La película seleccionad para la segunda incursión de Covadonga a las salas de cine fue El gato con botas, un spin-off de las pelis de Shrek, utilizando probablemente al secundario más interesante de esa obra coral.
No hablaré de lo caro que está el cine (nos pulimos la friolera de 37 euracos entre las entradas y la logística de avituallamiento), pero está claro que hoy en día está al alcance de más bien pocos el ir al cine con cierta asiduidad.
Vayamos al grano entonces. La película es honesta, desde el punto de vista que ofrece exactamente lo que promete. El gato con botas, con la voz de Antonio Banderas, en estado puro. Se nos dan datos sobre su infancia y por qué tuvo que huir de su hogar. Se nos presenta a su amigo Hampty Dumpty, que una vez le traicionara provocando su caída en desgracia, y a una gatita, Zarpas Suaves (Salma Hayek) que le traerá por el camino de la amargura. Con ellos tratará de hacerse con las habichuelas mágicas y raptar a la oca de los huevos de oro.
Un argumento por lo menos interesante, pero creo que da poco de sí. El resultado es bueno, pero sin llegar a sorprender. Momentos interesantes trufados entre largos períodos que aburren al adulto (así que imaginad cómo lo pasan los niños entonces). Hay gags muy buenos, pero deshilvanados. A ver, la peli no es mala, ni mucho menos, pero probablemente el personaje da poco de sí. Es un caso claro en que un secundario funciona muy bien en el papel que tiene asignado pero no tiene peso específico para soportar la carga de toda la trama.
Es más, una gran parte del peso de la película se apoya en el doblaje de Antonio Banderas, con un acento andaluz exagerado. Mientras, el resto de los personajes, o bien no tienen acento reconocible (caso de el huevo) o son mexicanos (la gata y algunos de los habitantes del pueblo). Esto último, unido a la estética del pueblo y los habitantes, hace pensar más en una aventura de El Zorro que en otra cosa.
Aún así, la sala acogió una más que respetable entrada aunque la película lleva dos semanas en cartel. Bueno, era un viernes por la tarde, pero había bastantes niños y algunos que éramos un poquito más talluditos. Las fechas ayudan, en cualquier caso.
Un aprobado alto, un seis para El gato con botas.
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