se venden por millones. Ganador de 7 Tour de Francia consecutivos, ostenta el récord tanto de victorias como de victorias seguidas. Además ha vencido en 23 etapas de la ronda gala. En 2009 volvió a la competición quedando tercero, pero creando también una agria polémica con su compañero de equipo y posterior campeón Alberto Contador. Demostró que no estaba preparado para ser el segundo de a bordo y dividió al equipo. En 2010 desapareció de los primeros lugares de la clasificación, marcando su ocaso para siempre. Su caso es peliagudo pues tras su vuelta se han disparado las declaraciones y acusaciones de dopaje, algunas realizadas por antiguos compañeros de equipo. Sean o no ciertas, su nombre ha quedado manchado. Si se demostrara alguna de ellas, su legado se perdería para siempre.
Finalmente tenemos a Michael Schumacher. Campeón de F1 siete veces, dos con Benetton y cinco con Ferrari, 91 victorias en grandes premios, 154 podios, 68 poles y 76 vueltas rápidasse retiró en 2006 tras ser derrotado por Fernando Alonso. A partir de entonces, asesor de Ferrari. Hasta que este año 2010 descuelga el casco y corre con Mercedes. Una catástrofe, pues se ve superado continuamente por su compañero de equipo Nico Rosberg, y se ve envuelto en grandes polémicas. La más gorda de ellas en el último GP de Hungría, en el que maniobra con alevosía empujando a su antiguo compañero Rubens Barrichello haciendo que casi choque contra el muro. Además de ser el piloto más laureado, es quizá el mas polémico: provocando accidentes para salir beneficiado y ganar el campeonato, maniobras discutibles durante carrera... Su vuelta ha hecho que el admirado Káiser esté luchando por conseguir puntuar de vez en cuando (esto no es culpa suya, el coche no da para más). Apagado el brillo sólo queda lo sucio, como la maniobra a Barrichello.
¿Qué pasa por la cabeza de estos campeones para arriesgarse así a perder su prestigio? Tienen fama y dinero, mucho dinero. Pero quizá tengan también una ambición sin igual. Supongo que sin ella no se puede llegar a ciertas cotas. Si no se es egoísta, es difícil destacar. Y estos tres van sobrados. Pero también hay que saber adaptarse a una nueva vida, afrontar nuevos retos, y no caer en la tentación de tratar de ser el de antes porque el tiempo pasa. Otros campeones llegan mientras los antiguos se van. Pero la gloria es eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario