sábado, 6 de febrero de 2021

El ascenso de Skywalker

Lo que opino de esta película se explica por sí solo cuando han pasado casi catorce meses desde que la vi en el cine en la Navidad de 2019, cuando se podían hacer muchas cosas normales que hoy nos parecen extraordinarias. 

Con El ascenso de Skywalker, el universo Star Wars no pudo caer más bajo. Todas las esperanzas depositadas en que la última trilogía remontaría en el episodio final, dejando un momento épico e imperecedero en la memoria de los sufridos aficionados, se desmoronaron a las primeras de cambio entre instantes de pretendida tensión dramática y otros de vergüenza ajena, cargas a caballo sobre el casco de un destructor estelar y clones de fantasmas del pasado. 

 

 

Incluso villanos que prometen por lo menso dar un poco de guerra son pasados por la piedra con una facilidad pasmosa por nuestro dúo protagonista. 

Ni las muertes de personajes fundamentales de la trama, ni el descubrimiento del pasado de Rey. Nada es capaz de provocar mariposas en el estómago. La sensación de hartazgo se incrementa y la película se hace bola. 

Personajes que prometían tramas sugerentes se difuminan en una historia sin sentido (para el recuerdo de la infamia quedará el triste final de la capitana Phasma, a pesar de ser de la pelicula anterior). Incluso los guiños a la comunidad gay que se produjeron en los episodios previos podrían haberse plasmado de forma clara en la cinta, ya puestos, pero...

Triste colofón a una franquicia que lo ha sido todo desde que se publicó la trilogía original. Series de televisión, comics, libros, juguetes... todo ha servido para engrosar la cuenta corriente de George Lucas, pero a costa de sacrificar un legado que poco a poco se iba dejando jirones de prestigio en el camino. 

Temo que algunos actores (John Boyega, Daisy Ridley) van a ver manchado su historial por haber participado en este despropósito. Por desgracia, no serán los primeros. Quizá deberían llamar a Hayden Christensen. Aunque puede que puedan hacer carrera como actores de doblaje de videojuegos.  

 

 

Afortunadamente hay esperanza. La película de Rogue One consiguió reconciliar al público, a pesar del fiasco de Solo (aunque a mí me gustó). Ahora todos los ojos están puestos en The Mandalorian, cuya segunda temporada se ha estrenado apenas hace unas semanas y que introduce personajes que todos ardíamos en deseos de ver: Bo Katan, Ahsoka Tano y una promesa susurrada de quizá poder ver en futuras temporadas al mismísimo almirante Thrawn. También queda la esperanza de ver otras series animadas del nivel de Clone Wars o Rebels.

Poco más voy a decir. No tengo ganas de enfangarme más. El enfado de hace catorce meses se ha mantenido agazapado y va calentándose a medida que recuerdo trazos de la película. Una broma de mal gusto. 

La broma final
 

Y eso que nunca he sido un verdadero fanático de Star Wars como sí lo soy de otras cosas. Las películas quedaron como una excusa para ver a los amigos y pasar un rato agradable con ellos. A pesar de no ver a alguno de ellos durante muchos meses, no faltábamos a nuestra cita anual en mitad de las fiestas navideñas. Pero, al final, el rato agradable nos lo pasábamos despotricando contra la película que acabábamos de ver. Otra forma de divertirse, supongo. 

Veo con estupor que El ascenso de Skywalker tiene hoy una nota de 6,6 en imdb. Un insulto al resto de películas que puntúan 6,6. Merecemos la extinción.

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