domingo, 12 de diciembre de 2021

Línea de fuego

Una guerra civil es algo jodido de vivir. Una guerra frente a un enemigo exterior ya tiene que serlo, pero si además el enemigo, el que quiere matarte y al que tú tienes que matar, es el vecino de enfrente, ya no quiero ni pensar cómo tiene que ser. 

En España hemos tenido unas cuantas. Sobre todo en el siglo XIX, regalo envenenado del rey felón, Fernando VII, uno de los personajes más odiosos y odiados de nuestra Historia. Gracias a él se sufrieron una serie de guerras denominadas carlistas por el nombre del pretendiente a la Corona, que no estaba contento con cómo se habían desarrollado los acontecimientos. La herida del carlismo tardó décadas en cerrarse. 

O sea que, cuando se proclamó el golpe contra la II República en julio de 1936, nuestro país ya sabía de qué iba la fiesta y se puso a ello con empeño. 

Arturo Pérez-Reverte escribe sobre ello en Línea de Fuego. Ya había visitado el escenario de operaciones en la serie Falcó y ahora narra el inicio de la campaña del Ebro en el verano de 1938. 

 



También como en otras ocasiones del autor, en este caso se trata de una novela coral. No hay un protagonista, sino un puñado de coprotagonitas que muestran un amplio espectro de la realidad social y militar de la España de entonces: milicianos y milicianas, moros de las harkas de Franco, legionarios, requetés con su detente bala al cuello, militares profesionales de los golpistas y del ejército republicano, comisarios políticos... 

El autor muestra las diferentes aristas de los grupos implicados, desde la monolítica ideología de requetés y comunistas hasta el suicidio de la República dividida en conflictos internos por las diferentes sensibilidades que albergaba en su interior, pasando por la falta endémica de material con la que los sufridos republicanos se enfrentaban cada día a la muerte. 

Línea de fuego es un relato honesto de una realidad que marca la Historia de España desde su final en 1939. Como suele hacer, Pérez-Reverte huye del maniqueísmo y sus personajes están repletos de claros y oscuros que ayudan a ir pasando las páginas para descubrir por qué hacen lo que hacen y se comportan como se comportan. 

Y, como siempre, la prosa del autor es rápida como el tableteo de una ametralladora, sin florituras, pero con un buen puñado de párrafos para reflexionar y aprender de la Historia de este país nuestro que se llama España, tan sufrido como sus naturales. 

Por supuesto, recomendable. Mucho.

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