Hace ya unos años que cada moneda de dos euros que cae en mi poder no vuelve a ver la luz del sol: la guardo raudo y veloz en mi hucha, que empiezo el día uno de enero y que abro el día 31 de diciembre. De esta forma consigo acumular un pequeño capital, entre 350 y 400 euros, que son de mi entera propiedad y que no se encuentran en los libros de cuentas de mi unidad familiar.
Yo lo llamo Frikigeld.
¿Y para qué lo quiero?
Pues, evidentemente, para comprar cosas frikis. Y encima sin tener que justificarme...
Esta introducción me sirve para decir que desde hace un par de años me estoy haciendo aficionado a los juegos de mesa. Un par de veces al año me paso por mi tienda habitual, aquella en la que solía comprar los juegos de rol hace más de veinte años: Capua Hobby´s (en realidad es mi segunda tienda; Arco Iris dejó los juegos hace tiempo y ahora es una tienda de comics). Una vez allí sufro una especie de síndrome de Stendhal: todo lo que veo me gusta y lo quiero, pero el Frikigeld no es suficiente para eso.
Pero algo cae, siempre...
Dobble es un juego bien barato, que gusta a niños y adultos. Se juega con unas "cartas" circulares que están repletas de dibujos de colores: delfín, cristal de hielo, hombre de nieve, iglú, lápiz, perro... así hasta no sé cuantos más. No sé cómo se las arreglan, pero dos "cartas" solo comparten un dibujo y, básicamente, los jugadores tienen que ser los más rápidos en identificar el dibujo que comparte la "carta" que tenga en su mano en ese momento con la de la pila.
Esto nos lleva a partidas frenéticas y súperdivertidas, sea cual sea el número o la edad de los jugadores. Me lo paso igual de bien jugando cara a cara con mi hija mayor o en los raros momentos en que somos más jugadores. Como se trata más de un juego de agudeza visual y rapidez mental que otra cosa, los niños son rivales excelentes para los viejunos como yo.
Las instrucciones de uso describen cinco modalidades de juego y sí es verdad que para que alguna se necesitan más de dos jugadores.
Dobble se presenta en una pequeña lata metálica que contiene las "cartas" y las instrucciones de juego, lo que hace que sea ideal para llevarlo de viaje o a un paseo por la calle y poder jugar en ratos muertos (las partidas no duran más de diez o quince minutos). Además las "cartas son de buena calidad, por lo que no tiene que darnos miedo jugar en la calle.
Sin duda es una de mis mejores compras y siempre que vamos de viaje y elegimos un par de juegos o tres para llevarnos, Dobble viene con nosotros. Tenemos la edición inicial, pero sé que han sacado una más orientada a los más pequeños, pero no la considero necesaria.
Yo lo llamo Frikigeld.
¿Y para qué lo quiero?
Pues, evidentemente, para comprar cosas frikis. Y encima sin tener que justificarme...
Esta introducción me sirve para decir que desde hace un par de años me estoy haciendo aficionado a los juegos de mesa. Un par de veces al año me paso por mi tienda habitual, aquella en la que solía comprar los juegos de rol hace más de veinte años: Capua Hobby´s (en realidad es mi segunda tienda; Arco Iris dejó los juegos hace tiempo y ahora es una tienda de comics). Una vez allí sufro una especie de síndrome de Stendhal: todo lo que veo me gusta y lo quiero, pero el Frikigeld no es suficiente para eso.
Pero algo cae, siempre...
Dobble es un juego bien barato, que gusta a niños y adultos. Se juega con unas "cartas" circulares que están repletas de dibujos de colores: delfín, cristal de hielo, hombre de nieve, iglú, lápiz, perro... así hasta no sé cuantos más. No sé cómo se las arreglan, pero dos "cartas" solo comparten un dibujo y, básicamente, los jugadores tienen que ser los más rápidos en identificar el dibujo que comparte la "carta" que tenga en su mano en ese momento con la de la pila.
Esto nos lleva a partidas frenéticas y súperdivertidas, sea cual sea el número o la edad de los jugadores. Me lo paso igual de bien jugando cara a cara con mi hija mayor o en los raros momentos en que somos más jugadores. Como se trata más de un juego de agudeza visual y rapidez mental que otra cosa, los niños son rivales excelentes para los viejunos como yo.
Las instrucciones de uso describen cinco modalidades de juego y sí es verdad que para que alguna se necesitan más de dos jugadores.
Fijaos bien: solo un dibujo en común entre dos cartas |
Dobble se presenta en una pequeña lata metálica que contiene las "cartas" y las instrucciones de juego, lo que hace que sea ideal para llevarlo de viaje o a un paseo por la calle y poder jugar en ratos muertos (las partidas no duran más de diez o quince minutos). Además las "cartas son de buena calidad, por lo que no tiene que darnos miedo jugar en la calle.
Sin duda es una de mis mejores compras y siempre que vamos de viaje y elegimos un par de juegos o tres para llevarnos, Dobble viene con nosotros. Tenemos la edición inicial, pero sé que han sacado una más orientada a los más pequeños, pero no la considero necesaria.
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