Las legiones malditas es el segundo volumen de la trilogía de Escipión, de Santiago Posteguillo y el libraco que me acabo de ventilar... algo más de 800 páginas del ala, aunque el final lo constituye un glosario bastante extenso que, si sabes algo del tema de Roma, puedes pasar por encima.
En él se continúa la narración de la historia, desde la toma de Cartago Nova hasta la batalla de Zama y su título viene por la denominación de las legiones V y VI, compuestas por aquellos legionarios que huyeron de la derrota de Cannae y se salvaron de la masacre pero que, a cambio de haber salvado sus vidas fueron desterrados a Sicilia y olvidados durante más de diez años de guerra contra Aníbal.
Las legiones malditas es la historia de cómo Publio Cornelio Escipión se hace con su mando, las entrena y finalmente les devuelve su dignidad al invadir África y, finalmente, derrotar al gran Aníbal en la batalla de Zama (202 a.C.)
Continúa tanto con las virtudes como con los defectos del primer volumen (recordemos: Africanus, el hijo del cónsul). Entre las virtudes está que se lee muy rápido. La estructura del libro es, como en su predecesor, de capítulos cortos, supongo que en un intento del autor de dar ritmo a la historia. La verdad es que no resulta nada mal.
Luego, la precisión histórica parece impecable (¡ay, amigo Balder, de nombre Artur, cuánto tienes que aprender!), por lo menos para mi nivel de conocimiento del tema tratado. Tampoco es que yo sea una eminencia, pero sí que es uno de los períodos históricos que más me han interesado de siempre y algo he leído sobre ello...
Santiago Posteguillo adorna la trama histórica con otras más accesorias, de amor, traición, amistad y honor. Sigue habiendo un malo malísimo, Quinto Fabio Máximo, moviendo los hilos allá en Roma, y su particular miniyo (Marco Porcio Catón). Son aún peores que el mismísimo Aníbal, que al final se muestra como un hombre y no como una especie de semidios.
Es cuando miro más allá de la mera recreación que me parece que el libro flojea. Le falta algún secundario carismático, porque Cayo Lelio no aguanta esa función y los demás pasan demasiado fugazmente por la historia. Y, lo mismo que en el primer volumen, algunos diálogos me parecen excesivamente forzados, poco naturales.
También me parece que, a pesar de todos los intentos del autor, falla el sentido épico. Es más una sensación, pero no me ha enganchado, no me ha llegado del todo.
Gracias a sus virtudes, especialmente la buena recreación histórica, y a pesar de sus defectos, bastante evidentes, es un libro que en general me ha gustado. No es algo que me haya maravillado, pero podríamos decir que está por encima de la media.
Yo le daría un siete.
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