domingo, 13 de agosto de 2023

Thor: love and thunder

Al final de Vengadores: Endgame, dejamos a Thor embarcado en la nave de los Guardianes de la Galaxia, anticipando una difícil convivencia de su ego con el de Peter Quill.

La historia personal de nuestro asgardiano favorito se entrelaza con la de Gorr, el carnicero de dioses, que por azares del destino se hace con la espada negra en una escena un tanto hilarante apenas unos minutos después de otra escena lacrimógena al perder a su hija. Una introducción que nos presenta al antagonista del héroe, con el que es fácil empatizar porque la venganza es un sentimiento primario, hincado con fuerza en nuestro cerebro reptiliano. 

 

Mucho color
 

Al mismo tiempo Thor se reencontrará con su pasado, Jane Foster. Enferma de cáncer en busca de una cura, consigue el milagro de que el fiel Mjolnir renace literalmente de sus fragmentos. La pureza de su espíritu la hace digna de blandir el martillo de Thor, pero cuando vuelve a su forma mortal después, su fuerza vital se va desvaneciendo y el cáncer avanza inexorable por su cuerpo debilitado. De forma progresiva, pero constante, el poder de Mjolnir está acelerando el proceso que llevará a su muerte. 

Mientras tanto, Valkiria es la gobernante absoluta de Nuevo Asgard, el asentamiento asgardiano en la Tierra, convertido en un enclave turístico de lo más particular. 

Estos son los ingredientes con los que Taika Waititi retoma el personaje en esta película, Thor: love and thunder, y da todavía más rienda suelta a su particular estilo trufado de humor, de trazo grueso en ocasiones. Esta es la tónica de esta cinta, y quizá su principal defecto, el no saber medir bien el tiempo para la tragedia y la oportunidad para la comedia. 

 

Gorr en blanco y negro
 

Gorr recorre el Universo, asesinando sin piedad a los dioses que encuentra a su paso, mientras busca la forma de encontrarse con la Nada y culminar su venganza, pero una llamada de socorro de la diosa Sif involucra a Thor en la jugada y con él a Jane Foster, Valkiria y Korg. Juntos deciden acudir a la asamblea en la que se encuentran los dioses de todas las razas ingeligentes del Universo.

Ver a Russell Crowe como un particular Zeus, fue una de las cosas con las que más me he divertido en el cine reciente. Fondón como está hora, con una coraza musculada que a duras penas puede cubrir su prominente barriga, rizos dorados, rayo en mano, y una particular forma de hablar y moverse. Russell Crowe se ríe de sí mismo como pocas estrellas con su historial son capaces de hacer. Solo por esos quince minutos, la película merece la pena de ver al menos una vez. Es, por así decir, la continuación de un trabajo similar que hizo Jeff Goldblum en Thor: Ragnarok.

 

Tensión sexual no resuelta

 

También es digna de mención la aparición de las cabras de Thor, Tanngrisnir y Tanngnjóstr, que nos dejan otros grandes momentos de comedia. En esta ocasión no tiran de un carro, como en la mitología y los tebeeos, sino de un barco vikingo con el que surcan el vacío interestelar. Según la mitología nórdica, Thor podía matarlas, cocinarlas y comerlas y al día siguiente resucitarían.

Por lo demás, Thor: love and thunder es un producto fiel del Universo Cinematográfico Marvel. Una búsqueda, un primer encuentro con el antagonista que no acaba demasiado bien, un momento de superación y un clímax heroico al final. 

Alternando epicidad, seriedad y comicidad, Taika Waititi nos lleva a un final un tanto triste en contraste con los minutos anteriores en los que los niños asgardianos con ojos brillantes y lanzando rayos por los ojos, conejitos de peluche incluidos, se lanzan a la batalla para ayudar a los héroes en su momento de debilidad, dirigidos por el hijo del difunto Heimdall. 

Thor: Ragnarok fue un soplo de aire fresco, pero Thor: love and thunder va un paso más allá y hay que reconocer que esto no agrada a todo el mundo. Yo me reí mucho en la sala de cine, pero también salí con una sensación encontrada de haber visto una película muy entretenida pero un tanto irregular y que haber cortado un poco el nivel de parodia le  hubiera venido bien. A ella y a Natalie Portman, que daba la sensación de estar un poco fuera de lugar en toda esta fiesta de color y carcajadas. 

Seguramente esto la penaliza en imdb, donde cotiza hoy a un paupérrimo 6,2. Creo que inmerecido, porque la película entretiene y divierte.


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