Estuve esperando la ocasión de leer las novelas de La Cultura desde hace mucho tiempo. Con toda seguridad, desde el siglo pasado cuando leí la sinopsis de Pensad en Flebas en la revista Solaris. Aquello se me quedó en la cabeza y se fue retroalimentando cuando leía alguna noticia sobre la serie, con muy buenas críticas, o sobre el autor.
El año pasado organicé mis lecturas por géneros y en el apartado de Ciencia Ficción decidí llegado el momento de comenzar la tarea.
Tremenda decepción.
Pensad en Flebas me desconcertó. Esperaba una space opera al uso y, aunque está lejos de ser un libro de ciencia ficción dura, el entorno es lo suficientemente extraño como para que me resultara incómodo y no me ubicara en ningún momento. Me pasó también con La estación de la calle Perdido y la sensación fue tan fuerte como para que no haya vuelto a leer nada de China Miéville desde entonces.
La historia del cambiaformas que utiliza sus facultades biológicas para inflitrarse en La Cultura y conseguir los objetivos de su misión no deja de ser interesante, pero la sensación de desconcierto me impidió disfrutar.
Sin embargo el segundo libro, El jugador, me encantó. La historia de un jugador profesional reclutado por La Cultura para competir en un juego que está a medio camino del rito religioso en un planeta alienígena me enganchó desde el principio
Iain Banks consiguió que, a pesar de que el juego no se parezca a nada conocido, me resultara en cierto modo familiar con una mezcla de juego de rol y wargame ciertamente atractiva.
El libro además cierra bien o, por lo menos, de forma satisfactoria como para dejar un buen sabor de boca y con ganas de leer el tercer volumen.
El uso de las armas mantiene más o menos el nivel. Aunque El jugador me resultó más entretenido, la historia del tercer libro está solo un pasito por detrás. El personaje principal, ese agente de La Cultura especialista en desestabilizar regímenes de sistemas enteros y su experiencia en el combate personal, atrapa desde el principio.
La historia personal también es muy interesante, así como el modo de narrar con dos líneas temporales que llegan a un punto de encuentro con giro final que, al menos para mí, fue totalmente inesperado y me dejó con cara de WTF de libro.
La tendencia ya no se mantienen en el siguiente libro, un volumen de relatos en el que hay algunos ambientados en La Cultura. Cómo será la cosa que Última generación no me ha dejado ni siquiera un recuerdo. Ha pasado por mi cabeza sin pena ni gloria.
No obstante, optimista yo, pensé que podía tratarse de un accidente y decidí abrir el cuarto libro de la serie.
Tanto optimismo se demostró un error. Excesión, una historia de inteligencias artificiales que se encuentran con un objeto extraño en la galaxia, me resultó en exceso aburrido, si se me permite el juego de palabras.
Me costó leerlo un mundo, muchas horas pasando las páginas como un autómata, y supuso la decisión de pasar a mejores historias, a poder ser.
El balance se podría considerar aceptable: dos libros bastante buenos, uno regular y dos malos. Ni para ti ni para mí. Pero cuando hay tantas cosas por leer y tan poco tiempo por delante, hay que priorizar.
Lo bueno es que los libros son de lectura independiente, así que podéis pasar directamente a los buenos y no tocar los malos ni con un palo.
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