sábado, 7 de octubre de 2023

Rompenieves

Hace ya diez años de Rompenieves. Tenía esta película en el objetivo desde hace ya tiempo, hasta que pude echarle el ojo hace unos meses (sigo con el retraso de un año con las cosas que comento, así que muchas veces toca tirar de memoria, cada vez menos fiable a medida que me hago viejo). 

Chris Evans pone rostro a Curtis, protagonista de esta historia distópica ambientada en un ambiente claustrofóbico (que gana puntos de distopicidad). En esta ocasión, el planeta se encuentra en una perenne edad de hielo de la que no recuerdo las causas. Los restos de la Humanidad viven en un tren de cientos de metros de largo que se encuentra en un viaje infinito alrededor del planeta, siempre buscando el sol. 

A la izquierda, irreconocible, Tilda Swinton

 

La sociedad dentro de este tren se ha estratificado. Un gobierno dictatorial con tintes fascistas (cómo no) protege a un puñado de afortunados que viven a todo trapo en los vagones principales, mientras que la inmensa mayoría de la sociedad se apiña en los vagones de cola, hacinados, sucios y enfermos, viviendo de la caridad de esas élites que se materializa en una pasta de aspecto horrible que es la comida que reciben a diario. 

Con cierta periodicidad, los niños de la cola son enviados a la fuerza hacia el frente junto con algunos adultos que tienen circunstancias particulares (músicos, por ejemplo). De forma inevitable, estas medidas hacen subir el nivel de resistencia de las clases humildes, que de forma invariable deben ser sometidas por la fuerza. 

Curtis es un joven que vive en esas condiciones, pero su espíritu es rebelde. Gilliam, su mentor, es un anciano que ha vivido tiempos mejores y que mantiene viva una chispa de resistencia que encontrará en el joven la yesca para prender y arrasar todo el tren. 

 

La troika revolucionaria
 

Un día, los abusos a los que se ven sometidos los habitantes de cola les hace explotar y los paramilitares son, por una vez, incapaces de retener la oleada de indignación y violencia. Así, casi sin querer, lo que es una protesta violenta se convierte en una auténtica revolución que, como una marea, va avanzando por el tren en una mezcla de sangre y muerte, hasta que es finalmente derrotada y todo parece volver a su ser. 

Es entonces cuando la realidad interna golpea con brutalidad al espectador y al protagonista. Se revela información que termina de dar relieve a todo lo que sucede en ese tren. La realidad de la rebelión, el verdadero origen de la pasta asquerosa que han estado comiendo toda su vida, qué pasa con los niños y adultos que pasan hacia el frente del tren, quién dirige en realidad el tren... Todo estalla como una supernova en la cabeza del espectador. Y aunque algunas cosas las ves venir., se trata de algo tan descarnado que sorprende y asquea a partes iguales. 

Y en ese final, brilla Ed Harris, que ha pasado de héroe a villano en el cine actual. Y lo hace muy bien, con ese rostro surcado de arrugas y los ojos azules y fríos de un caminante de Juego de Tronos.  

 

La calma que precede a la tempestad

Vimos Rompenieves en una de nuestras sesiones de cine de los sábados por la noche, los cuatro. Y la verdad es que no triunfó. El ambiente opresivo, la violencia y la realidad que representa no son para todos los públicos Creo que es una de las películas que peor recuerdo nos han dejado. 

Ojo, como relato distópico no se le puede poner un pero. Es solo que no es una película para ver en familia. Seguramente, de haberla visto solo, tendría una opinión distinta. 

En imdb cotiza hoy a un bastante decente 7,1 y ha dado pie a una serie del mismo título que no he tenido todavía ocasión de ver, a pesar de contar con Jennifer Connelly. O sea que estamos ante una película reconocida que no me atrevo a desaconsejar por culpa de una experiencia equivocada.

Como último apunte, la película está dirigida por Bong Joon Ho, de la oscarizada Parásitos


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