Finalizamos la tetralogía de Teutoburgo (aún hoy continúa siendo trilogía) con el tercer volumen, La batalla del destino.He de decir que ha costado llegar hasta aquí, pero lo hemos conseguido. Ha hecho falta fuerza de voluntad para continuar pasando páginas, en lugar de cerrar el libro para no volver a abrirlo jamás.
Han sido casi 1.500 páginas y casi dos meses de mi vida, pero se cuentan con los dedos de una mano los libros que no he podido terminar (entre otros, Memorias de Adriano). Otros, prefiero no empezarlos (amigo Dan Brown, cuánto hace que no apareces citado por aquí...) para mantener mi salud mental en equilibrio.
Han sido, decía, casi 1.500 páginas con un estilo recargado. En ocasiones mucho más que eso, salpicados los párrafos de latinajos y germanismos con los que el autor se lucía. O pretendía lucirse, porque luego la cagaba, y bien, con los anacronismos que colaba. No, en este tercer volumen no la caga... demasiado. Únicamente continúa haciendo caso omiso de las reformas de Cayo Mario y utilizando las antiguas (en la época) denominaciones de velites o hastatii.
La batalla del destino es, al menos en su primera mitad, el mejor volumen de los tres. Tampoco es que fuera muy difícil mejorar los resultados anteriores, pero hay que reconocer que la descripción de la batalla de Teutoburgo es bastante acertada y amena. Hasta ahí, el libro prometía cotas insospechadas (para lo que estaba ofreciendo el autor), pero una vez terminada la batalla se acaba el fuelle. O, más bien, comienza la preparación del cuarto volumen que, por lo que sé a día de hoy, no se ha publicado todavía.
Vuelve entonces Artur Balder a los antiguos vicios, como transcribir la afamada serie Yo, Claudio, casi punto por punto y con ninguna originalidad. Ya lo dije en las otras entradas: parece que estemos viendo a los actores de la serie de la BBC deambulando por un plató de segunda.
Así que las páginas van pasando, más por inercia que por otra cosa, hasta que llega el final del volumen. Menos mal. Respiré hondo y me dije que tengo que tener más cuidado a la hora de seleccionar mis lecturas.
Como este es el mejor libro de los tres, vamos a darle un cinco, aunque con reticencias.
Si, por cualquier circunstancia, cualquiera de estos libros (vamos a recordar los títulos, para los que tengan memoria de pez: El último querusco, Liberator Germaniae, La batalla del destino; también el autor, Artur Balder), volved la mirada a vuestro blog favorito.
Luego no digáis que no os lo advertí.
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