Sigo poniéndome al día con reseñas y demás con este comentario sobre Hijo del Tiempo (The ugly little boy), de Isaac Asimov (¿?) y Robert Silverberg de 1992.
Es la novelización de un cuento corto de Asimov que se encuentra en numerosas antologías de relatos de este maestro de la Edad de Plata de la Ciencia Ficción. El título del cuento es El niño feo, en inglés también The ugly little boy. La novela se tituló en el Reino Unido Child of Time.
El niño feo es uno de mis cuentos favoritos, si no el que más, de la extensa obra de Asimov. Es además uno de los que mejor recuerdo a través de los años y lo habré leído y releído seis o siete veces en los últimos veinticinco años (lo sé, me hago mayor). Y siempre con el mismo resultado: irremediablemente me caen unas lágrimas cada vez que llego al final (esto mismo me pasa con la peli ¡Qué bello es vivir!, pero curiosamente solo en Navidad; hablaremos de ello en una entrada próxima).
Por eso decidí, con bastante interés, leerme la novelización a cargo, según los créditos, del mismo Asimov y de Robert Silverberg. No estoy seguro de qué grado de implicación tuvo Asimov, ya que en ese año murió de SIDA, en el mes de abril, aunque la ficha del libro indica que se publicó en setiembre en los Estados Unidos. Eso, unido a que no he leído mucho a Silverberg, me hacían ser cauto.
La historia se resume en la recogida de un niño neanderthal por parte de una empresa que ha desarrollado una tecnología de estasis temporal. La señorita Edith Fellowes, enfermera diplomada, será la encargada de cuidar del niño. La historia se centra en la relación cada vez más estrecha entre cuidadora y niño y de cómo aquella vence su repulsión inicial y desarrolla una relación madre-hijo atípica con la criatura, a la que bautiza como Timmie. El pequeño no puede abandonar su burbuja de estasis, una especie de limbo temporal, hasta nuestro tiempo,lo que le convierte en un prisionero de facto (las explicaciones de por qué no puede ser, basadas en el principio de conservación de la energía, son bastante solventes). Hasta que, por circunstancias de logística de la compañía, tras varios años de estancia, se decide poner fin al experimento Timmie y hacerle volver a su época. Entonces... bueno, hasta aquí puedo contar sin destripar nada.
La novelización es muy fiel al relato original. Casi, casi, es una copia literal de muchos fragmentos. Su aportación se resume en incluir unos intercapítulos en los que se narra la vida de la tribu de la que proviene Timmie y sus conflictos con los cro-magnon, y en un final alternativo al cuento.
Este final es, en mi opinión, lo más criticable: Por un lado es demasiado explícito, echando a perder el encanto y la incertidumbre con la que termina el cuento; por otro lado, incluye unas dosis de moralina a la que tan dados son los yanquis y que, desde una perspectiva europea, sobra.
No obstante, a pesar de ese pequeño traspiés, el libro se lee con mucha facilidad y resulta muy entretenido. Pocas pegas se le pueden poner en ese sentido.
Como entremés, a la espera de pesos pesados que tengo en mi lista de pendientes, no ha estado nada mal. Aunque no se le debe exigir más de lo que puede dar.
Por tanto, a diferencia del relato corto que, sin duda es de sobresaliente, la novelización se queda en un aprobado alto. Un seis.
¡Ay, Dan Brown! Lejos está el día en que alguien se atreva a novelizar tus novelas. Afortunadamente.
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