He hablado hace unos meses de la extraordinaria experiencia que fue jugar a The last of us y The last of us II en PS4. Mientras estaba inmerso en la narrativa, supe que HBO (¿quién si no?), se había lanzado a adaptar los videojuegos a la pequeña pantalla.
Pues vaya adaptación que les ha salido.
Ver la serie es casi como jugar el videojuego. Desde el primer capítulo hasta el último, la sensación de vivir una catástrofe mundial atenaza el estómago del espectador. Incluso podría uno llegar a pensar que es incluso mejor, puesto que en el primer episodio se explica con relativa credibilidad de dónde vino la epidemia provocada por el hongo cordyceps.
Durante el principio del primer capítulo, cuando la hija de Joel visita a los vecinos, ya se pueden ver algunas señales en la anciana sentada en la silla, aparentemente fuera del mundo, que empieza a tener espasmos y protagonizará uno de los primeros sustos que vamos a sufrir.
Creo que hay que hablar poco de la historia, porque apenas se desvía de lo que sucede en el juego. Si acaso, lo hace para acotar y ampliar información, no sin polémica.
Por ejemplo, la historia de Bill, que en el juego apenas sale un rato como apoyo de Joel y Ellie en sus primeras jornadas de huida, se convierte por derecho propio en protagonista de un capítulo entero, el 1x03. Se construye la relación con Frank, el compañero de Bill al que apenas se menciona en el juego, y el capítulo nos muestra cómo el primero era el contrapeso ideal a la personalidad explosiva de Bill, hasta que enferma y poco a poco va languideciendo y pide a Bill que le ayude a irse en paz. El final del capítulo impacta tanto como para que se escape más de una lágrima.
De una forma parecida tenemos el DLC Left behind, que se convierte en gran parte del capítulo 1x07, haciendo más explícita la relación que tiene Ellie con su amiga Riley. Por lo demás, sigue con fidelidad el DLC hasta su trágico desenlace.
Aparte de un paso por la ciudad de Kansas City que no recuerdo haber visto en el juego, tenemos todo lo que nos hizo gritar y llorar: la historia de los hermanos Henry y Sam, a los que cogemos cariño y luego lloramos en apenas unos minutos; la secta de David, que también se explicita más que en el juego (todavía recuerdo con desagrado la escena del reparto de carne estofada; la muerte de Tess, distinta de lo que vemos en el juego, en un hotel de Boston rodeada de infectados y esos zarcillos de hongo que buscan su boca; el final en el que Joel consigue salvar a Ellie aún a costa de que no se pueda conseguir la cura contra la enfermedad... Una montaña rusa de emociones que sorprenderá a los que no hayan jugado y que sorprenderá y golpeará con brutalidad a quienes se acerquen a la serie sin saber nada de lo que van a presenciar.
La serie tuvo una gran polémica desde antes incluso de su estreno. Primero por la elección de Bella Ramsey como Ellie (yo confieso que su elección no me apasionó, ni tampoco me llegó de forma especial durante su interpretación, como sí lo hizo la Ellie del videojuego) y luego tras la emisión del capítulo de Bill y Frank, que despertó una oleada de críticas homófobas y de malas calificaciones que hicieron que el capítulo sea el segundo peor valorado de la temporada, con diferencia, solo por delante de Left behind (curiosamente el otro episodio con un alto componente LGTBi).
Sucede con otros productos que introducen este tipo de situaciones con calzador y provocan rechazo por querer construir un relato, pero en el caso que nos ocupa se puede afirmar que está realizado con un respeto exquisito hacia la obra original y que, honestamente, no se puede decir que lo que estamos viendo se distancia, pervierte o traiciona la obra original.
Para terminar, no se puede decir otra cosa más que Pedro Pascal es el Joel perfecto, desde su apariencia hasta sus actos son una representación fiel del Joel de los videojuegos.
The last of us cotiza hoy a un soberbio 8,7 en imdb, siendo una de las obras más valoradas en la plataforma. Sin duda lo merece y por eso estoy esperando con ganas poder ver la adaptación de The last of us II. Va a ser la bomba.
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