domingo, 2 de junio de 2024

Tolkien

Es curioso que a alguien se le haya ocurrido hacer un biopic sobre J.R.R. Tolkien. Si me lo llegan a decir hace veinticinco años, no hubiera dado un duro por ello, porque no veía que el personaje en cuestión fuera a ser interesante. 

Supongo que tuvieron que llegar las películas de Peter Jackson, fenómeno mundial de crítica y público (vale, las películas de El hobbit no lo son tanto) como para que alguien pensara que era una buena idea acercar al gran público al que fue su creador. 

 


 

No sé qué le habrá parecido al gran público la idea. Mi impresión es que la película pasó sin pena ni gloria por las pantallas de cine de todo el mundo. Por lo menos, no hizo ruido, así que seguramente pasó desapercibida.Y eso que la fanaticada de Tolkien es una de las más activas en redes sociales (y también una de las más radicales, pero eso es otra historia que no contaré aquí). 

Confieso que yo ni siquiera me vi tentado a verla en el momento de su estreno y esperé a que la programaran, una noche cualquiera, en la televisión. 

Diré que la película se parece bastante a lo que me imaginaba: la historia de juventud de un personaje, gris en apariencia, pero que ha estado presente en la vida de millones de personas. Confieso también que en momentos  me aburrí. Es probable que por ello no merezca viajar a las Tierras Imperecederas, pero es lo que hay. 

 


 

No obstante me parece que la película acierta en representar los tres grandes pilares de su vida que luego estarían presentes en su obra: la relación con sus jóvenes amigos, su gran amor Edith y la infame experiencia que supusieron las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Esta última cambió todo el cuadro de lo que iba a ser la vida de John y, quizá, nos regaló momentos únicos a todos los que después nos acercamos a su obra.

No voy a entrar en detalle en lo que representan. Hay una larga fila de exégetas de su vida y su obra que han discutido en profundidad sobre todos y cada uno de ellos y las ramificaciones que han tenido en la historia del mundo que se dedicó a crear con infinita paciencia y determinación, entre pipa y pipa. 

 


 

Ahí es donde se entiende más a la persona y se aparta de la imagen que quizá muchos tuvieran idealizada. Y ahí es donde la película se hace grande, si ustedes me entienden. Porque otro acierto es no mitificar al personaje, que poco o nada tiene para ello, aunque a algunos les gustaría que tuviera la categoría de semidios o algo similar. Pero no, lo que se retrata es a un ser humano. 

Después de verla no he podido dejar de volver a pensar en la balada de Beren y Lúthien, una de las historias más bonitas de El silmarillion y que ya por sí sola merece la pena la lectura de tremendo ladrillo. Y, por supuesto, volví a pensar en la sencilla lápida de la tumba de John y Edith, unidos de nuevo en la otra vida. 

La película cotiza hoy a un modesto 6,8 en imdb, pero quizá sea una de las pocas veces en las que esto no es más que una anécdota. 

 




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