Fascinantes aventuras en unos parajes igualmente fascinantes son las señas de identidad de Julio Verne. Ya sea por el aire, por el agua, bajo el agua, en el espacio exterior o en el interior de la Tierra, los personajes del genio francés persiguen quimeras que el resto de los mortales solo nos atrevemos a soñar.
En este caso nos subimos a un barco sin capitán con un rumbo desconocido para participar en una empresa también desconocida. Los interrogantes se irán desvelando conforme pasen los días y nos veremos envueltos en el sueño de un hombre, el capitán Hatteras, por llegar a donde ningún hombre ha llegado jamás: el polo Norte.
Acompañado por un enorme perro, el capitán Hatteras dirigirá con mano de hierro la expedición, haciendo frente tanto a posibles adversarios como a motines a bordo, hasta que solo le quede un puñado de incondicionales con los que, a pesar de todas las contrariedades y retos, paso a paso se dirigirá a su meta de forma inexorable.
Las aventuras del capitán Hatteras, el primero de los Viajes Extraordinarios, es un libro que he disfrutado mucho más que Viaje al centro de al tierra, aunque sea mucho menos conocido por el público en general. La forma de narrar el viaje a un territorio por entonces inexplorado como el polo Norte, que tantas vidas de hombres valientes se cobró durante el siglo XIX, mezclado con el intento de descubrir el paso del Norte entre la costa oriental de Canadá y la Alaska estadounidense, me pareció de lo más interesante.
El capitán Hatteras es el personaje principal, por completo obsesionado con ser el primer hombre en alcanzar la región polar y atormentado por las decisiones que se ve obligado a tomar en pos de ese destino que se ha marcado. Un personaje con más sombras que claros y del que muchas veces cuesta trabajo pensar cómo es posible que sea merecedor de la fe ciega del resto de protagonistas, entre ellos el doctor Clawbonny que es quien pone la nota erudita en la novela (podríamos decir que es el alter ego del mismo Verne, a través del cual el autor pone al lector al día de los últimos conocimientos científicos y tecnológicos relacionados con la aventura).
Por otra parte, el capitán estadounidense Alamont aparece bastante difuminado, bastante plano como personaje. Quizá porque su único objetivo sea dar a Hatteras un adversario digno de su talla y poco más.
Aventuras, regiones inexploradas de indudable belleza, animales peligrosos entre los que no podría faltar el oso polar que está a punto de devorarlos y que hace gala de una inquietante inteligencia. Todo lo que consideramos esencial en una novela de estas características lo encontraremos aquí.
A destacar lo chocante que resulta la teoría que imperaba por aquellos años (recordemos, segunda mitad del siglo XIX) de que una vez superados los hielos del océano ártico, la temperatura comenzaría de nuevo a subir y nos encontraríamos con una porción de agua libre de hielos que rodea el polo. Esta teoría se demostró con posterioridad errónea, pero la forma en la que Verne la describe es de lo más plausible.
Las aventuras del capitán Hatteras, el primero de los Viajes Extraordinarios, es un libro que he disfrutado mucho más que Viaje al centro de al tierra, aunque sea mucho menos conocido por el público en general. La forma de narrar el viaje a un territorio por entonces inexplorado como el polo Norte, que tantas vidas de hombres valientes se cobró durante el siglo XIX, mezclado con el intento de descubrir el paso del Norte entre la costa oriental de Canadá y la Alaska estadounidense, me pareció de lo más interesante.
El capitán Hatteras es el personaje principal, por completo obsesionado con ser el primer hombre en alcanzar la región polar y atormentado por las decisiones que se ve obligado a tomar en pos de ese destino que se ha marcado. Un personaje con más sombras que claros y del que muchas veces cuesta trabajo pensar cómo es posible que sea merecedor de la fe ciega del resto de protagonistas, entre ellos el doctor Clawbonny que es quien pone la nota erudita en la novela (podríamos decir que es el alter ego del mismo Verne, a través del cual el autor pone al lector al día de los últimos conocimientos científicos y tecnológicos relacionados con la aventura).
Por otra parte, el capitán estadounidense Alamont aparece bastante difuminado, bastante plano como personaje. Quizá porque su único objetivo sea dar a Hatteras un adversario digno de su talla y poco más.
Aventuras, regiones inexploradas de indudable belleza, animales peligrosos entre los que no podría faltar el oso polar que está a punto de devorarlos y que hace gala de una inquietante inteligencia. Todo lo que consideramos esencial en una novela de estas características lo encontraremos aquí.
A destacar lo chocante que resulta la teoría que imperaba por aquellos años (recordemos, segunda mitad del siglo XIX) de que una vez superados los hielos del océano ártico, la temperatura comenzaría de nuevo a subir y nos encontraríamos con una porción de agua libre de hielos que rodea el polo. Esta teoría se demostró con posterioridad errónea, pero la forma en la que Verne la describe es de lo más plausible.
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