domingo, 25 de febrero de 2024

Cadfael (#11 a #20)

Fray Cadfael, el monje galés que profesó en la abadía de Shrewsbury en el siglo XII, en pleno período de la Anarquía en Inglaterra, en medio de la guerra civil entre el rey Esteban y la emperatriz Matilde, es una debilidad personal. 

 

El misterio no me sorprendió, pero la historia es conmovedora

No recuerdo bien si descubrí antes los libros que la serie, que veía en casa de mis padres en versión original, hará cerca de un cuarto de siglo. Por eso, Cadfael siempre tendrá para mí el rostro del grandísimo Derek Jacobi. 

Fuera como fuese, hubo una temporada en que era habitual llevarme un librito de Cadfael a mis viajes de trabajo, cuando en los aviones no se podían encender los dispositivos móviles ni siquiera cuando estaban en modo avión. O sea, que había muchas horas muertas en las que había que mantener la mente ocupada. 

 

Un personaje odioso y una muerte no llorada

 

Luego pasé a otros terrenos inexplorados, porque como ya he dicho muchas veces, hay muchos libros ahí fuera y la vida es muy corta. No hubo un motivo específico, sino que mis lecturas evolucionaron y no encontraba el momento de continuar con la serie y así ha sido desde agosto de 2008 en que empecé a llevar un registro de mis lecturas (como Art Garfunkel) hasta que leí Un misterio excelente, el que hace el número once de la serie, allá por septiembre de 2022. 

 

Una historia de amor en la madurez

Así que durante estos más o menos dieciocho meses han caído los diez libros que me quedaban hasta llegar al último, La penitencia de fray Cadfael, escrito poco antes de la muerte de su autora Ellis Peters (pseudónimo de la escritora Edith Pargeter). 

No nos engañemos: no estamos ante alta literatura, sino literatura de consumo. Los libros de Cadfael adolecen de los mismos tópicos y lugares habituales de la novela policíaca desde los tiempos de Agatha Christie o Arthur Conan Doyle. 

 

El ermitaño no es lo que parece

 

Además, en el caso particular de Cadfael, se repiten las mismas fórmulas una y otra vez: 

  • personajes que traslucen pureza y que, por tanto, es improbable que mientan y son descartados como sospechosos desde el primer momento; 
  • una bella y virtuosa joven que se enamora del que es en ese momento el principal sospechoso; 
  • un giro inesperado, una inspiración súbita, que lleva a Cadfael a cambiar radicalmente su razonamiento y descubrir al verdadero culpable; 
  • un clímax, a veces violento, las más veces ambiental, en la que se descubre el culpable y su motivación, generalmente descrito con minuciosidad por el propio Cadfael y su fiel amigo, el gobernador Hugo Berengario. 
  • los personajes no están desarrollados, más allá de los principales de la trama y podrían ser intercambiables entre los distintos libros sin que nos diéramos cuenta.  
 
 
El pasado de un monje tiene consecuencias

 
No obstante, los libros entretienen. Se describe con una verosimilitud razonable una época histórica desconocida en España, pero traumática en Inglaterra, que es apenas unos años después de la conquista normanda en 1066. Además de aportar datos relativamente fiables de cómo era la vida en un lugar dependiente de una abadía benedictina y cómo giraba la vida cotidiana alrededor de lo que se decidía en la sala capitular. 

 
Una época convulsa para los honestos

 
Otra virtud, innegable en estos tiempos donde prima la inmediatez, es que los libros son cortos y fáciles de leer. Muchas veces he escrito que me encanta esa virtud de los autores más clásicos (de los ochenta y noventa, generalmente) para poder escribir una historia completa, con su planteamiento, nudo y desenlace, en unas trescientas páginas o así. Lo mismo que hay que valorar contar una historia en el cine en menos de dos horas de metraje. 


La resolución más sorprendente


Sería tema para otra entrada, pero es curioso que esa inmediatez que decía antes, no se aplica muchas veces a la literatura, donde parece que queremos libros al peso, con centenares y a veces algo más de mil páginas, y series literarias con cada vez más libros. Una paradoja a estudiar, cuando la gente se pone a ver videos en Tik Tok y apenas aguantan los veinte o treinta segundos que duran antes de pasar al siguiente. 
 
Un romance prohibido

 
No quiero cerrar la entrada sin decir que no han sido pocas las ocasiones en las que la traducción casi me saca de la lectura. Una traducción hija de su tiempo, supongo, de los años noventa del siglo pasado o principios del segundo milenio, en los que era una moda eso de poner el adjetivo antes que el nombre y que ahora me fastidia tanto.  

Previsible y de los más típicos


Volviendo a nuestro protagonista, los veinte libros que protagoniza me han hecho pasar unos ratos bastante agradables. Con sus defectos, que no son pocos, y sus virtudes, algunas. Por eso, porque se trata de una debilidad personal, no voy a recomendarlo más allá de a los aficionados a la literatura de misterios más clásica. 

Cadfael se rebela





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