sábado, 15 de abril de 2023

La vieja guardia

Esto no tiene nada que ver con la serie de novelas de ciencia ficción de John Scalzi, sino con la película de Netflix de 2020 y que tampoco tiene nada que ver con las novelas. 

La historia parece, de inicio, una cinta de acción sin más, protagonizada por un grupo de mercenarios que se enfrenta a una misión más que sigue a un ya gran número de acciones exitosas llevadas a cabo.

Pronto saldremos del error, porque este grupo de mercenarios está lejos de ser lo que parece y lo iremos viendo poco a poco en los primeros minutos de la película: son mercenarios, pero también son inmortales. O, al menos, han muerto en numerosas ocasiones y han vuelto a la vida poco después.

 

 

Algunos de ellos provienen de la Antigüedad Clásica, otros vienen de la época de las Cruzadas y los más recientes ya tienen doscientos o trescientos años de edad. Tienen en común un pasado guerrero y ahora alquilan sus habilidades, pulidas al extremo tras siglos de experiencia de combate, reservándose el derecho de elegir las causas por las que luchan. 

Tienen una especie de representante, que es quien les ofrece los trabajos y realiza los pagos, y están liderados por una mujer guerrera que ya tiene varios milenios de edad. 

Justo ahora, tras el desastre del último trabajo, se produce la revelación de una nueva inmortal, soldado afroamericana destacada en cualquier conflicto árabe, que se recupera de forma milagrosa de unas heridas en apariencia incompatible con la vida. De forma automática es rechazada por todos aquellos que eran sus compañeros hasta entonces y se ve mezclada en la historia de este grupo de mercenarios. 

Nos encontramos con un villano de rostro conocido (el actor que interpretó al odioso primo de Harry Potter), un genio rico que pretende capturar a la vieja guardia, experimentar con ellos, descubrir las causas de su anomalía y tratar de replicar los efectos en humanos normales. 

Ahora ya tenemos casi todas las piezas del puzzle. Sólo cabría añadir el hecho destacable de que, por motivos que nadie sabe, el número de vidas del que disfrutan los inmortales no es infinito. Un buen día morirán y revivirán como es habitual, pero de algún modo serán conscientes de que esa ha sido la última vez. 

 

 

Aunque la película es entretenida y poco más, sería injusto no señalar que sabe reflejar tanto el hastío de una vida inmortal dedicada a la violencia, por mucho que busquen causas dignas, como el recuperado y casi olvidado miedo a la muerte cuando llega su última oportunidad. Es fácil ser un héroe cuando sabes que no habrá consecuencias, pero no lo es tanto cuando el final será definitivo y lo sabes. 

Tampoco es que se puedan derivar sesudos análisis de la película, no nos volvamos locos, pero hay que ser justos y mostrar alguno de sus aciertos. 

Por otra parte estamos ante una de tantas cintas de consumo rápido y olvidable, aunque entretenida, como muestra su 6,6 de nota en imdb. Y parece que lo suficientemente rentable como para ser digna de una segunda parte que cierre los flecos abiertos en su final. 

Un papel de acción más en la ya larga carrera de Charlize Theron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario