domingo, 30 de mayo de 2021

La casa del reloj en la pared

Jack Black no es un actor que se pueda considerar santo de mi devoción. Con todo lo histriónico que resulta, hay pocas películas en las que le considere medianamente soportable. Quizá King Kong, la de Peter Jackson, sea una de ellas. Y la primera de Jumanji, otra. 

En La casa del reloj en la pared, ando así, así. Lo bueno es que tampoco sale en gran parte del metraje. Otra cosa buena, es que en muchas ocasiones sale con Cate Blanchett. Un plus para el espectador... 

 


Pues La casa del reloj en la pared es la historia de un chicuelo, Lewis Barnavelt (el desconocido Owen Vaccaro), que tras la muerte de sus padres vive acogido por su tío Jonathan Barnavelt, un bonachón hombre de mediana edad que tiene una casa que resulta ser un poquito rara. 

Si añadimos que Jonathan es un mago y que la casa perteneció a un nigromante y que tiene vida y conciencia propia, tenemos una primera idea de lo que la película nos va a ofrecer. 

Jonathan Barnavelt es un buen hombre que decide acoger a su sobrino. En su vida no hay mucho sitio para un pequeño de unos diez años, pero no va a dejar así como así a alguien de su sangre. Solo pondrá unas pocas reglas al pequeño Lewis, y a cambio le hará partícipe de los pequeños milagros diarios que dan color a la vida de un mago.

 

Un par de personajes peculiares
 

Lewis es un chico despierto, listo y obediente que seguirá al pie de la letra las instrucciones de su tío. No obstante, echa mucho de menos a su madre y daría lo que fuera por volver a tenerla con él. O sea, es un caldo de cultivo perfecto para desaprensivos como Woody Mingo, un amigo de la escuela al que Lewis desea impresionar haciendo gala de sus poderes mágicos, para lo que acabará desobedeciendo a su tío y siendo el factor que desencadena la vuelta del nigromante, Isaac Izard (el agente Cooper de Twin Peaks, el Paul Atreides original, Kyle McLachlan), que por supuesto pondrá todo su empeño en recuperar su casa y lo que en ella guardó con tanto celo como el que ahora Jonathan Barnevilt y la señora Zimmerman ponen en evitar que vuelva a sus manos.

A partir de ahí la película se convierte en un continuo sobresalto. No es precisamente una comedia, como podría parecer con la presencia de Jack Black, pero tampoco es una película de terror, siendo una cinta bastante dirigida a la familia. 

 

Con éstos sí lo pasé un poquito mal

 

Pero ojo, sustos hay. Unos cuantos. A mi hija mayor no le gustó nada, y ya tiene catorce años (a la pequeña, de apenas cinco, le dio bastante igual, pero ésta lo soporta todo y es la gran esperanza friki de la familia). Y aunque a mí me parececió que no era ni mucho menos para tanto, es verdad que la escena de los muñecos es un poquito desasosegante. Vista la trayectoria de su director (Eli Roth, del que te sonará su cara de Malditos Bastardos), supongo que podría haber sido bastante peor.

Bueno... al final entretiene. Tampoco es demasiado larga (una hora y tres cuartos), lo que se agradece en estos tiempos. Para consumo rápido en tiempo de pandemias, cuando no sabes qué poner en televisión. Hoy mismo tiene un 6,1 en imdb.

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