domingo, 5 de febrero de 2023

Fahrenheit 451

Hace ya más años de los que puedo recordar, leí las Crónicas marcianas de Ray Bradbury. No me gustaron o, más bien, no las entendí. O, quizás, un poco de todo y me gustaron porque no las entendí. Esperaba otra cosa, seguramente. 

Aquello hizo que no me acercara más a la obra de Bradbury, con un cierto complejo de inferioridad porque el problema debería tenerlo yo y no tan magna obra. 

Así hasta hace unos pocos meses en que decidí leer Fahrenheit 451, y tengo que confesar que el resultado ha sido bastante similar. He leído este clásico con mucha intención, pero a pesar de todos mis esfuerzos lo he hecho con el piloto automático puesto, deseando llegar al final y pasar a otro libro. 

 

 

Lo confieso: no me ha gustado. 

No puedo negar la calidad del texto, incluso no puedo dejar de admirar la crítica a la sociedad de la imagen, con esas reducciones al absurdo que son las salas de estar de las casas que están repletas de pantallas e imágenes que bombardean al espectador y lo saturan, sin dejar que piense por su cuenta y adormecen su espíritu crítico. 

Incluso puedo llegar a ver reflejado algo o buena parte de nuestra sociedad actual en las páginas de Farenheit 451. Pero aún así...

 

Bradbury sale risueño en muchas fotos

Bradbury me aburre de forma soberana. Bueno, seamos concretos: no me gustan las dos obras más icónicas del autor. Y la cosa es que no sé si tengo que rasgarme las vestiduras y lamentarme de mi propia incapacidad, o relativizarlo y pasar página, nunca mejor dicho, para disfrutar de nuevos paisajes más adecuados a mi gusto. 

Lo que sí me parece es que me tomará un tiempo volver a la obra de Bradbury. Quizá lo haga en la forma de relatos o cuentos, a ver si así logro oír el clic interior que tanto anhelo. 

Pues me ha quedado una entrada cortita... 

 

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